¿Quiénes son los corruptos? Un buen gobierno primero lo es en casa.

27/11/2014 | Opinión

Declararse líder en cooperación internacional para el desarrollo mientras se presiden estructuras que permiten la pérdida de billones de dólares en África, ¿no es esto una forma de corrupción en sí mismo?

En Julio, escribí sobre una investigación (http://thinkafricapress.com/development/who-aids-whom-exposing-truth-africa-192-billion-losses) publicada por Health Poverty Action en colaboración con otras 12 ONGs del Reino Unido y de África. En este trabajo se comparaban las pérdidas financieras anuales de África con el resto del mundo, en comparación con las ayudas y otros recursos que entran en el continente. Se demuestra como África tiene unas pérdidas netas de 58 billones de dólares cada año, gran parte de las cuales son resultado de las políticas y prácticas de los países donantes. Mi artículo, junto al informe más ampliado, sostiene que esto plantea un reto para al profundo y arraigado discurso del Reino Unido y otros países donantes sobre la manera en que ellos “ayudan” África.

Este artículo y la investigación en su conjunto han generado opiniones diversas. La mayoría de ellas han sido positivas, al definirlo como “valiente”, “muy necesario” y “primordial”. También hemos recibido críticas en donde se nos acusa de no haber analizado bien la corrupción en África al señalar únicamente los países donantes; acusaciones tanto de lectores africanos como europeos. Algunos han sugerido incluso que al destacar el papel de los países del norte, por encima de la pérdida de recursos en África, hemos reforzado un discurso paternalista que define las acciones del norte como aquéllas necesarias para “salvar” África; justo el punto que queríamos debilitar. Por todo esto, me gustaría aclarar la intención del informe así como también que, como ONG con sede central en el Reino Unido, consideramos que el papel de las organizaciones como la nuestra se encuentra dentro de este debate.

En primer lugar, el objetivo del informe nunca fue el de examinar todas y cada una de las diferentes razones que causan la pobreza en África. En realidad, queríamos destapar el engañoso discurso que falsamente se divulga sobre las generosas ayudas que recibe África del resto del mundo, mientras se ignora su principal papel en la situación de pobreza del continente africano. Esto no significa que la corrupción en África no sea un problema; por supuesto que lo es y también es totalmente legítimo y necesario, que la sociedad civil africana atienda este problema. Existen una gran cantidad de organizaciones africanas que están trabajando para que los líderes africanos presten atención a este problema. Si mi artículo hubiera sido escrito por una de estas organizaciones, habría sido diferente. Pero no formamos parte de la sociedad civil africana, aunque trabajamos cerca de ella. Para mí, sentarme en Londres y señalar las cifras de los líderes africanos sin hacer referencia a las acciones de mis propios líderes sería hipócrita y pasaríamos por alto todo el contexto: las estructuras, políticas y prácticas mundiales que impulsan la corrupción en África, a menudo bajo la jurisdicción de los países del norte.

Por ejemplo, mediante las Dependencias de la Corona y los Territorios de Ultramar, el Reino Unido es responsable de diez paraísos fiscales, más que cualquier otro país. El secretismo y la falta de responsabilidad de las estructuras de los paraísos fiscales permiten que las corporaciones y élites millonarias puedan sacar su dinero de África para guardarlo en paraísos fiscales.

Estas estructuras facilitan todavía más la corrupción, proporcionando un canal por donde pueden fluir los beneficios del crimen, la corrupción y las armas. Un análisis del Banco Mundial sobre 213 casos de corrupción a gran escala entre los años 1980 y 2010 descubrió que el 70% de los casos usan sociedades anónimas falsas ((http://www.globalwitness.org/sites/default/files/library/anonymous_companies_03_2014.pdf). Las registradas en el Reino Unido y sus Dependencias de la Corona y los Territorios de Ultramar representaban los segundos infractores de mayor peso, después de los Estados Unidos.

En 2013, el Reino Unido todavía facilitó más el camino a las empresas británicas, entre las más activas en África, en cuanto a la evasión de impuestos en el extranjero, eliminando las regulaciones que obligaban a las compañías que repatriaban los beneficios al Reino Unido mediante paraísos fiscales a pagar la diferencia entre las tasas de los paraísos fiscales y las del Reino Unido. Ahora esta ley sólo se aplica a los beneficios obtenidos en el Reino Unido, lo que significa que una empresa con sede en el Reino Unido y sucursales en África puede mover el dinero de África a los paraísos fiscales sin pagar tasas extras cuando estas ganancias vuelven al Reino Unido. Se pronostica que este sólo cambio cuesta 4 billones de dólares extras a los países del sur cada año.

Algunos también consideran que la misma Ciudad de Londres actúa como un paraíso fiscal por su parcial exención de regulaciones de transparencia, por el extraño hecho de que sus corporaciones pueden votar junto a sus ciudadanos en las elecciones locales, y por su dudoso honor de tener el único representante no elegido sentado en la Cámara de los Comunes; una figura llamada “Remembrancer” (Rememorador) que tiene como funciones influir en la legislación a favor del sector financiero de la Ciudad de Londres.

Estos hechos no aparecen con mucha frecuencia en los medios de comunicación británicos. Aunque, por otro lado, la información sobre la corrupción en África nunca falta. Se publican repetidamente artículos que tratan sobre la corrupción de los países que reciben ayudas británicas, dando pie a la idea de que los contribuyentes del Reino Unido están repartiendo dinero en África, únicamente para que luego sea malgastado por estos países corruptos. Este discurso también aparece en círculos de profesionales de la cooperación en los cuales se habla sobre la “buena gobernanza” como si fuera una cuestión que sólo afecta a los países extranjeros, mientras el Reino Unido es aplaudido, a menudo por parte de las ONGs ubicadas en el país, como un líder en cooperación internacional.

Este engañoso mensaje alimenta un discurso falso y paradójico. Pretender ser líder en cooperación internacional para el desarrollo mientras se presiden estructuras que facilitan pérdidas anuales de billones de dólares en los países más pobres del mundo, ¿no es esto una forma de corrupción por sí mismo? Seguramente no figura en el Índice de Corrupción pero únicamente porque es más sutil, más generalizado, y basado en unas profundas y consolidadas estructuras de poder.

No es nuestra intención sugerir que los líderes africanos no tienen ninguna culpa o que solamente los países del norte pueden solucionar los problemas de África. No obstante, no dudamos en que juegan un papel muy importante. Si el Reino Unido acepta el título de líder en cooperación internacional, primero debería poner orden en su propia casa. Es hora de que se responsabilicen de sus acciones y es hora de que nosotros, los del norte, nos responsabilicemos de las nuestras.

Judith Cavanagh

Think Africa Press

[Traducción, Anna Orri]

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