RD Congo – Ruanda: El espantajo «FDLR» y las verdades inconfesables

16/11/2015 | Opinión

El semanario Jeune Afrique ha publicado el testimonio de un tránsfuga de las FDLR. Según sus palabras, la rebelión hutu que opera en el Este del Congo contaría con 5.000 combatientes en las provincias de Kivu-norte y Kivu-Sur. Añade que el movimiento se beneficia de la complicidad del ejército congoleño (las FARDC). En un contexto en el que Kagame, presidente de Ruanda, patalea de impaciencia por volver a enviar su ejército al Este de la República Democrática del Congo (RDC), la publicación de Jeune Afrique debe leerse como una operación destinada a preparar las mentes para que, llegado el momento, un eventual nuevo despliegue del ejército ruandés en suelo congoleño sea considerado como “legítimo”.

Una parte de esta estrategia quedó descubierta con ocasión del encuentro de los ministros ruandés y congoleño de Defensa los días 23 y 24 de septiembre en Kigali. Los dos ministros acordaron que “se celebrará una reunión de jefes de estado mayor, apoyados por los jefes de información militar, en Kigali lo antes posible para erradicar las FDLR”.

El análisis presente tiene por doble objetivo contrarrestar las contra-verdades vehiculadas por algunos medios y restablecer algunas verdades sobre la cuestión de la FDLR.

Las FDLR: ¿cuántos son?

Las Fuerzas democráticas para la liberación de Ruanda (FDLR) son una rebelión hutu que actúa en el Este de la RDC. Movimiento muy activo en sus inicios, se ha debilitado considerablemente y rápidamente ha dejado de representar una amenaza creíble para el régimen de Kigali, según confesión. Ya en 2002, los expertos de la ONU ponían de relieve que la lucha contra las FDLR no constituía el verdadero motivo de la intervención militar ruandesa en el Este del Congo. Las razones estaban en otro orden de cosas, como veremos.

Con relación a los efectivos, no hay estimación alguna que hable de 5.000 miembros en esta rebelión. En agosto de 2015, el ministro de Comunicación, Lambert Mende, estimaba el número de combatientes de las FDLR en 400. Por su parte, los expertos de la ONU, en enero de 2015, estimaron la cifra de 1.500 elementos. Debilitados, mal equipados y convencidos de que no ganarán militarmente, las FDLR han aceptado desarmarse y agruparse en diferentes lugares en la perspectiva de una repatriación a Ruanda o de su instalación en un país tercero. Pero, ¿por qué seguir agitando el espantajo de las FDLR? Por una simple razón: este movimiento hutu es objetivamente un aliado del régimen tutsi-ruandés en sus pretensiones expansionistas hacia el Este del Congo.

FDLR: los aliados de Kigali

Hay una cuestión que siempre ha sido tabú. Desde hace dos décadas, Ruanda se ha ilustrado como gran exportador de minerales, que no se encuentran en su subsuelo y que sí se encuentran en el subsuelo del Congo vecino. Los territorios donde se encuentran los yacimientos estaban bajo control de las FDLR; lo que significa que las FDLR vendían, directa o indirectamente, los minerales que saqueaban en el Este de la RDC a Ruanda. Ruanda quiso aprovisionarse directamente, yendo a la fuente, sin pasar por las FDLR. Pero, para que su presencia e intervención militar en el Este de la RDC fueran consideradas como “aceptables”, se encargó de fabricar falsas persecuciones de tutsi; el genocidio ruandés seguiría produciéndose en suelo congoleño a cargo de los “malvados” de las FDLR. Pero, tras los horrores de los que es responsable el ejército ruandés en el Este de la RDC (véase el Rapport Maping -20) el mito de “tutsi, buenos – hutu verdugos” solo lo creen los ingenuos.

Lo que Kagame hace en el Congo son negocios. La población congoleña es la única verdadera víctima de la presencia en suelo congoleño de las FDLR; presencia que otros grupos utilizan como espantajo para tapar intereses inconfesables. Kigali crea rebeliones tutsi para ocupar zonas mineras y garantizar su aprovisionamiento a partir de la fuente misma. Pero, las poblaciones autóctonas congoleñas se organizan en milicias de autodefensa para rechazar a los invasores. Entonces, Kigali debe encontrar una estratagema para justificar el despliegue de sus fuerzas en las zonas mineras. Lo hace o bien de acuerdo con Kabila o mediante la integración en el ejército congoleño (FARDC) de tutsis, que son verdaderos agentes del gobierno ruandés; estos agentes, en tanto que ciudadanos congoleños, son destinados a las zonas mineras codiciadas por Ruanda. Se ha llegado al hecho de que en el Este de la RDC la mayoría de oficiales de las FARDC son o ruandeses o congoleños, con lazos filiales con Ruanda o ligados a intereses del régimen de Kigali.

¿Un enemigo imaginario?

De hecho, este asunto de las FDLR, con sus complicidades internas y externas, solo puede arreglarse por un gobierno responsable en Kinshasa. Si bien la opción militar debe plantearse, también debe abordarse la acción diplomática, política y judicial. Ruanda debe abrir su espacio político al conjunto de sus opositores.

FDLR.jpgEn el plano militar, las FDLR no representan más que un máximo de 1.500 individuos frente a un ejército de la RDC (140.000 soldados) apoyado por 20.000 cascos azules de la MONUSCO. Ante semejante desproporción hay que reconocer que la persistente presencia de las FDLR es conscientemente mantenida. En el plano político, la solución está en el regreso de las FDLR a su país, Ruanda. Se trata mayoritariamente de adolescentes y jóvenes que o no habían nacido o eran niños como para acusarles de haber participado en el genocidio de 1994. Ruanda debe aceptarlos, son sus ciudadanos y debe garantizarse su seguridad.

Por lo tanto, seguir agitando el espantajo de las FDLR, cuando militar y políticamente, las soluciones están sobre la mesa, lleva a uno a hacerse la pregunta: “¿de quién se están riendo”?

Musavuli

AgoraVox

[Traducción y resumen: Ramón Arozarena]

[Fundación Sur]

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