Quienes y por qué nos están llevando al desastre, por Joan Carrero Saralegui, presidente de Fundació S’Olivar

20/11/2012 | Bitácora africana

Albert Einstein acertaba una vez más cuando ironizó sobre el hecho de que las inercias mentales son aun más fuertes que las poderosas inercias físicas. Esto es especialmente cierto cuando se trata del imaginario colectivo. Haga usted mismo la prueba. Explique a alguien que el general estadounidense Wesley Clark, que llegó a ser comandante supremo de la OTAN durante la guerra de Kosovo, denunció que algunos altos cargos de su Gobierno, como Donald Rumsfeld y Paul Wolfowitz, le habían revelado que ya estaba planificada la destrucción de los gobiernos de siete países: además del Afganistán ya atacado, y continuando por Irak, Siria, Líbano, Libia, Somalia y Sudán, el proyecto terminaba con el ataque a Irán. Yo ya hice esa prueba. Reacción de mi interlocutor: “Eso es discutible”. Fue el traductor quién tuvo que intervenir: “Juan simplemente se ha referido a lo que dijo el general ante una cámara de televisión. ¿Qué sería lo discutible, qué al general se le haya hecho tal revelación o que él lo haya denunciado públicamente?”.

Usted también podría exponer a alguien las conclusiones que hizo públicas la Comisión del Congreso estadounidense que investigó la actual crisis financiera. En ellas queda claro que la crisis no fue el resultado de una especie de fuerzas naturales impredecibles o de los inexorables procesos de “los mercados” sino de las actuaciones irresponsables y deshonestas, e incluso a veces ilegales, de muchos responsables de la banca y las finanzas, con la colaboración del estamento político. La principal de estas actuaciones fue la desregulación de los controles estrictos ya existentes sobre las políticas de supervisión de créditos e hipotecas de alto riesgo. La Comisión concluye que las estructuras básicas del sistema financiero que llevaron al derrumbe no solo siguen firmemente en pie sino que la concentración de activos financieros es significativamente mayor ahora que antes de la crisis. Yo hice también la prueba, esta vez con alguien muy cercano. Reacción: “Eso huele a conspiración; lo que nos dicen quienes saben de economía e intervienen cada día en las televisiones, radios y diarios es que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y que ahora estamos sufriendo las consecuencias”.

Por uno de esos extraños sincronismos, mientras escribo, se proyectan en el canal National Geographic las imágenes de los últimos días del Régimen nazi y del Imperio japonés. Contemplo el estupor del pueblo alemán y del japonés tras el desmoronamiento de sus absurdos imaginarios, forjados gracias a tanta y tan poderosa propaganda. Sus universos, en torno a su führer y a su emperador, eran al parecer los mejores posibles. También, hace cuatro décadas, un hombre recto, un analista del Departamento de Defensa, Daniel Ellsberg, chocó contra la misma obcecación cuando entregó al secretario de Estado de Defensa, Robert McNamara, las conclusiones de su investigación sobre la marcha de la guerra de Vietnam: no es que Estados Unidos esté apoyando a “los malos”, es que nosotros somos “los malos”. A continuación filtró 30.000 documentos secretos del Pentágono, convirtiéndose así, según su compañero-enemigo Henry Kissinger, en “el hombre más peligroso de América”.

Es el mismo esquema que hemos visto repetirse recientemente con las revelaciones de WikiLeaks, que dejan en evidencia el proyecto de dominación mundial del Imperio occidental y sus grandes manipulaciones de la información. Julian Assange afirma que dicho Imperio es un monstruoso Estado de seguridad oculto cuyo centro de gravedad está en Estados Unidos pero cuyos tentáculos se extienden cada vez más por todo el mundo. Se calcula que Estados Unidos tiene 817.000 personas trabajando en labores de seguridad top secret. Este Imperio anglosajón, que no repara en agresiones internacionales, crímenes masivos o golpes de mercado, pasará. Los grandes financieros-“filántropos” (“los mercados”), que son el verdadero núcleo profundo de ese Imperio, pasarán. Al igual que todos los tiranos que han aparecido a lo largo de la historia. Pero mientras nuestra gran masa social no sea capaz de reconocer claramente quiénes y por qué nos están llevando al desastre, el sufrimiento de nuestros pueblos se prolongará aún durante años. Mi último libro, La Hora de los grandes “filántropos”, es mi modesta aportación en esta importante batalla.

