Recordando la masacre de Sharpeville

22/03/2017 | Crónicas y reportajes

ap3.jpgLos sudafricanos conmemoran el 55 aniversario de la masacre de Sharpeville el 21 de marzo, fecha en la que murieron 69 personas y otras 180 resultaron heridas por protestar contra el apartheid. El día está marcado en el calendario sudafricano como el día de los «Derechos Humanos», pero mientras los políticos llaman a la nación a recordar Sharpeville, lo que a menudo se olvida de ese sangriento día es tan importante como lo que se recuerda.

Los que fueron asesinados en Sharpeville, un municipio al sur de Johannesburgo, no fueron los únicos que murieron el 21 de marzo de 1960 en protesta por las «leyes de paso», un pasaporte doméstico que los hombres negros tenían que llevar y enseñar cuando les era solicitad, como parte de un sistema de segregación que restringía, en este caso, el movimiento.

En Langa, un barrio de chabolas cerca de Ciudad del Cabo, la policía también abrió fuego contra los manifestantes, matando a tres personas e hiriendo por lo menos a otras 26. Durante el caos, un conductor que transportaba a dos periodistas al municipio también fue asesinado.

En aquella época, el Congreso Panafricano (PAC), un grupo separatista del Congreso Nacional Africano (ANC), había pedido a los hombres negros que dejaran sus pases en casa y se entregaran a las comisarías, en abierto desafío a las leyes del apartheid.

Miles de personas participaron en las manifestaciones, en diferentes ciudades de todo el país, y la policía reaccionó con una brutalidad devastadora a los actos de desobediencia civil que habían amenazado con derrumbar la economía, construida a las espaldas de la mayoría negra.

«Como estudiantes jóvenes y militantes, sentíamos que había llegado el momento de combatirlo«, recordó Philip Kgosana, que cuenta ahora con 78 años y fue líder del Congreso Pan-Africano de Cabo Occidental en ese momento.

«Momento histórico»

Kgosana era un estudiante en la Universidad de Ciudad del Cabo, pero debido a las leyes del país no se le permitió vivir en la universidad. Le dijeron que podía asistir a las clases, pero fue «educadamente aconsejado a irse a vivir a Langa, con los trabajadores migrantes«.

Quienes lo recuerdan, dicen que el resentimiento era palpable.

«Fue un momento histórico en el que el PAC realmente tuvo el dedo en el botón«, dijo Shirley Gunn, del Colectivo en Memoria de Langa.

Tras los disparos, la ira en las calles sólo se encendió más. ap4.jpg

«Sentimos que se había cometido mucha injusticia, porque, por nuestra parte, no agredimos a la policía. Esa gente quiso echársenos encima sin siquiera escuchar nuestras quejas«, dijo Kgosana.

El municipio estalló. Los miembros del PAC se embarcaron en una huelga laboral muy dañina, ayudando a conseguir otra victoria. El gobierno suspendió la ley del pase, pero el PAC quería ir más lejos.

«Toda esa historia, si nos fijamos en toda la iconografía a su alrededor, va sobre pases en llamas. Y ese no era el punto principal de Sharpeville«, decía Gunn.

Después de los acontecimientos de Sharpeville y Langa, Kgosana dirigió, según las estimaciones, a entre 30.000 y 50.000 manifestantes en una marcha de 15 kilómetros, de Langa a la estación de policía de Caledon Square, en el centro de Ciudad del Cabo, el 30 de marzo.

Fue encarcelado y forzado a confinamiento en solitario durante 21 días.

«El 29 de marzo, la policía tomó la decisión de obligarnos a ir a trabajar, nos gustara o no. Apedrearon nuestras casas y golpearon a la gente. A la mañana siguiente, hablé con unas diez personas con brazos rotos y heridas en la cabeza. Fue algo repugnante«, dijo Kgosana.

El régimen del apartheid se apresuró en reconocer el sello revolucionario en lo sucedido en Sharpeville y Langa, pero decidió aplastar a la disidencia en vez de comprometerse o reformarse. Las consecuencias fueron a largo plazo.

