Referéndum en Burkina Faso para cambiar la limitación temporal del mandato presidencial.

29/09/2014 | Opinión

El debate sobre la revisión del artículo 37 [1] de la Constitución por referéndum, cuyo resultado es incierto, se sigue con más fuerza que antes. La inquietud crece a medida que transcurre el tiempo y nos aproximamos a un desenlace probable, en relación a las tensiones generadas por el escándalo político en el país de los hombres íntegros [2].

Kayaba Gomsé Roger, en este artículo, expresa su “empatía por Blaise Compaoré” que lo cree “diferente del común de los mortales, ponderado y por encima de contingencias ordinarias…”.

Decía Maquiavelo que “el habitual defecto de los hombres, es el de nunca prever la tormenta en tiempos de calma”. Creo que Blaise Compaoré, en este aspecto es diferente; diferente del común de los hombres, capaz de hacer que Maquiavelo se desdiga, hasta el punto, que personalmente, me había dado la impresión de ser durante sus veintisiete años de poder y de ¡“buen clima”!, reflexivo, ponderado, sin dejar que eventualidades corrientes le afecten, visionario, previsor.

Entonces, ¿Cómo no pudo ver venir la tormenta? ¿Cómo se metió en este embrollo? Se pueden plantear mil y un interrogantes, culpar a alguien o especular hasta el infinito, pero una cosa es cierta: este lodazal político en el que nos estamos hundiendo cada día más no presagia ningún futuro halagüeño para nuestro país, y menos aún para su presidente. Por eso, siento empatía por el presidente Blaise Campaoré; mucha empatía, empatía premonitoria; empatía que puede definirse como “la proyección de una persona en la situación de otra”. En términos coloquiales, empatía quiere decir “colocarse uno en el lugar de otro”, por eso “siento miedo por él”, “tiemblo por él, anticipadamente”, “me compadezco, por adelantado, por calvario”. Veremos porqué…

Al honorable Sir Winston Churchill, entonces primer ministro del Reino Unido, le gustaba decir ironizando: “En Inglaterra, todo está permitido, salvo lo que está prohibido. En Alemania, todo está prohibido, salvo lo que está permitido. En Francia, todo está permitido, incluso lo que está prohibido. En la URSS, todo está prohibido, incluso lo que está permitido”. Y ¿Qué ocurre hoy en Burkina Faso? ¿De qué manera Francia podría renunciar a su naturaleza y dejar de ser lo que es?

¡En efecto, creyendo en los rumores de los mentideros la ciudad, nos parece que en el país de los hombres íntegros todo está permitido, incluso sobre todo lo que está prohibido! Afirmamos esto igual que lo hacemos con el no respecto a la ley, es decir, la Ley Fundamental, de la que extraemos la norma objeto de análisis. Sin embargo, se me replicará, que la enmienda del artículo 37 de la Constitución ¡No está prohibida!, con ello ¡No se viola la Ley Fundamental! Desde luego que no, de tu tenor literal colegimos que la Constitución es “modificable”, pero la pregunta que nos hacemos es: ¿Por qué cambiarla?

Aproximarse al ideal democrático

La democracia tiene sus límites. No constituye el régimen político perfecto, pero ¡casi! Por cierto ¿No era considerada por Platón como “el peor de los regímenes políticos?. Lo mismo ocurre con el marco constitucional en democracia, que también tiene sus inconsistencias. El nuestro no es una excepción. Lo esencial, además no reside ahí, sino que lo más importante, particularmente en el marco de nuestra joven democracia es que, en todo acto que planteamos, en toda decisión que tomamos, siempre hemos buscado ir prosperando, avanzando hacia lo mejor, hacia lo perfecto, lo ideal.

Me gustaría que cada uno se planteara la siguientes cuestiones en relación al debate sobre el artículo 37, que causa estragos en este momento: ¿Acaso la supresión de la limitación de mandatos nos aproxima al ideal constitucional? ¿Nos aporta alguna algo adicional, un valor añadido, en nuestra aspiración a tener una vida democrática mejor?

El flou artístico [3] que rodea al artículo 49 [4] de la Constitución que da al presidente de la República el poder de someter a referéndum todo proyecto de ley “que contenga una cuestión de interés nacional (concepto jurídico indeterminado)” no ayuda a clarificar las cosas; es lo menos que puede decirse.

