En Kenia se quema el preciado material para mostrar que, para el país, tienen más valor los animales que la etiqueta con el precio que ponen los traficantes al producto.
De nuevo, el país está de acuerdo en manifestar simbólicamente su compromiso con la conservación de la vida salvaje.
En Nairobi, arderá en llamas una montaña de colmillos de marfil en una ceremonia con la que se espera atraer a personalidades internacionales, gurús de la conservación y líderes nacionales y de negocios.
El 30 de abril, Kenia encenderá una gran parte de sus reservas de marfil y cuernos de rinoceronte. Esta tradición existe desde que el expresidente Daniel Moi quemó una hoguera de marfil hace décadas, y representa la voluntad política tan importante en la campaña contra el mercado ilícito de trofeos de esta clase.
El mensaje está claro: en el país, el valor de los animales es mucho mayor que el de las etiquetas que los traficantes ponen a estos productos. Es muestra también de hasta qué punto están dispuestos a llegar para proteger su vida salvaje para siempre.
De hecho, la caza furtiva supone una grave amenaza para la herencia de la que está el país orgulloso, y de la que depende también gran parte de la industria del turismo.
La destrucción del marfil debería de enviar también una poderosa señal a los países vecinos y más lejanos de que Kenia no será utilizada como punto de tránsito para el tráfico ilícito de mercancías. Deberían de seguir a esta iniciativa una serie de esfuerzos de mayor intensidad para contener la caza furtiva y el tráfico de trofeos de la región.
Daily Nation