Ruphin Fortunat Zafisambo, un general de brigada del ejército, ha sido nombrado primer ministro por Andry Rajoelina durante un periodo de fuertes protestas en Madagascar a manos de la generación Z. A este nuevo primer ministro se le ha confiado un tiempo de seis meses para restaurar el orden en las calles de Madagascar. Al tratarse de un militar, se dice que su nombramiento busca imponer una solución autoritaria a la crisis de protestas vivida en el país.
Zafisambo tiene una formación militar sólida. Inició sus estudios en la Academia Militar de Antsirabe, en Madagascar, y continuó su formación en Francia y Argelia, así como realizó cursos especializados en Montpellier. Se comenta que destaca más por sus habilidades burocráticas que por las militares, pues nunca llegó a ocupar una posición de mando en el ejército. Una curiosidad es que también ejerció de organizador de fiestas y DJ, al igual que el actual jefe de Estado.
El mismo Zafisambo declara que nunca se imaginó como primer ministro y se describe como una persona de alta lealtad. Su ascenso dentro del mundo de la política se debe a su relación con el presidente de la Federación Malgache de Baloncesto, quien a su vez es el hermano del ex primer ministro saliente, que le ayudó a abrirse un hueco en el gobierno, donde posteriormente fue ascendiendo internamente. No obstante, tiene también una relación cercana con el jefe de Estado; de hecho, en 2009 Zafisambo era afín a él cuando ascendió al poder a través de una intervención militar. A través de redes sociales se comenta que el padre del actual primer ministro fue el cerebro en la sombra del golpe de Estado militar que llevó a la presidencia a Rajoelina. Por redes sociales también se acusa a la familia de Zafisambo de haberse apropiado en 2019 de tierras pertenecientes a unas 300 personas en el distrito de Soavinandriana Itasy; lo que fueron 569 hectáreas de tierras arrebatadas por la fuerza. En 1988 el terrateniente Georges Ruffin Zafisambo (el padre del primer ministro) ya reclamaba la parcela en cuestión.
En cuanto a la situación actual de Madagascar, los jóvenes manifestantes habían lanzado un ultimátum a Rajoelina, que expiró el 8 de octubre, exigiendo su disculpa pública, así como el restablecimiento del Tribunal Constitucional Superior y la disolución del Senado. Rajoelina convocó una reunión con los manifestantes para dialogar con ellos y atender sus necesidades. Sin embargo, se han negado a reunirse con él y a participar en un “falso diálogo” mientras no terminen las agresiones contra el pueblo y la represión al discurso de la oposición. El jefe de Estado ha organizado y mantenido una reunión informal en su palacio a la que han atendido mayoritariamente grupos afines al gobierno. En ella ha dicho que no quiere halagos, quiere que le cuenten la cruda realidad, y se ha comprometido a terminar con los cortes de electricidad en un año, y en caso contrario, ha asegurado que dimitirá. Un día después, el 9 de octubre, la generación Z de Madagascar convocó una huelga general en el país, apoyada por el sindicato Solidaridad Sindical de Madagascar, llamando a todos los sectores a suspender sus actividades para expresar su desagrado. La huelga ha obtenido un importante resultado en sectores fundamentales como el sanitario y el educativo.
Fuente: Tv5monde – The standard – Madagascar tribune
[CIDAF-UCM]