Hoy el mundo parece dividirse en dos polos. De un lado, los países con costumbres democráticas consolidadas, entre los que cabe citar a países que se encuentran en Europa, América, en un gran número de Estados asiáticos, en los países del Pacífico, y en diferentes lugares de África, como ocurre con Senegal, Ghana, Sudáfrica, Tanzania, Kenia, Botsuana, Nigeria por citar sólo algunos ejemplos. En estos países, la Constitución se respecta. El presidente de la República cumple sus mandatos en los términos que prevén sus respectivas constituciones.

Por otro lado, tenemos a países como Bielorrusia, Cuba, Corea del Norte, Eritrea, Sudán, Zimbabue, Gambia, Uganda, las monarquías árabes, etc., donde la Constitución es confeccionada por el poder a medida, o simplemente su cumplimiento es simplemente inexistente, ya que sólo vale para servir a las fuerzas vivas de la sociedad.

Entre estos dos extremos, la elección me parece clara: la limitación del número de mandatos del presidente de la República constituye hoy un elemento fundamental del corpus constitucional de los países desarrollados, emergentes o que, como el caso de Burkina Faso, aspiran a serlo. Ello forma parte de las plusvalías cualitativas que refuerzan el juego democrático. La no limitación constitucional de los mandatos, por el contrario, es una excepción a la regla, propia de los Estados paria. ¿En qué lado les gustaría estar a los burkineses?

Los “patriotas” a la manera de Gbagbo [5]

Al principio de la crisis que agita nuestro país, yo estaba convencido por las razones ya esgrimidas, que el presidente Blaise Compaoré, a la luz de las reacciones negativas, y no sólo de la oposición, que suscitaban los planes a los que se prestaba, me resultaba un hombre prudente y previsor ¿Acaso gobernar no es prever las cosas con antelación? Estaba en condiciones de prevenir la tempestad que se cernía sobre nuestras cabezas. Para preverla habría bastado con provocar una profunda reflexión sobre la cuestión objeto de análisis, en el seno de su mayoría política, sopesando las ventajas y los riesgos a los que el país podía exponerse y volver a evaluar sus objetivos pasados por el tamiz del interés general. Sin ninguna duda, esto habría constituido, no sólo un golpe maestro, sino también una señal de sensatez.

Tristemente, nos parece que después de largos meses de guerra sin cuartel por medio de “contiendas verbales”, declaraciones, conferencias de prensa, reuniones, manifestaciones y contramanifestaciones, visitas y escaparates mediáticos interpuestos, la sabiduría ha abandonado el corazón y la mente, de quién, en particular, tiene en su mano el destino de nuestro país y de todo el aparato del Estado, así como también ha abandonado los de sus aduladores.

Cuando oigo, por ejemplo que Alfred Kaboré, un hombre que ha sobrepasado la tercera edad, preconizar la confrontación como medio de resolver los conflictos, me digo que, al contrario que los jóvenes internautas, que a veces pecan por exceso de juventud, Kaboré peca por exceso de senectud, ¡No representa la voz de la sabiduría! Le aconsejaría tomar a uno de sus nietos o bisnietos sobre sus rodillas y hablarles de la paz, de la tolerancia, de las virtudes de la no violencia y de prepararse a acabar sus días con dignidad, en…silencio.

Cuando escucho a Assimi Kounda afirmar que la mayoría quiere “dialogar (con la oposición)” pero no “negociar”, me digo que diga lo que él diga (se ha convertido en una costumbre) ha perdido también, una buena ocasión para callarse, y por lo tanto, ¡tampoco representa la voz de la sabiduría!

Cuando oigo el discurso enardecido y los gritos de adhesión de los representantes de las juventudes del partido político Congreso para el Desarrollo y el Progreso, a los jóvenes “lealistas” o “republicanos”, creo descubrir el eco de los “patriotas” al estilo de Gbagbo; los ecos de “Blé Goudé” [6]. Me digo que la situación se está volviendo inquietante, alarmante, ¡grave! Estos jóvenes, ciertamente, ¡no expresan la voz de la sabiduría!