«Se perdió una vez más la oportunidad de tener una negociación pacífica y de buena fe, justificando la necesidad de que el PAC y el ANC adoptaran una lucha armada, renunciando a la idea de resistir pacíficamente«, decía Emilia Potenza, del Museo del Apartheid en Johannesburgo. «Perdimos la oportunidad de negociar un cambio pacífico«.

En abril de 1960, el ANC y el PAC fueron prohibidos y forzados a pasar a la clandestinidad. Ambos partidos formaron grupos armados, queriendo revivir a la resistencia. Nelson Mandela se convirtió en comandante en jefe del ala armada del ANC, Umkonto-we-Size (MK). Tras su arresto, Mandela fue sentenciado a cadena perpetua por cuatro actos de sabotaje.

Langa, en el olvido

En los 70 y los 80, Langa se convirtió en un sitio más grande para la agitación y la disensión. El 21 de marzo de 1985, en el 25 aniversario de los hechos, por lo menos 21 personas fueron abatidas a tiros por la policía, al abrir fuego contra cientos de personas en una procesión funeraria que había sido prohibida por el Estado.

Midiendo el impacto de la masacre de Langa de 1985, Derek Catsam, del departamento de historia de la Universidad de Ogio, escribió que, mientras que los eventos de 1960 habían resultado en una «cultura de resistencia masiva«, la masacre del 85 se convirtió en «un catalizador para algunos de los años más tumultuosos de la historia de Sudáfrica«.

Los asesinatos del 85 se produjeron en un momento de intensa agitación en todo el país. Sudáfrica sufría disturbios civiles en muchos de sus municipios, una economía en serias dificultades y sanciones internacionales.

Avanzamos rápidamente 20 años, a 2015, y Langa está relativamente ausente de la conciencia nacional.

Para algunos, el anonimato de Langa en la historia de la lucha contra el apartheid pasa por la política de memoria selectiva. Mientras que el PAC ha luchado para ser relevante como partido en los 21 años de democracia de Sudáfrica, la preponderancia del ANC y su propiedad en la narrativa de la liberación han influido en cómo se cuentan estos capítulos de la historia sudafricana.

«El partido gobernante se ha vuelto a apropiar de la historia desde 1994 y estábamos buscando un nuevo conjunto de fechas para conmemorar«, dijo Gunn.

Olvidando el pasado

En 2010, Julius Malema, entonces presidente de la Liga de la Juventud del ANC y actual líder del partido de la oposición EFF, escribió que la masacre de Sharpeville «debe estar bien situada en la lucha liderada por el ANC«.

Kgosana dijo a Al Jazeera que entiende que la escala de la masacre de Sharpeville atrajese la atención del mundo, pero también pidió precaución con la política de la memoria selectiva.

«Sharpeville era de una escala tan grande que no había posibilidad de olvido. Golpeó a todo el mundo por el hecho de que pudieron ver la gravedad del sistema del apartheid y su crueldad«, decía.

En muchos sentidos, la historia ignorada en Langa es la historia de una África del Sur que todavía vive en los márgenes. Es en lugares como Langa que los fracasos de la democracia se hacen más evidentes.

Hoy, cerca del albergue de Langa, donde Kgosana vivió una vez como estudiante, un humilde monumento con un mural de él en medio de la protesta conmemora la marcha que lideró en su día.

ap2-2.jpgEl monumento también es ese raro lugar donde los residentes son capaces de aliviarse -hay un lavabo en la estructura-, porque el municipio carece de servicios sanitarios básicos.

Kgosana dijo que Langa está lejos de los sueños que tuvo como revolucionario de 23 años:

«La libertad es libertad cuando se tiene libertad social, económica, psicológica. Toda esa libertad es la que necesitamos. Y nuestra gente está muy, muy lejos de ella«.

Azad Essa – Ra @raediology

Fuente: Mail&Guardian

[Traducción y edición, Mario Villalba]

[Fundación Sur]


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