Renacimiento africano for dummies

27/07/2012 | Opinión

Probablemente voy a hacer el ridículo publicando esta columna, ya que va de economía, y yo apenas sé nada de economía. Hasta muy recientemente, por ejemplo, yo todavía tenía la impresión de que la eurozona era una especie de estado de trance al que uno llega durante una meditación profunda. Parece ser que no es eso en absoluto, es un lugar en el mapa (un conglomerado de países indigentes que existe desde hace mucho tiempo, en algún lugar al norte de Mpumalanga, para ser más precisos). También tenía la impresión de que el verdadero valor del dinero estaba ligado todavía al patrón del oro. Parece ser que no es así. Parece que incluso el dinero de papel y monedas van a desaparecer, y la mayor parte de nuestro dinero simplemente existe como dígitos en una pantalla de ordenador. Lo cual da bastante miedo, porque significa que si se produce un corte de electricidad que afecte a todo el mundo, o si todos nuestros ordenadores y el internet al completo son destruidos por uno de esos nuevo súper-virus, adiós a la economía. Volveremos a comerciar con piedras de colores brillantes y cabezas de ganado, y el mundo entero se verá reducido en un instante a un gigantesco festival del hombre ardiente (burning man*), que estaría muy bien si eres uno de esos que tiene una camiseta teñida con nudos, pero ¿qué pasa con el resto de nosotros que nos hemos acostumbrado a hacer cola en el Woolworths**, con nuestras tarjetas MySchool?***

Accidentalmente, ocurrió algo con mi última entrada a este blog de Thought Leader, que he querido explorar más a fondo. En mi anterior columna, mencioné que, para mí, hay muy poca diferencia entre el rojo de la camiseta de COSATU [principal sindicato de Suráfrica] y el rojo del logo de Coca-cola. A mi entender, tanto el antiguo izquierdismo – marxismo – socialismo – comunismo etc, abrazado por tantos líderes prominentes de la Alianza tripartita, y la monopolización – decadencia – globalización etc de una Gran Compañía, son igualmente aterradores. ¿Por qué se nos obliga a elegir entre el fascismo de los pseudo-revolucionarios lanzadores de eslóganes de Numsa [sindicato de trabajadores de metalurgia] y del ANCYL [liga juvenil del partido ANC, en el gobierno de Suráfrica] o la dictadura de los hipócritas neo-imperialistas del primer mundo? Puedo entender por qué los camaradas son tan escépticos ante el liberalismo y todo su equipaje –yo también prefiero el café negro fuerte al té Earl Grey cualquier día, pero ¿por qué todavía tantos de ellos abrazan ideas que fueron populares en la China y la Cuba rojas de hace años, ideas que nunca funcionaron, ideas que allá donde algunos insistieron en ellas, redujeron países y comunidades enteros a la pobreza y el abandono casi tan malo como el de la eurozona?

El muro de Berlín cayó hace años, y el comunismo fue desacreditado universalmente. Del mismo modo, el considerado libre Occidente está llegando al final de su viaje gratuito, y a menos que acepten nuevas responsabilidades drásticas y cambien el modo en que se ven a sí mismos y su relación con el planeta y el resto del mundo que vive en él, el gigantesco castillo hinchado del capitalismo, como sistema y modo de vida, bien puede derrumbarse sobre nosotros con un barrullo devastador de contenedores de plástico, vallas publicitarias, combustibles fósiles y refrescos empalagosos. Es una perspectiva espantosa, pero el día que pase, espero que lo echen en directo por la tele, ya que ¡seguro que es un espectáculo digno de contemplar!

PERO cuando eso pase, ¿qué quedará? ¿No es el momento de hacer planes para ese día? ¿No es el momento para que los ciudadanos de este hermoso país [Suráfrica] reemplacemos nuestras respectivas obsesiones con el capitalismo y el comunismo por un simple compromiso con el realismo? ¿No es hora de dejar de lado nuestras líneas de batalla tradicionales de Derecha e Izquierda y empezar a encontrar una base común como africanos negros y blancos? Sé que esto suena a una paparruchada más de esas de cuentos de hadas de “unámonos”, y sé que cosas como esta ya se han dicho antes, pero esta vez lo digo de verdad en términos prácticos, no son solo términos vagos de la nación conocida como del arco iris, o paz y amor o cualquiera de esas camisetas retro hippies de I love Tutu.

Cuando oigo cómo los comerciantes informales están siendo acosados por la policía de Metro en Guateng, me pongo realmente furioso. La venta en la calle, corríjanme si me equivoco, es una forma de capitalismo muy africana. Lleva ocurriendo mil años, (vean el párrafo siguiente). Yo mismo no he estado en África excepto por un corto periodo de tiempo en una cárcel de Namibia, y dos horas horrorosas en una pista de aeropuerto de Kinshasa, pero según mi colega Johan Badenhorst, al que encanta viajar por África, este tipo de mercado libre e informal está de moda por todo el continente. Hay restaurantes y mercados por todas partes, no del tipo ostentoso de las franquicias que tenemos en nuestros centros comerciales, sino muy eficientes y más personalizados. ¿Por qué la gente que comercia de este modo está siendo víctima en Suráfrica? ¿Por qué, por lo mismo, tenderos somalíes son quemados y asesinados? Seguramente, las tiendas son algo bueno que tener a mano, ¡especialmente cuando se te acaba la leche! Estos hombres puede que no tengan una licencia de Walmart o Game o cualquiera de las grandes tiendas que les son familiares a los occidentales, pero trabajan muy duro, compiten con lealtad, y son la verdadera personificación del principio de la libre empresa en acción.