Por último, cuando oigo al presidente de Faso declarar, irónicamente, en la revista Jeune Afrique que podría hacer suprimir por referéndum la limitación de los mandatos presidenciales previstos en el artículo 37 de la Constitución, pero no ser candidato a su propia sucesión, me digo que ¡es el colmo!, anula nuestra capacidad de reacción. La sabiduría definitivamente ha abandonado al inquilino del palacio presidencial de Kosyam.

Burkina Faso, por primera vez de en su Historia, tenía la increíble oportunidad de conocer una alternancia democrática tranquila, con otro hombre o mujer, por qué no, de la mayoría política a la cabeza del país. Tomando prestadas, una vez más, las palabras de Maquiavelo, desagradecidamente, “la sed de domino es (en el hombre) lo último que se extingue”. Blaise tiene sed de dominio. Como demuestran los hechos, no tenía en modo alguno, intención de dejar el poder. ¿El amor del país? ¿Proyectos por acabar? Nada más que confortables coartadas para continuar saciando su sed, que además está lejos de extinguirse. Por esta razón, quiere un referéndum. Quiere recurrir al pueblo. El Pueblo, con mayúsculas: palabra mágica, ¡referencia suprema! Depositario mítico de un poder virtual, absoluto y ¡omnipotente! “Hay que consultar al pueblo”, espeta por doquier. Y a cada uno le suelta su metáfora de choque: “¡Hay que dar la palabra al pueblo”! “¡Es el pueblo que él decide!” “¡Es el pueblo el que detenta la legitimidad del poder”! etc. “(Pueblo), ¡¿cuántos crímenes no se habrán cometido en tu nombre?!”, estaría tentado a decir, parafraseando a Madame Roland [7], que, al hablar de la libertad, lanzaba este grito antes de que su cabeza rodara bajo la guillotina de Robespierre.

Tanto peor para la horda de amargados

A menos que haya un viraje de última hora, Blaise Compaoré convocará al cuerpo electoral. Organizará su referéndum y el “pueblo” “decidirá”; con un “sí” o un “no”. Los psicólogos confirman que decir “no” es un acto de rechazo; de rebelión. Por el “no”, el pueblo afirma su independencia y su libertad. Decir “sí”, al contrario, no es un acto de fidelidad, de sumisión, de rendición. Blaise quiere su “sí”. ¿Luchará el “pueblo” por la sumisión? Es muy dudoso, pero todo es posible. El presidente posee cuenta con los medios necesarios para llevar a cabo su referéndum: el nervio de la guerra, el dinero. Él y su galaxia financiera, cada día echan el guante cada día a montones de dinero, saben dónde encontrarlo.

No nos hacemos ilusiones: por las buenas o por las malas, a golpe de amenazas o de promesas por el dinero o por el estómago, a golpe de compra de votos o de conciencias, a golpe de condicionamientos mediáticos, etc. Blaise someterá al “pueblo”. Como Enrique IV hizo con el Papa Gregoria VII, el “pueblo” “irá a Canossa” [8] a prestar juramento de lealtad al bueno de Blaise. Y tanto peor para la oposición, la horda de amargados y de descontentos y otros aguafiestas. ¡Sólo tendrán ojos para llorar! La dictadura del número habrá prevalecido una vez más. Los pobres se volverán más pobres, y la vida continuará su curso, como antes. ¿Seguro?

¡No! ¡Seguro que no! Puesto que, nada será nunca como antes. Nos daremos cuenta muy pronto de que el referéndum no era la solución a la crisis que sacude el país; que todo lo que está permitido o es permisible no hay que hacerlo a la fuerza; que sobre todo hay situaciones que no pueden resolverse con un “sí” o un “no”. La solución la encontramos a veces en el justo medio. La situación que prevalece en este momento en nuestro país es tan inestable, tan impredecible y tan peligrosa que el referéndum, cualquiera que sea el resultado, no hará más que exacerbar, polarizar y dividir a la gente. ¿Qué hacer? ¡Sólo es una pregunta retórica!

Al César lo que es del César; Blaise Compaoré ha hecho mucho por el país. Lo he dicho y repetido hasta la saciedad. Sin embargo, al obstinarse en eternizarse en el poder, arriesga con tirar por la borda toda su herencia y la enorme contribución que aportó al desarrollo de Burkina Faso.

