Pensadores actuales como: J. M. Castillo y J. I. Gonzalez Faus han analizado y escrito sobre el racismo en nuestras sociedades y coinciden en señalar algunas causas más profundas de esta actitud y comportamiento humano.
En primer lugar, argumentan que: «El racismo no nacía del color de la piel, sino más bien, de la necesidad de explotar a otros seres humanos para poder enriquecerse».
Estos orígenes del racismo parecen probar que el problema fundamental no es el desprecio por el color de la piel: el problema es la necesidad de tener esclavos, porque eso es fundamental para nuestra economía.
El racismo, según el diccionario de la RAE, es un sentimiento exacerbado del «sentido racial» de un grupo étnico, que habitualmente causa discriminación o persecución contra otros grupos étnicos. La palabra designa también la ideología política basada en ese sentimiento, y se refleja en el abuso de otras personas.
También Marx hablaba con insistencia sobre: “el determinante económico en última instancia”. Y si a alguien le molesta eso de citar a Marx, sustitúyalo por esta otra cita aún más clara y del Nuevo Testamento: “la raíz de todos los males es la pasión por el dinero” (1 Tim 6,10).
Luchar contra los símbolos es más fácil que luchar contra la realidad y parece que es un buen método de descargar la propia conciencia, sin llegar a la raíz del problema.
Despreciamos: ciertos logos, banderas, etiquetas, instituciones, y colores, porque no aceptamos algunos grupos sociales, que consideramos inferiores, y que nos impiden un mayor control de los recursos, y porque es muy arriesgado trabajar por la justicia social y por la integración de todos.
«El problema no es el desprecio por el color de la piel: el problema es la necesidad de tener esclavos, porque eso es fundamental para nuestra ambición económica.
Las diferentes razas y etnias, con diferentes culturas, rasgos genéticos y colores, siempre han existido a lo largo de la historia. Las tensiones y hasta las confrontaciones, a veces violentas, entre los diversos grupos étnicos también han sido parte de la historia en todos los pueblos.
El problema no son las razas diferentes que suponen una gran riqueza, sino el racismo que consiste en mirar y tratar al otro grupo étnico, como “inferior y enemigo”, al que podemos controlar y utilizar como esclavos al servicio de nuestros propios intereses.
La raíz del racismo y de toda exclusión social, brota de nuestra actitud ante la vida y los demás, así como de la falta de auténticos valores humanos y de fe, que manifestamos en nuestro comportamiento.