Desde que estalló la guerra civil en Sudán entre las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) el 15 de abril de 2023, el país ha sido sumido en una crisis humanitaria. En total, se estima que más de 10 millones de personas se han visto desplazadas y que 756.000 enfrentan «niveles catastróficos de hambruna«, según la clasificación integrada de la Fase de Seguridad Alimentaria de la ONU. En total, 25,6 millones de sudaneses sufren de una grave escasez de alimentos.
La crisis alimentaria en Sudán se ve agravada por las acciones de la RSF, que saquean y destruye cosechas, y por las restricciones del ejército sudanés a la ayuda humanitaria. Según ACNUR, más de 600.000 personas se han visto forzadas a huir al vecino Chad, buscando no solo seguridad física, sino también alimentos. El gobernador de la ciudad chadiana de Adre, Mohamad Issa, ha informado sobre la llegada constante de refugiados, aumentando la presión sobre los recursos limitados, lo que podría provocar tensiones entre los refugiados y las comunidades locales.
Agravando dicha situación, la falta de financiación ha forzado al Programa Mundial de Alimentos (PMA) a reducir las raciones diarias en un 20 % en los últimos dos meses, según ha afirmado en sus declaraciones Vanessa Boi, oficial de emergencias del programa en Chad. Con solo el 19 % de las solicitudes de financiación del programa atendidas, la agencia podría verse obligada a reducir aún más la asistencia alimentaria, lo que ya ha provocado un aumento de la desnutrición entre los refugiados.
Autor: Mat Nashed
Fuente: Al Jazeera
[Traducción y edición, Bruno Rodríguez]
[CIDAF-UCM]