La aparición de niños soldado en diversos frentes de batalla alrededor del mundo representa uno de los mayores grados de descomposición de una sociedad. Una de las historias más crueles y conocidas se desarrolló en Sierra Leona hace algunos años. Actualmente este país ya no está en guerra, pero los niños supervivientes siguen luchando, esta vez para reconstruir su vida, alejada de las armas y los horrores de la guerra.
Sierra Leona es un país que es tristemente recordado en el mundo por sus diamantes de sangre y sus niños soldado. Entre 1991 y 2002 este país se enfrascó en una sangrienta Guerra Civil que derivó en una gran tragedia humanitaria, que tuvo importantes repercusiones regionales. Sus causas fueron las mismas que otros conflictos africanos: pobreza, diferencias étnicas y religiosas, disputas políticas y luchas por el control de los recursos naturales y sus beneficios. Pero esta guerra en particular se caracterizó de otras por su larga duración, la extrema violencia que se desató y los ataques a grupos vulnerables totalmente ajenos al conflicto, entre los cuales se cuentan los niños.
Alrededor de 12.000 niños de entre cinco y catorce años fueron armados y preparados para el combate en el conflicto sierraleonés. Muchos de ellos fueron arrebatados violentamente de sus familias. Pero otros se unieron voluntariamente a los grupos militares porque no tenían nada, y el ejército les dio de comer. El valor de su vida equivalía a un plato de arroz o un trozo de pan. Todo para saciar la sed de codicia, riqueza y poder de unos cuantos. Los niños participaron en casi todos los aspectos de la guerra: como espías, centinelas, vigilantes, cocineros, porteadores y, a menudo, como combatientes. Por su parte, las niñas eran utilizadas como esclavas sexuales. A los comandantes les interesaba reclutar niños por varios motivos, entre los que destacan su inmadurez, destreza, vulnerabilidad y docilidad. Estos factores facilitaron su adoctrinamiento.
De igual forma, cientos de niños se vieron forzados a trabajar en las minas de diamantes. Prácticamente una cuarta parte del territorio de Sierra Leona contiene estas piedras, particularmente en el distrito de Kono, al Este del país, mismas que se pueden encontrar fácilmente, sobre todo en los lechos de los ríos. Los rebeldes de Sierra Leona (el Frente Revolucionario Unido, o RUF) financiaban su armamento a través de la venta ilegal de diamantes, auspiciada y apoyada por el entonces presidente liberiano Charles Taylor. Estas ventas se convirtieron en el principal motor de la guerra y la causa principal por la que el conflicto se prolongó. De esta forma, los compradores de joyas de todo el mundo se convertían, sin saberlo, en cómplices de la desgracia de miles de niñas y niños de Sierra Leona durante los años de guerra. En un intento de evitar el tráfico ilegal y contrabando de diamantes, nace en el año 2000 el Proceso de Kimberley, un mecanismo de certificación que demuestra que los diamantes comerciados no provienen de países en conflicto. No obstante su prohibición, su procedencia era blanqueada con certificados de origen falsos, por lo que pudieron seguir vendiéndose en el mundo..
El proceso de paz en Sierra Leona fue largo y complicado. En 1999 la ONU lanzó la Misión UNAMSIL, que implementó el Tratado de cese de hostilidades de Lomé, pero los rebeldes no cumplieron los acuerdos y reactivaron sus operaciones, hasta que tropas británicas asestaron el golpe definitivo al RUF. No se tienen registros precisos sobre el número de niños sierraleoneses que perdieron la vida durante la guerra, pero aquellos que pudieron escapar o sobrevivieron al conflicto tuvieron que enfrentarse a graves secuelas, tanto físicas como psicológicas, así como a la estigmatización y al rencor de la sociedad. Los testimonios de estos niños se convirtieron en una parte fundamental en la reconstrucción del relato y causas de la guerra. Este es el de Ambrose Samura, que tenía 11 años cuando lo capturaron los rebeldes, pero hoy trabaja como mecánico y pudo llegar a la universidad:
“Nos obligaban a hacer daño a la gente, a actuar como rebeldes. Si te negabas, te metías en problemas. Además, te obligaban a fumar pólvora mezclada con marihuana y te olvidabas de todo. Sólo pensabas en matar. Si me hubieran dicho que disparase contra mi propia madre, no habría dudado ni un segundo”
Referencia: Heraldo
La labor de reconstrucción del país corrió a cargo de una Comisión de la Verdad y la Reconciliación creada para tal fin, que elaboró proyectos y encuentros entre ex combatientes y víctimas, prestando especial atención a los niños y niñas afectados por la violencia y el maltrato ante el conflicto. Al mismo tiempo se pusieron en marcha de Centros de rehabilitación y ayuda por parte de la UNICEF, algunas ONG’s (como Save the Children) e instituciones religiosas. Eran muchas las necesidades que se tenían que atender de manera urgente, y los recursos eran insuficientes para cubrirlas. Se construyeron escuelas y clínicas de maternidad, se suministraron materiales, se implementaron políticas sanitarias y muchas otras acciones que, sin duda, fueron importantes para ayudar a las y los niños para reinsertarse.
