RDC: ¡«Los fabricantes de reyes» siempre están al mando!

29/11/2012 | Opinión

Por Jean-Pierre Mbelu, analista político

Como «los fabricantes de reyes», nosotros tampoco deberíamos distraernos. El capitalismo, siendo un componente de la matriz organizacional de las políticas occidentales de izquierda o de derecha, ha alcanzado su fase senil. Parece que esta senilidad es la consecuencia de un deseo permanente de rejuvenecimiento. El mundo cada vez se vuelve más policentrado y «los países emergentes» se reagrupan cada vez más, «los capitalistas seniles» esperan rejuvenecer alargando su saqueo a África con la ayuda de los hombres y mujeres ligios de este continente. Juegan mucho con nuestra ignorancia de la historia. Sin embargo, de momento, en el Congo de Lumumba ¡esto es inútil! Acabaremos por renacer y reaparecer. Nuestra historia ha demostrado que tenemos las capacidades para ello. ¡Casi siempre con las manos desnudas!

«Los fabricantes de reyes» no se distraen. Ven. Estudian. Consultan a sus think tanks sobre nuestro país. Profundizan en la historia de las fuerzas resistentes y trabajan sin descanso para destrozar todos los motores de la voluntad popular enamorada de la libertad y de la soberanía. Todo ello con la complicidad de los nuestros transformados en hombres y mujeres ligios.

En nuestro país, la historia se repite y su repetición nos descentra, nos desorienta y nos destierra a la mayoría. Esta historia que se repite quiere restablecer en los calendarios griegos su reescritura cóngolo-congoleña, lejos de los discursos académicos dominados por la hegemonía cultural occidental.

Sí. «Los fabricantes de reyes» no se distraen, ¡buscan la escritura de la historia de los vencedores!

En 1960, tras la victoria de Lumumba en las elecciones con sufragio universal, éste se convirtió en el hombre con el que había que acabar. Fue asesinado el 17 de enero de 1961. Este asesinato se negó en un principio. Más adelante, mucho tiempo después, fue reconocido y sus comanditarios identificados. Este asesinato destrozó la dinámica interna de nuestro país. Corrompió el resultado de la lucha de todo un pueblo a través de sus dignos niños por la libertad y la soberanía.

En contra de las apariencias, no todos los motores de esta lucha de autodeterminación y emancipación de la tutela de «los fabricantes de reyes» están destrozados. Los congoleños/as van a renacer de sus cenizas hacia los años 90 alrededor de la Conferencia Nacional Soberana. (Algunos de nosotros, a los que la hegemonía cultural occidental arrebató nuestros corazones y mentes, seremos el blanco de críticas acerbas en este rencuentro. Restablecerán su cuestionada soberanía diciendo que sus delegados no estaban con el aval de nuestro pueblo. ¡Harán como si las minorías organizadas y activas no fueran el pueblo! ¡Como si De Gaulle y la resistencia francesa en Gran Bretaña no fueran «Francia»!)

Este renacimiento estará marcado por una tragedia. El 16 de febrero de 1992, los cristianos, los hombres y las mujeres de buena voluntad serán asesinados por el ejército de Mobutu en las calles de Kinshasa. Su pecado capital: la fe en la Conferencia Nacional Soberana y su llamamiento para ver cómo prosigue con su trabajo. (A pesar de la sangre vertida por nuestros compatriotas el 16 de febrero de 1992, algunos de nosotros recondujimos las cancioncillas del tipo: «¡Los africanos y los congoleses no tienen espíritu de sacrificio!¡Qué raro!»).

Esta lucha, consecuencia de una dinámica interna, se ahogará en un baño de sangre provocado por la guerra de la AFDL (en 1996-1997) instrumentalizada por Ruanda, Uganda y Burundi, apoyados por sus padrinos estadounidenses y británicos. Éstos sólo juraban por el desmenuzamiento del Congo de Lumumba. Querían apoderarse de su parte «útil», de todo el este, para fomentar su salida de África del Este. Querían precipitar la división para que se convirtieran en un conjunto de pequeños estados débiles y fáciles de explotar. Simplemente querían hacer de ellos una reserva de materias primas abierta al mercado neoliberal, sin fe ni ley.

Si en cierto modo este proyecto ha salido bien (nuestro país está ocupado por los perros guardianes del neoliberalismo y está bajo tutela de la ONU), la defensa de sus fronteras continúa siendo un tema de actualidad. Oficialmente, los clientes del mercado neoliberal y de la democracia del mercado sostienen públicamente que las fronteras que nuestro país ha heredado de la colonización no son negociables. Sí. Lo dicen oficialmente. Extraoficialmente, con la mediación del M23/Ruanda-Uganda-Burundi, persiguen su guerra de baja intensidad. Este es su modus operandi: el doble discurso, lo extraoficial más eficaz que lo oficial.

¡Gracias a Dios! No llegan a destrozar la voluntad popular de la mayoría de nuestros pueblos y, especialmente, de aquellas minorías activas y organizadas. Además, en el 2011 «un resucitado», «un Tshtishi dado por enfermo, desfasado y obsoleto por los acontecimiento políticos» renacía de sus cenizas. Consiguió arrastrar con él a algunas partes políticas aliadas al seno, miembros de la sociedad civil y de la diáspora congolesa para el advenimiento de otro Congo. Se comprometió con un proceso electoral minado por «el clan Kabila» poniendo primero a todo un pueblo afligido por una guerra de depredación constante.

