El ejército congoleño está sub-equipado, mal pagado, subalimentado, salvo la guardia presidencial. Ya se sabe que eso fue fatal en el Zaire.
Menos de un mes después del ataque al aeropuerto de Lubumbashi, capital de Katanga, el 4 de febrero, el domingo 27 de febrero, a las 13,40 se produjo un nuevo ataque en Kinshasa. Según informaciones recogidas por “la Libre Belgique”, de 20 a 30 hombres uniformados trataron de pasar la barrera de la Guardia presidencial cerca de una mansión del barrio elegante Gombe de Kinshasa, del presidente Kabila, que no se encontraba presente. Forzaron la barrera y fueron tiroteados en la barrera siguiente durante unos 20 minutos. Los asaltantes utilizaron armas ligeras, del tipo AK-47. Habría habido 6 ó 7 muertos.
Justo después de este ataque, hombre armados – no está claro que vistieran uniformes – trataron de introducirse en el campo militar de Kokolo, que es una de las bases logísticas más importantes del ejército. Los asaltantes fueron rechazados por la policía militar del campo.
Según nuestras fuentes, es verosímil que los asaltantes del campo Kokolo eran los mismos que los atacantes de Gombe y los incidentes serían la expresión del descontento de los militares a causa de sus condiciones de vida. En ausencia de aclaraciones oficiales, esta es la explicación que circula como más creíble también sobre los motivos de los acontecimientos acaecidos en Lubumbashi.
El proceso de paz en el Congo previó la integración en el ejército de un gran número de excombatientes armados, pero la intendencia no sigue. El presidente atiende a las condiciones de vida de su Guardia – verdadero ejército dentro del ejército, fuera de la cadena de mando normal -, pero la mayoría de miembros de las fuerzas armadas sobreviven en condiciones miserables.
Se ha establecido que el número de miembros del ejército es de alrededor 150.000 hombres, y no 350.000 como se pretendía en la transición (soldados “fantasma” cuyos salarios se quedaban en los bolsillos de algunos oficiales). Los soldados han pasado de cobrar 10 dólares a cobrar 50, cifra todavía insuficiente para alimentar a una familia. Los militares, desesperados, tratarían de zarandear el poder. El Congo no tiene medios para mantener decentemente un ejército de 150.000 hombres, pero parece inaceptable reducir esta cifra en un país tan grande. Por otro parte, está también el miedo a un ejército excesivamente poderoso, capaz de organizar un golpe de Estado. En consecuencia, el ejército congoleño está en una situación similar a la que estaba con Mobutu: sub-equipado, mal pagado, subalimentado.
Se multiplican los rumores y algunos denuncian que lo sucedido ha sido un “montaje” destinado a autorizar una represión de los adversarios del régimen, nueve meses antes de las elecciones presidenciales. Las autoridades han anunciado que ha habido 30 detenciones y hemos asistido a un aumento de cifras sobre los asaltantes; el portavoz del gobierno ha hablado de unos 60 y fuentes de la ONU de un centenar.
Marie-France Cros (La Libre Belgique)
(Resumen de un texto aparecido en KongoTimes 03/03/2011)
Traducción y resumen de Ramón Arozarena.
