Reparaciones… ¿Cómo proporcionarlas a África?

1/12/2009 | Opinión

La BBC ha publicado recientemente un artículo en el que pide a los gobernantes tradicionales de África que se disculpen por colaborar en la venta de sus súbditos durante el notorio y atroz comercio de esclavos. De acuerdo con el Congreso de Derechos Civiles, un grupo de derechos humanos nigeriano escribió a los jefes tradicionales una carta en la que decía: “No podemos seguir culpando a los blancos, como africanos, en particular los gobernantes tradicionales, no están exentos de culpa”. Además, algunos defensores de la trata de esclavos, como Archibald Dalzel, afirman que las sociedades africanas no sufrieron tanto por este tipo de comercio.

Seamos realistas. ¿Quiénes fueron los verdaderos precursores y beneficiarios de este sacrilegio que vio como aproximadamente 9.400 y 12.000 millones de africanos fueron embarcados hacia el nuevo mundo? La respuesta está muy clara. Los países árabes y de occidente.

En el siglo XIX, los abolicionistas europeos, entre los más destacados el Dr. David Livingstone, afirmaba que la economía local de África era frágil y que las sociedades habían sufrido grandes daños debido a este comercio. Algunos eruditos como Basil Davidson reconocieron más adelante que quizá hubiese habido algunos beneficios, mientras seguía reconociendo su enorme impacto negativo sobre África.

Hablamos de 10 a 12 mil millones de personas. ¿Alguien se ha molestado en documentar la situación de aquellos que murieron en el camino y las lucha para atraparlos? ¿Por qué la ONU no quiere reconocerlo? ¿No se trata de un racismo deliberado y de complicidad a la vez que duplicidad?

Una vez leí una infame novela de ficción que culpaba a los africanos de sus miserias, causadas por sus indulgencias y el comportamiento humillante que adoptaban frente a la esclavitud, colonización e imperialismo. Pero si somos realistas, hay otro eslabón perdido que nunca se ha tenido en cuenta ni valorado.

¿Por qué no les fue posible a aquellos ambiciosos colonizadores, comerciantes, misioneros y mercaderes ocupar Norteamérica, Suramérica o Australia pero sí pudieron con África y todos sus abundantes recursos naturales? El motivo está claro: hubo una encarnizada resistencia. Algunos dan motivos muy extraños tales como los mosquitos, las enfermedades y demás. ¿Pero es esa la verdad? La verdadera historia de la resistencia africana apenas ha sido escrita. En su lugar hay un falso y dudoso relato incriminatorio y engañoso.

Volviendo al tema de las disculpas, lo que se debe hacer no es pedir disculpas sino reparar los daños que sufrieron las víctimas. Si alguien me preguntase quien debería disculparse si los descendientes de los antiguos jefes o los actuales dueños de esclavos en los palacios presidenciales de África, escogería a estos últimos. Las miserias que están causando son mayores que aquellas que causaron los líderes tradicionales. Ellos son los representantes de sus amos. ¿Quién iba a pensar que una persona en su sano juicio sería tan tonta de dar a una de sus calles o lo que sea el nombre de cualquiera relacionado con los gobiernos de la Reina Victoria, de Elisabeth, del Rey Leopard o de Bismark, entre otros, cuyos gobiernos robaron nuestro continente?

África es débil tanto económica como democráticamente, esto se debe, en parte, a la fractura que se realizó al sucumbir a la explotación. Si no fuera por los actuales dueños de esclavos, los africanos serían capaces de determinar su propio futuro. ¿Quién les obstaculiza? Los mismos países occidentales que apoyan a sus perritos falderos, en el poder de África. Hoy en día, África tiene regímenes notorios y secuaces en el Congo [Brazzaville], en la República Democrática del Congo, en Etiopía, en Guinea Ecuatorial, en Gabón, en Ruanda, en Tanzania, en Uganda y en otros lugares. En principio, estos regímenes autocráticos son débiles y pueden venirse abajo en cualquier momento. Pero gracias al apoyo de los países occidentales, continúan en el poder aterrorizando a ciudadanos inocentes.

Casi todos los prometedores líderes africanos de la era post-independentista han sido o bien manipulados o abatidos por los imperialistas. Véase Kwame Nkrumah y Patrice Lumumba. El genocidio de Ruanda y Burundi, por no mencionar los crímenes cometidos contra la humanidad en Angola, Suráfrica, República Democrática del Congo y otros lugares. ¿Quién les proporcionaba las armas y el entrenamiento militar a los responsables de esos crímenes? Un garrote mantiene sólo la paz de aquel que lo porta.

Podemos castigar a nuestros líderes tradicionales. Pero, ¿qué pasa con las iglesias y las mezquitas que tuvieron un claro papel en la esclavitud y en la colonización? ¿Quién está preparado para enfrentarse, por ejemplo, al Vaticano y gastar su fortuna libre de impuestos, solicitada a los países pobres, para reparar los daños de los países afectados? ¿Recuerdan todos aquellos que quieren una disculpa para África la infame conferencia de Berlín del año 1884? ¿Se han enfrentado a los países europeos para conseguir una disculpa además de una reparación de daños?

¿Cuántas toneladas de minerales, de madera, sin olvidarnos del trabajo y los impuestos, robaron los colonizadores? Ese es el secreto que se esconde tras países ricos como Bélgica, Gran Bretaña, Francia, Alemania, España o Portugal, entre otros. La nación judía de Israel no es rica gracias a sus genios o a sus grandes trabajadores, sino que se lo debe a la reparación y al trato especial que ha recibido de los países ricos debido a la conspiración de la persecución judía.

Suiza, la Isla de Man y otros paraísos fiscales no nadan en la abundancia por que sean más inteligentes, sino que se han enriquecido gracias al dinero que los matones que están en el poder y los dueños de esclavos ocultan allí.

La disculpa no tiene gran importancia. Reparar los daños, sí que la tiene. Pero lo más importante es que debe haber transparencia. Aquellos que intentan engañarnos inculpándonos y pidiendo disculpas en lugar de reparar los daños, deben ser considerados representantes del mismo mal. De hecho, la esclavitud no es otra cosa que el segundo holocausto.

Por Nkwazi Mhango

Mhango es de Tanzania y vive en Canadá. Es periodista, profesor, activista de los DDHH y miembro de WANL (Asociación de Escritores de Terranova y Labrador).

Artículo publicado en The African Executive, del 18 al 25 de noviembre de 2009.

Traducido por Beatriz Aymat Basoa, alumna de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid Traducción /Interpretación, colaboradora en la traducción de algunos artículos.

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