Autor

  • Carrero Saralegui, Joan

    A finales de 1973, a sus 22 años, conoce el movimiento de la no-violencia a través de Lanza del Vasto, el discípulo europeo de Gandhi, y de la comunidad del Arca. Allí encuentra también a Susana Volosín, con la que más tarde contraerá matrimonio. Un año después se declara el tercer objetor de conciencia del Estado español (a excepción de los Testigos de Jehová). Durante más de tres años, Juan y su esposa viven y trabajan en las estribaciones de los Andes argentinos, con los indígenas quechuas. Era prófugo de la justicia militar española y, con estos años de servicio avalado por la Diócesis de Mallorca, intentaba forzar un servicio social sustitutorio. Eran los años en los que el general Videla y sus compañeros golpistas asolaron Argentina y asesinaron a decenas de miles de personas. Otros miles, como su amigo y compañero del Movimiento de la No violencia Adolfo Pérez Esquivel (futuro premio Nobel de la paz del año 80), pudieron finalmente contarlo.

    En 1992 constituye en Mallorca, junto a otros compañeros, la Fundació S´Olivar, que desde entonces preside. Desde 1994, conmovido por la gran tragedia que se vive en el África de los Grandes Lagos, ha liderado diversas acciones de denuncia y presión, como dos marchas de casi 1.000 kilómetros cada una y un ayuno de 42 días ante el Consejo de Ministros de la Unión Europea en Bruselas, a principios de 1997, como última y extrema medida de presión para denunciar el inacabable genocidio en esa región, cada vez más olvidado. Esta última acción contó con el apoyo de 19 Premios Nobel, de los diversos grupos políticos del Parlamento Europeo y de su presidente, decenas de personalidades internacionales y cientos de ONGs. Ha escrito múltiples artículos de opinión, impartido conferencias, participado en congresos, jornadas y otros foros de debate. En marzo de 2010 fue publicado su libro África, la Madre ultrajada. Ha recibido numerosos premios y reconocimientos.
    Desde el 2000 al 2010, Adolfo Pérez Esquivel y otras personalidades han presentando su candidatura al premio Nobel de la Paz. Ésta recibió el apoyo de multitud de instituciones (nacionales como el Congreso de los Diputados o autonómicas como el Govern Balear), organizaciones (tanto ruandesas como europeas), obispos y congregaciones misioneras, juristas (como Baltasar Garzón o Margarita Robles), universidades y personalidades (como Vicente Ferrer, Ramón Panikkar, José Mª Mendiluce, y muchos otros tras ellos tres) preocupados por la tragedia que no cesa en el África de los Grandes Lagos.

    En estos últimos años Juan Carrero ha promovido la creación el “Forum Internacional para la Verdad y la Justicia en el África de los Grandes Lagos”. En opinión de muchas organizaciones y de auténticos expertos sobre este conflicto, sus acciones (de Justicia internacional y de Diálogo Intra Ruandés) son de las más importantes que se realizan actualmente en favor del retorno de la paz y la democracia en Rwanda y para el fin de sus continuas agresiones a la RD del Congo. Mediante la denuncia, social e incluso judicial, el Forum pretende que unos aliados africanos criminales, como son los dirigentes del FPR (Frente Patriótico Rwandés), sean cada vez más incómodos para aquellos que la apoyan y protegen. Sin esos poderosos padrinos el FPR, responsable de millones de víctimas, no podrá mantener su hegemonía criminal en toda la región.

Más artículos de Carrero Saralegui, Joan