Cuando iba a la escuela, nos enseñaron que, antes de que llegara el hombre blanco a estas tierras, no pasaba gran cosa en el continente africano. Suráfrica, en particular, estaba tan desolada como sugería ese anuncio de Nando, (el que fue prohibido en la televisión), con tan solo unos pocos khoisanes [pueblo del África austral], corriendo por ahí, con ropas sobre sus lomos elaboradas con quaggas [especie de caballo parecido a la cebra] muertos. Con cierto grado de sorpresa, cuando se me ocurrió echar un vistazo a los nuevos libros de texto de historia de mis hijos, hice el increíble descubrimiento de que África, antes de la llegada del hombre blanco, tenía una economía vibrante. Por primera vez, supe algo sobre la pérdida de culturas como la del Gran Zimbabue y su comercio con India, y todas las florecientes actividades, el comercio de bienes e ideas que había aquí antes de la llegada de la modernidad. Por primera vez, me di cuenta de los estragos que causaron los hombres blancos en este continente cuando maldijeron a la población indígena con sus religiones y filosofías blancas, redibujando las fronteras a su voluntad y llevándose a la gente lejos como esclavos. Por supuesto, la llegada del hombre blanco también trajo algunos beneficios, la penicilina, los yo-yos, la radio de onda corta y el Panado [tabletas de uso popular en Suráfrica para el dolor de cabeza, dolores musculares y fiebre], por nombrar las más importantes, pero tengo una fuerte sensación de que, al final, tanto la extrema izquierda de la extremista Alianza Tripartita, como el histérico complejo de superioridad de la mentalidad “blanca” moderna, tienden a cegarnos y no dejarnos ver nuestro verdadero potencial, y nos están manteniendo empecinados en viejos modos de pensar. Y así, por desgracia, las actitudes tienden a endurecerse, el juego de culpar al otro continúa y preciosas oportunidades se van perdiendo para siempre.

Si África es el verdadero hogar del verdadero libre mercado, encapsulado en el sector informal, ¿no es hora de dejar atrás nuestras confortables zonas ideológicas y mirar a las cosas tal y como son en realidad? Si el capitalismo al estilo occidental está fracasando, ¿por qué seguir aferrándonos a él? Si el comunismo pasado de moda no funciona, ¿Por qué no podemos abandonar toda esta palabrería sobre “revolución” y trabajar con lo que tenemos, en lugar de destruir todas las infraestructuras que existen en nombre de Karl Marx? La elección está en nuestras manos; o Suráfrica se convierte en el símbolo del fracaso de África en su conjunto, o, captando el sentido de nuestra verdadera identidad africana colectiva, nos convertimos en el verdadero hogar de los valientes, en el nuevo orden mundial que nos espera después del derrumbe de Europa y América, (aproximadamente en las próximas dos semanas al ritmo que van ahora, si no me creen, miren cómo esos hooligans del fútbol se comportaron en Varsovia).

Echemos un buen vistazo a nuestra bandera nacional. Es un gran diseño ¿a que sí? No contiene el color naranja, y no se ve dentro una bandera de Reino Unido, ¡ni siquiera una pequeña! El verde, oro y negro de la lucha de la liberación están puestos en yuxtaposición contra el rojo, azul y blanco de mis propios antepasados biológicos en Francia (un pequeño país en la eurozona). Estos colores no son hostiles unos con otros, son complementarios. Pon amarillo y azul uno junto al otro. No chocan, se refuerzan mutuamente. El contraste entre rojo y verde hace que ambos parezcan más brillantes de lo que serían si estuvieran solos. Estoy convencido de que blanco y negro pueden formar un patrón atractivo en lugar de chocar. Cualquier artista te dirá que usar colores complementarios es una forma segura de hacer que el trabajo artístico destaque de forma más clara. Los opuestos se atraen, es una ley de la naturaleza.

Necesitamos nuevos pensadores, nuevos visionarios, nuevos empresarios y nuevos escritores y artistas. Necesitamos un nuevo Biko y un nuevo Voltaire, un nuevo Brett Murray y un nuevo Ayanda Mabulu, un nuevo Churchill y un nuevo Ghandi y un nuevo Boesaks y un nuevo Madiba, un nuevo Richard Branson y un nuevo Daymond Johns, un nuevo Arthur Mafokates y un nuevo Steve Hofmeyrs. Necesitamos combinar las mejores cualidades de todas las culturas de este país, todos los mejores elementos de nuestro pasado separado y nuestro futuro compartido, y mezclarlo para que salga el idioma de una nueva verdadera nación arcoíris. No la nación del arcoíris de castillos en el aire de los liberales y los idealistas de la lucha, sino una que funcione de verdad.

Somos africanos. No somos estúpidos (bueno, excepto yo). Organicemos nuestro propio renacimiento. Retomemos el espíritu emprendedor que teníamos hace siglos, antes de que Stalin matase a toda aquella gente y los americanos descubrieran McDonald’s.

¡VIVA EL VERDADERO MERCADO LIBRE!

Koos Kombuis

Publicado en el blog del diario surafricano Thought leader, el 26 de junio de 2012.

Notas de la traductora:

* Festival anual que se celebra en el desierto de Nevada, en el mes de septiembre, cuya atracción más llamativa es que se quema una figura humana gigante, la noche del sexto y último día.

** Cadena de supermercados australiana, que opera también en Suráfrica.

*** Es una tarjeta que se pasa con las compras en muchos comercios, y al hacerlo el comercio destina un porcentaje para financiar escuelas, organizaciones de caridad y de medioambiente. Es un programa de ayuda a la comunidad, de Suráfrica y recauda entre 2 y 3 millones de rands al mes.

Traducido por Rosa Moro.

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