Sin embargo, estas acciones no podían ser suficientes. Muchos de ellos mataron, violaron, amputaron manos y comieron carne humana. Por lo mismo, cargaban bajo su conciencia todas estas atrocidades, mientras que al mismo tiempo que eran acusados por sus vecinos como los causantes de la desgracia del país. Fueron pocas las personas y organizaciones que se preocuparon por su desarrollo integral, ya que aún con todos los apoyos, estaban muy expuestos y vulnerables a todo tipo de riesgos.
Uno de los pocos programas que tuvieron éxito en la recuperación de niños soldado fue liderado por el misionero javeriano español Chema Caballero, quien fundó el Centro de reconversión St. Michael en la localidad de Lakka, al sur de Freetown. Basta con leer un poco sus vivenciasen dicho centro para comprender y admirar su gran labor con los niños, a partir de un lado humano, viéndolos como víctimas y no como verdugos. Alrededor de 3.000 niños y niñas pasaron por este centro, que comenzó a operar aún con la guerra en curso. En una ocasión el misionero fue secuestrado por los vecinos del lugar por “proteger a los malos”, pero los chicos lo liberaron y frenaron la arremetida. De igual forma se enfrentó a un líder rebelde que quería recuperar a sus muchachos. A todos les ofreció la libertad, pero ningún niño se marchó
.
Poco a poco logró cambiar por completo la mentalidad de los niños, que estaban acostumbrados a la violencia, a respetar jerarquías y a solucionar los problemas mediante pleitos. Se necesitó mucho tiempo para que pudieran adaptarse a su nueva vida, revelar su pasado y, ahora sí, comenzar a trabajar individualmente con cada uno de ellos. Y agencias como UNICEF no están dispuestas a esperar mucho, y en apenas seis meses concluían sus programas de readaptación. Para ellos siempre será más fácil enviar dinero que realizar una labor de reconciliación nacional. No obstante, en palabras de Caballero, lo más importante.
“Hablar con los chavales y hacerles ver que las cosas pueden ser distintas, que estudiar tiene un significado, que existe una cultura del esfuerzo, el respeto a una chica. Estos valores son más importantes que construir una escuela”
Referencia: Jot down
Las heridas tardaron años en sanar, pero las cicatrices permanecen. Hoy, los niños soldado que combatieron en Sierra Leona ya son adultos jóvenes, pero no todos han sido afortunados. El gobierno les prometió herramientas y formación para desempeñar un oficio, ya que solo sabían ganarse la vida asesinando y mutilando gente. La mayoría acepto la propuesta. Paradójicamente, gran parte de los hombres que actualmente desempeñan algún cargo en el gobierno estaban en la guerra o se enriquecieron durante la misma, y todavía el 70% de su población vive en la pobreza, una de las mayores proporciones dentro de África Occidental. El 30% de la población infantil del país no tienen acceso a la educación, y sufren serios problemas que afectan su calidad de vida y el pleno goce de sus derechos, como las mutilaciones genitales femeninas, el trabajo infantil, violencia doméstica y matrimonio a temprana edad.
La reintegración a la sociedad de las niñas sigue siendo una tarea pendiente. Si a un chico le cuesta trabajo hablar y reconocer su pasado por sus traumas, las chicas violadas y esclavas presentan más resistencia a hablar, aunque también muchos ex combatientes hombres han sido víctimas de violaciones. Afortunadamente ya no hay niños soldado en Sierra Leona, pero aún son reclutados por los ejércitos miles de niñas y niños en aproximadamente 17 países (incluidos ocho africanos).
Las estimaciones más recientes calculan la población infantil en el mundo en aproximadamente 2 mil millones de niños de hasta 14 años. Ellos representan el futuro y la esperanza de la humanidad, pero en general los gobiernos de todo el mundo casi no implementan políticas y programas públicos dirigidos específicamente a atender las necesidades de los infantes. Esto debe revertirse.
Los primeros años en la vida de las personas son claves para su desarrollo integral y en la formación del carácter, conocimientos y habilidades fundamentales para su crecimiento. Y algo está muy mal si en vez de que jueguen, estudien y descubran, los niños son obligados a matar y luchar. Ellos suelen ser los más afectados y débiles ante los problemas y las desgracias. Todas y todos nosotros alguna vez fuimos niños, por lo que siempre debemos recordar nuestros primeros años para tener mayor sensibilidad hacia ellos. Un niño y niña, en cualquier lugar del mundo, nunca debe convertirse en soldado. Su figura resulta inconcebible, y engendra el lado más oscuro de la humanidad. Como dice esta canción de David Bisbal, inspirada en las historias de los niños soldado de Sierra Leona , ¿cómo pudo la inocencia convertirse en destrucción?
Original en: Tilxayac-Imagen : Wikipedia-Autor: De Roel Coutinho