RDC: Basta un mínimo de voluntad

3/12/2012 | Opinión

Un final sin sorpresas

Goma, capital del Kivu Norte cayó en manos del grupo M23, apoyado por Ruanda y Uganda. Se trata del amargo epílogo de una serie de complicidades y traiciones y también de una política internacional esclava de intereses económicos ligados a un sistema de capitalismo salvaje, que sobrevive sobre los cadáveres de un pueblo, cuya tierra es rica en minerales esenciales para la tecnología actual. La caída de Goma no es sorprendente. Desde 1996, el Kivu ha sido objeto de agresiones e invasiones por parte de Ruanda y Uganda, que han causado millones de muertos, desplazados, refugiados, saqueos y violaciones.


Como los tres monos

Frente al sufrimiento del pueblo congoleño, la comunidad internacional se ha mostrado siempre indiferente y pasiva, más preocupada por financiar la construcción de hoteles confortables y edificios suntuosos en Kigali, Ruanda, donde albergar las oficinas de exportación de los minerales saqueados en el Kivu y etiquetados en Kigali como si fueran una producción ruandesa. Kigali se ha convertido en una plataforma para el comercio internacional mafioso de la casiterita, del coltan y del oro, extraídos en el Kivu. Occidente ha confiado este sucio trabajo a Kigali. Por eso, a pesar de ser consciente de los crímenes que comete el régimen ruandés en el Congo, Occidente hace como que no sabe, no oye, no ve. Es lo que ha hecho en el Consejo de Seguridad de la ONU, argumentando que no hay una prueba clara de la implicación de Ruanda en el conflicto del Kivu.

Que nadie diga: “Yo no lo sabía”

Sin embargo, el informe final del grupo de expertos de la ONU, publicado oficialmente el 21 de noviembre, ha confirmado la implicación directa de Ruanda y su apoyo a los rebeldes del M23 (reclutamientos, facilitación de deserciones de las FARDC, suministro de armas y municiones, consejo políticos). La cadena de mando va desde Bosco Ntaganda al Ministro de Defensa ruandés, James Kabarebe. La comunidad internacional no puede permitirse esconder este informe en un cajón o arrojarlo a la papelera; no puede continuar haciendo como que el informe no existe y decir “no lo sabía”. Sabe perfectamente que el tan alabado desarrollo económico de Kigali, el Singapur de África, está basado en el contrabando de los minerales del Kivu; el precio vergonzoso de dicho desarrollo son las numerosas víctimas inocentes congoleñas.

Compromisos urgentes

Así pues, la comunidad internacional debe revisar su política con relación a Ruanda y no debe cooperar con un régimen criminal. Tras la aparición en junio de la primera parte de un informe, algunos países habían adoptado tímidas medidas frente a Ruanda. Sin embargo, ya no se pueden limitar a acciones simbólicas: la situación exige una acción más firme contra los países, en particular contra Ruanda, que contribuyen a la inestabilidad en la RD Congo. EurAC, la red europea de asociaciones a favor del África central, ha pedido a la UE, a sus Estados miembro y al conjunto de la comunidad internacional:

• que condenen el apoyo de Ruanda y Uganda al M23 y exijan a estos dos países que cesen en este apoyo.

• que se suprima el apoyo presupuestario de la UE a Ruanda, dado que el respeto de los derechos humanos y de la democracia deben ser las condiciones necesarias para otorgar ayuda presupuestaria.

• que se solicite al comité de sanciones de la ONU que prevea sanciones selectivas contra altos responsables ruandeses (entre ellos el general James Kabarebe), ugandeses y congoleños, implicados en la desestabilización del este de la RDC y en la comisión de crímenes contra las poblaciones civiles.

Hay otras organizaciones de la Sociedad civil que reclaman sanciones todavía más severas como la imposición del embargo de armas a Ruanda, la suspensión de las importaciones de minerales exportados por Ruanda y la anulación del nombramiento de Ruanda como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.

Unas sanciones severas serían mucho más eficaces que la organización de operaciones militares. Bastaría un mínimo de voluntad.

Editorial de Congo Actualité nº 167

25 noviembre de 2012

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