Rápido envejecimiento en el Magreb: apuestas

15/05/2012 | AfroIslam

El envejecimiento demográfico, otra apuesta para el Magreb
15/05/2012 Le Monde.fr Por Mehdi Ben Brahim, Profesor Adjunto de la Universidad de Túnez Cartago

Motor de la Primavera árabe, la juventud está en el centro de todas las atenciones. En Túnez, pero también en Argelia y en Marruecos, los efectivos del grupo de edades de los 15-24 han alcanzado un pico histórico y los que llegan al mercado del trabajo y de la vivienda no han sido jamás tan elevados. Paro masivo, escasez de viviendas, la inserción es difícil para esta juventud y la frustración muy viva. Pero la transición demográfica en curso lleva también otros dos factores que merecen su atención, que son la caída de la fecundidad y el alargamiento de la esperanza de vida.

En 1970 en el Magreb, el coeficiente de fecundidad era del orden de 7hijos por mujer; en 2010, en los tres países es próximo a 2 hijos por mujer. En el curso del mismo período, las esperanzas de vida en los tres países del Magreb se elevarían muy rápidamente, de alrededor de 53-55 años a 71-74 años. De esta manera, otro movimiento demográfico se está dibujando, el del envejecimiento de la población: los efectivos de las clases jóvenes van a disminuir, las de las clases por arriba aumentar.

La comparación con la demografía francesa revela la intensidad y la rapidez de este envejecimiento: de 1980 a 2040, es decir en 60 años, le dependencia demográfica de Francia debería ser multiplicada por dos, pasando de 20 a 40 %. En solo 30 años, de 2020 a 2050, la dependencia demográfica del Magreb se multiplicaría por tres.

¿Cuál es la situación económica actual de las personas de edad en el Magreb?

Los países del Magreb disponen de regímenes de jubilación tanto para los sectores públicos como para los privados. Fueron creados para los funcionarios del siglo XIX o comienzos del XX por Francia. Para el sector privado, la instauración de los regímenes obligatorios de jubilación solo intervino en Argelia y muy tardíamente en 1953. Después de la Independencia, los gobiernos de los tres países consolidan los regímenes existentes y, cuando no existen, crean regímenes obligatorios para el privado.

Los regímenes magrebíes funcionan en forma de repartición, financiados por la cotización, tanto del patrono como de los empleados, basados en los salarios. El funcionamiento de estos regímenes es idéntico a los regímenes de base francés tal como de la CNAV o el régimen de los funcionarios, con diferencias del mismo orden entre privado y público. En los tres países, la edad legal de abertura de los derechos a la jubilación es de 60 años. La pensión de un jubilado representa, según nuestras estimaciones, cerca de 50 % del salario medio en los tres países, pero como toda media esta esconde grandes diferencias entre el público y el privado, entre hombres y mujeres y según la naturaleza de la carrera.

La desigualdad más fuerte opone los que están cubiertos por un régimen de jubilación con los que en el sector informal, por definición; no han cotizado. En 2008, menos de la mitad de 60 años y más beneficiaban de una cobertura de jubilación en Argelia y en Túnez, pero solamente uno de cuatro en Marruecos. Entre los autónomos, comerciantes, agricultores, son raros los que cotizan. Pero en las sociedades magrebíes, la solidaridad intergeneracional se manifiesta primeramente más allá del sistema de pensiones, en particular por la cohabitación de las generaciones en una misma vivienda: en los tres países, cerca del 90 % de las personas de edad viven con sus hijos. La ayuda financiaría de los hijos, particularmente de los emigrantes, constituye la primera fuente de entradas de la población de edad en Marruecos y en Túnez.

El envejecimiento esperado en las próximas décadas conlleva gérmenes de dos apuestas, el equilibrio de los regímenes actuales y la extensión de la cobertura. Los regímenes de jubilación van a ver cómo aumentan más rápidamente el número de jubilados que el número de los cotizan poniendo en peligro su equilibrio financiero probablemente a muy corto plazo para algunos, y en un horizonte no más lejano que el 2040 para otros. En el curso de la última década, las cajas de pensiones han comenzado a adoptar decisiones que las conocemos muy bien en Europa: subida de los coeficientes de cotización, supresión de jubilaciones anticipadas, endurecimiento del modo de cálculo del salario de referencia.

El gobierno marroquí iniciado un debate para elaborar una reforma de jubilaciones; Argelia y Túnez están pensándolo. La subida de la edad de jubilación es también uno de los temas de las discusiones.

La segunda apuesta, la de la extensión de la cobertura es inexistente. ¿Cuáles serían los términos? La llegada de las clases numerosas al mercado del trabajo conduce al desarrollo del mercado del trabajo informal, y si nada cambia, una gran parte de estas clases de edad no dispondrán de ninguna cobertura de jubilación a los 60-65 años. Con la diferencia de las clases de edad de que estas generaciones tienen solo dos hijos. La solidaridad familiar será más difícil con dos hijos que con siete, sobre todo tomando en cuenta que la evolución en curso conduce a adoptar un modelo familiar nuclear.

Podemos pensar que confrontados con nuevos modelos de vida este modelo nuclear, con más movilidad y liberado de las cadenas tradicionales, sea cada vez menos apta para hacerse cargo de las personas de edad que además vivirán más tiempo. La extensión de la cobertura de la jubilación automáticamente se convierte en una necesidad.

¿Cómo habría que extenderla?

Los regímenes de pensión de los países magrebíes reposan exclusivamente sobre la afiliación profesional, fórmula ésta que no está adoptada a los empleos del sector informal caracterizado por los salarios bajos y que escapan a toda reglamentación. Ciertos países de América Latina o África han puesto en marcha unas pensiones universales o pensiones apuntando a las personas de edad que serían las más pobres.

A lo mejor, habría que inventar caminos nuevos, adaptados a las estructuras económicas y sociales del Magreb, emparejando por ejemplo la adhesión a un régimen de pensión con efectos a largo plazo con incentivos a efectos más inmediatos, en el campo de la vivienda o de la salud.

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