¿A cambio de qué? Un mandato más: ¡el mandato que está de más! El presidente Blaise Compaoré debería saber que un “hombre fuerte”, no es forzosamente un hombre invencible. En el mundo de los hombres, cada “Aquiles” tiene su “talón” (punto débil); cada “Sansón”, tiene su “Dalila”. Un día, más pronto que tarde, alguien encontrará su punto débil y, tan seguro como que mañana amanecerá, será traicionado; por los suyos, por muchos de los que están en este momento con él y comparten su pan. El presidente debería saber, más que cualquier otra persona en el mundo, que ni tiene “hermanos”, ni “hermanas”, ni “amigos” en política.

El número de años que pasó en el poder sólo constituyen un coeficiente, una cifra indiciaria, un logaritmo multiplicador del haber financiero (mal o bien adquirido) de los guardianes que lo rodean. Además, él se mantendrá mucho tiempo en el poder y su dinero se multiplicará. Cuando llegue el momento, estas personas no dudarán ni un solo segundo en cambiar de bando. Por eso, en el momento en el que se prepara para tomar la decisión más controvertida y más peligrosa de su vida, personalmente, siento empatía por Blaise Compaoré, mucha empatía. Aunque esto no es más que a título premonitorio, de forma anticipada. Es triste, pero cierto, después de la tempestad, no quedará más que un arco iris sobre el fondo azul del cielo.

La culpa es de la “glotonería” política (l’Observateur Paalga dixit). Yo añadiría: ¡¡¡Por favor!!!

Que Dios salve a Burkina Faso

Kayaba Gomsé Roger

L’Observateur Paalga.


1.- Art. 37 de la Constitución de Burkina Faso. “El presidente de Faso es elegido por cinco años en sufragio universal directo, igual y secreto. Es reelegible una vez”.

2.- “Burkina” en lengua mossi significa “hombre íntegro” y “Faso”, en lengua diula, quiere decir, “casa del padre o patria”. Por lo tanto se le conoce como el país de los hombres íntegros.

3.- Técnica fotográfica que busca un desenfoque deliberado de una imagen con fines artísticos.

4.- Art. 49 de la Constitución de Burkina Faso: “El presidente de Faso puede, previo aviso al primer ministro, al presidente de la Asamblea nacional y de la Cámara de representantes, someter a referéndum todo proyecto de ley que contenga cuestiones de interés nacional. En caso de que se adopte la antedicha ley, se procederá a su promulgación en el plazo previsto en el art. 48. (21 días siguientes a la adopción definitiva del texto. Este plazo puede reducirse a 8 días en caso de urgencia declarara por la Asamblea Nacional. Además, el presidente de Faso puede, durante el plazo de promulgación, pedir una segunda lectura de la ley o de algunos artículos; la petición no puede ser rechazada. Este procedimiento implica la suspensión de los plazos de promulgación. En defecto de promulgación de los plazos requeridos, la ley entra automáticamente en vigor después de la constatación del Consejo constitucional)”.

5.- Expresidente de Costa de Marfil (2000-2011).

6.- Político costamarfileño que fundó la Alianza de los Jóvenes patriotas por la Transformación Nacional. Un grupo de presión con gran capacidad reivindicativa en las calles.

7.- Partidaria de la Revolución francesa, del ala girondina a la que se le atribuye la frase “¡Oh libertad!, ¡cuántos crímenes se han cometido en tu nombre!, denunciando los excesos revolucionarios en la Asamblea, lo que le valió la guillotina en la época del Terror.

8.- Episodio histórico que se sitúa en el siglo XI, en el contexto de la lucha por el poder entre el Papado (Gregorio VII) y el Imperio (Enrique IV del Sacro Imperio Romano Germánico), con la denominada “Querella de las investiduras”, por la que el Papa se arrogaba el nombramiento de los cargos eclesiásticos, prohibiendo que el Emperador los designara, como hacía de ordinario. Enrique IV obvia la orden y el Papa lo amenaza con la excomunión. La actitud del Emperador provoca el descontento entre los príncipes alemanes y ante el riesgo de un levantamiento, Enrique IV le pide la absolución al Papa, acudiendo al Castillo de Canossa (Emilia-Romaña) como un feligrés arrepentido. Este hecho pasó a la Historia, como la “Humillación de Canossa”.

[Traducción y notas, Antonio Vázquez]

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