Cuando comenzaron los movimientos populares de protesta, a partir de la inmolación del vendedor ambulante tunecino, en Occidente se comenzó a soñar en revoluciones sociales, que llevarían la democracia al poder y que estos países de mayoría musulmana se abrirían a la democracia, que para ser verdadera, precisa respetar los derechos humanos y una serie de libertades de pensamiento, de palabra – oral y escrita – (conferencias, radio, TV, prensa e informatizada como las redes sociales), a las que precede la libertad de conciencia con la consiguiente libertad religiosa – privada y pública – que se acomoda bien con un cierto laicismo moderado, rigiendo las instituciones de gobierno, para respetar de igual modo todas las religiones. De este modo se terminarían los estados oficialmente musulmanes, como ya no existen estados cristianos, ni de otras denominaciones religiosas.
El modelo evocado era Turquía, negociando para adherirse a la Unión Europea, cuyo ejército ha sido durante un siglo el fiel custodio de la laicidad establecida por Attaturk Kemal desde la caída del Imperio Otomano. Los últimos acontecimientos de protesta ante la deriva de Erdogán hacia la islamización de la sociedad turca y la reacción violenta de éste, lo han despojado de la piel de oveja y nos descubren el lobo, que se apellida “islamista moderado”… Desaparecida la zamarra, nos topamos con un dictador del corte de Asad de Siria, que pretende volver a la Turquía del Imperio Otomano.
Relación entre Islam y Democracia en Egipto
Desde la caída de Mubarak y las protestas de la plaza de Tahir, se organizaron unas complicadas elecciones, que llevaron al poder a Mohamed Morsi, otro islamista moderado. Incapaz de satisfacer las reclamaciones populares, a medida que pasa el tiempo se va endureciendo, tornándose más rígido y conservador, dominado por el ala fundamentalista de los Hermanos Musulmanes.
Esperamos que las fuerzas políticas y sociales LAICAS se hayan organizado suficientemente ante las elecciones del 30 de junio, para plantar cara a un régimen islamista, que parece sólido. Morsi ha aplicado la paciencia resolutiva con intensidad superior a Erdogán en Turquía. Apretando el nudo cada vez más, contra los jueces, frente a la cultura laica y nombrando un gobernador salafí para la turística provincia de Luxor. Confiemos en que no haya sangre el día 30 y siguientes.
La situación en Túnez
“Con todas sus vacilaciones, más la inseguridad introducida por los salafíes, por ahora únicamente en Túnez cabe esperar una conciliación entre islamismo y democracia.” (Antonio Elorza, catedrático de Ciencias Políticas, opina en EL PAÏS de 18-06-13).
Desde la llegada de Burguiba al poder, declarada la independencia en 1956. Túnez conoció una era de modernización. Burguiba se atreve a prohibir la poligamia y decreta la enseñanza obligatoria universal para todos los niños y niñas. Resultado: Hoy las mujeres son mayoritarias en ciertas profesiones como la enseñanza y la sanidad.
Al abrir ampliamente su país al turismo internacional, el pueblo tunecino en contacto con gentes de otras culturas, lenguas y religiones diferentes, se va tornando gradualmente tolerante, por lo que destaca entre los otros pueblos del Norte de África. No hay que olvidar que el Islam “circuncidó” a cristianos en su mayoría bereberes, mezclados con cartagineses (fenicios) y romanos con vándalos, pueblos aclimatados al Mediterráneo establecidos igualmente en la costa oriental de la Península Ibérica.
No sabemos lo que va a pasar en Marruecos y Argelia
Las protestas no han alcanzado la misma intensidad, aunque existen. En Argelia se vive esperando algunos cambios con el sucesor de Buteflica. El rey de Marruecos va maniobrando con un gobierno islamista moderado y otras fuerzas más liberales, que se hacen eco de las ansias de una gran parte de la juventud marroquí.
La conclusión de todo lo anterior es que el Islamismo llega a aceptar una cierta clase de elecciones, pero mientras quede como ley fundamental (Constitución) la CHARÍA, ley islámica, no habrá forma de vivir en una democracia auténtica de corte occidental. Hay que “secularizar” a los países musulmanes y separar, bien distinguidos, los tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial de cualquier autoridad religiosa.
El rey Mohamed a su palacio, los imanes a las mezquitas, los militares a defender al país y proteger el orden social, los diputados a legislar, los jueces a juzgar, los políticos (siempre que sean demostradamente honestos) a gobernar y los ciudadanos a vivir trabajando libre y honradamente, para satisfacer las necesidades de la población y crear riqueza, exportando los excedentes de producción.