«Los fabricantes de reyes» no se distraían. Han visto primero a este pueblo cantando «tika ngai na voter ya Tshitshi». «Los fabricantes de reyes» han tenido miedo. Han sido presa del pánico. Y por tercera vez, han tratado de acabar con una dinámica interna de cambio de paradigma plebiscitando a un usurpador como presidente de la República tras el resultado de las elecciones (trampas para tontos) de noviembre a diciembre de 2011. Participaban en la masacre de nuestros compatriotas en el aeropuerto de Ndjili y en algunos barrios populares de Kinshasa, sin levantar un dedo para denunciarlos. «Estaban cerca de trabajar con Joseph Kabila y, aunque mataran un poco, apoyará a un amigo belga informado». Arnaud Zajtman encontrará las palabras justas para describir esta situación. Escribirá: «Faltan palabras para calificar la gravedad de la situación que prevalece actualmente en el Congo. La comisión electoral congoleña se dispone a anunciar la victoria del presidente saliente Joseph Kabila tomando como base los resultados fraudulentos rechazados por la mayoría de los congoleños, sentando así las bases del conflicto más sangriento que puede ocurrir, el que opone un mecanismo estatal a su población. Occidente, que desde hace diez años gasta más de un millón de dólares al día para la restauración de la paz y del Estado de derecho del Congo, mediante el mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas, se dispone a validar estos resultados, firmando así el fracaso de su propia política.[2]». En otras palabras, al aceptar los resultados fraudulentos de las elecciones de 2011, Occidente se enfrentaba a la mayoría de los congoleños. De hecho, Occidente demostraba de esta manera que nunca había estado a favor de la democracia popular. Por otro lado, el mismo Occidente está formado por un 1% de políticos, «manitas» del capital que gobierna. Este 1% adopta medidas de austeridad contra el 99%. Sus calles están rugiendo. Revela su verdadera cara. Se deja llevar por una política económica que ha alcanzado su fase senil (como tan bien lo definió Samir Amin).

Desde noviembre de 2011, es Occidente quien, con sus hombres y mujeres ligios en nuestro país, se pelea con la mayoría de nuestros pueblos. Vuelve a representar el juego de 1960-1961. Y Arnaud Zajtman lo había visto bien cuando escribió: «Asistimos a una situación parecida a la del Congo, donde los embajadores occidentales apoyan a Kabila frente a un Tshisekedi a quien juzgan imprevisible. Un juicio que recuerda al que Occidente profería hacia el Primer Ministro congoleño, Patrice Lumumba, en el momento de la independencia del Congo. [3]».

Saber lo que precede es importante, incluso indispensable. El presidente Tshisekedi (de hecho) habría conducido el cambio de las relaciones de fuerza entre nosotros y ese 1% de «manitas del capital». Disfrutaría de la legitimidad popular. He aquí lo que el 1% no ha aceptado y no está preparado para aceptar: el cambio de las relaciones de fuerza por una legitimidad popular. (Lo que habría permitido que nuestro pueblo se convirtiera en el verdadero soberano primario). A este 1% le encanta la legitimidad (neoliberal) adquirida mediante las armas que vende al 1% de «negros de servicio» del Congo y del África de los Grandes Lagos. Esta «minoría activa» en la sombra tiene mucho miedo de la democracia: es ruin. Esta es una de las razones por las que opera en la sombra dejando en primer plano a sus «negros de servicio». Otra razón: tiene miedo de su opinión pública (la diáspora hace un buen trabajo al organizar de vez en cuando marchas y sentadas durante las cuales se dirige al ciudadano occidental medio). Este 1% quiere destrozar el motor de la voluntad política de nuestros pueblos e imponerles otro «caballo de Troya» para fingir participar en el cambio que nuestros pueblos anhelan.

Hasta ese día, nuestros pueblos, en su inmensa mayoría, se han mostrado fuertes. Habrían sido más fuertes si hubieran tenido la información pertinente a tiempo. De momento, se arriesgan a ser regateados por los agentes del neoliberalismo preparados para el compromiso y los comprometimientos por sus agallas. ¿Qué hay que hacer? Primero, saber lo que ocurre, identificar los actores plenarios y los «negros de servicio», federarse en redes eficaces para reflexionar y por las acciones patrióticas a corto, medio y largo plazo. Sobre todo, no correr detrás del M23/Ruanda-Uganda-Burundi y de sus infiltrados congoleños. A continuación, contar con la persecución de la dinámica interna en este trabajo en red. Por último, organizar, poco a poco, una revolución cultural. Estas propuestas no excluyen aquellas que sean sensatas e inteligentes.

Mbelu Babanya Kabudi

1] J-C. WILLAME, «Les faiseurs de paix» au Congo. Gestion d’une crise internationale, Bruselas, Ed. du Grip, 2007.

[2] A. ZAJTMAN, Il est minuit moins une à Kinshasa, en La libre Belgique del 7 de diciembre 2011.

[3] Ibidem. El último libro de Charles Onana viene a corroborar la tesis de Zajtm en un libro titulado Europe, crimes et censure au Congo. Les document qui accusent, París, Duboiris, 2012.

Publicado en INGETA, el 20 de noviembre de 2012.

Traducido para Fundación Sur por Laura Moreno.

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