Según un estudio realizado, a mediados de mayo, por el instituto tunecino Sigma, en colaboración con el Observatorio árabe de religiones y libertades y la Fundación Konrad-Adenauer, “la oración y el islam son importantes en la vida diaria” para la mayoría de los habitantes de los cinco países de África del Norte. Esto no sorprende.
La sorpresa de este sondeo aparece cuando se computa el número de personas que consideran que religión y política deben estar separadas: la mayoría de los norteafricanos están a favor de la separación: 72,8 % de tunecinos, 71,2 % de egipcios, 63,1% de libios, 57,4% de argelinos y 54,8% de marroquíes.
Según los responsables del sondeo, para las personas entrevistadas (1.000 de cada país) “se puede ser musulmán (incluso conservador) sin desear que los partidos políticos utilicen la argumentación o la temática religiosa”.
Cabe preguntarse si el sondeo es digno de credibilidad, dadas las reivindicaciones populares que van en sentido contrario expresadas en Libia (milicias pro-charia), Túnez (el partido islamista Ennahdha es la segunda fuerza del parlamento) y Egipto (elección antes de su derrocamiento en 2013- de Mohammed el Morsi, cercano a los Hermanos Musulmanes). A menos que estos resultados, por ser recientes, recojan el sentir popular actual tras la decepción de la puesta en aplicación del tándem islam-política.
José María Cantal Rivas, editor de AfroIslam
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