¿Qué tienen en común #ZumaMustFall y #FeesMustFall?

25/01/2016 | Opinión

La furia de ambas campañas tiene sus raíces en la oposición a la rendición de Zuma de la soberanía nacional a través de la globalización del capitalismo sudafricano.

Hay una percepción, más bien partidista, reductora y generalizada de que el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, es un hombre peligroso. Se incluye en esta percepción una afirmación de que el temor de Zuma es lo que unifica la campaña #ZumaMustFall (Zuma debe caer) para deshacerse de él.

¿Pero qué está en el otro lado? Bueno, un país real que es desconfiado, peligroso y está enojado; en última instancia, una ciudadanía con miedo de sí misma y de los demás.

De manera general, los blancos son percibidos como opresores no transformados, codiciosos, no comprometidos con una verdadera reconciliación, y los negros como fracasados, criminales, e inferiores. Estos son estereotipos racistas que mantienen a los sudafricanos divididos y que median las relaciones sociales.

Pero la realidad cotidiana es mucho más complicada. Existen también espacios e institucionese intentando eliminar el racismo y transformar las relaciones sociales. Pero están perdiendo la esperanza. Este es el proyecto fracasado de “nation del arco iris” del gobierno del Congreso Nacional Africano. Al mismo tiempo, dinámicas de volver al racismo están engendrando líneas divisorias antiguas y nuevas.

Las relaciones sociales no raciales potenciales y reales han echado raíces en las últimas dos décadas. Pero las profundas divisiones raciales existentes en la sociedad sudafricana están eclipsando esos progresos de las dos últimas décadas debido a los debiles esfuerzos de construcción nacional del ANC. #ZumaMustFall está provocado por estas realidades y sólo puede seguir adelante si abraza un enfoque radical para un no al racismo, reviviendo el sueño de un mejor país para todos.

El inconsciente colectivo de #ZumaMustFall trata irónicamente, sobre volver a conectar con el deseo de ser un país transformado en términos de raza, clase y género.

Se trata de un valiente intento de encontrar de nuevo una solidaridad no racial para reafirmar una visión común y caminar hacia un futuro seguro. ¿Pero este movimiento #ZumaMustFall está provocando profundas conversaciones en los chat y en la política a nivel de la calle?

A cierto nivel los grupos del eslogan “ZumaMustFall” (Zuma tiene que caer”) están lejos de ser homogéneos. Incluye, entre otros:

– Los que creen que Sudáfrica merece un mejor liderazgo.

– Los que creen que el ANC sólo necesita llamar de nuevo a Zuma y todo irá bien.

– Los que están asqueados por la venalidad de Zuma.

– Los que creen que Zuma es un riesgo para el beneficio globalizado.

– Los que quieren una democracia estable que funcione.

La campaña “#ZumaMustFall” no es sólo un gran paraguas, sino también un gran espacio abierto con múltiples significados simbólicos. Su verdadero potencial radica en transformar lo que es un deseo inconsciente en solidaridad política consciente y un no racismo radical que el ANC no supo apreciar.

Se trata de lograr una verdadera reconciliación y transformación. Sin esta ambición no va a llegar muy lejos y no va a capacitar a los sudafricanos para superar el miedo a sí mismos. Sin esta ambición albergará a una minoría de racistas blancos. Sin esta ambición no puede vencer al ANC de Zuma. Esto es también un desafío para la campaña #FeesMustFall (las matrículas universitarias deben caer) de los estudiantes. Además, su potencial como fuerza de cambio es fruto del origen de su rabia.

Para muchos comentaristas, #ZumaMustFall comienza con la reciente destitución del ministro de Finanzas, Nhlanhla Nene. Si esto fuera así, entonces la reelección de Pravin Gordhan hubiera pacificado esta multitud.

La medida pacificó, sin duda, los mercados, pero no la ira de las masas. En cambio, varias protestas callejeras tuvieron lugar en diferentes lugares y hay un inmenso potencial para más.

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Movimientos arraigados en un creciente descontento

Las campañas #FeesMustFall y #ZumaMustFall vienen del mismo lugar. La rabia tiene sus raíces en la oposición al proyecto de clases de Zuma. El proyecto consiste en la entrega de la soberanía nacional con la globalización del capitalismo sudafricano, mientras que una clase política que controla el Estado y comprometida con el Black Economic Empowerment (empoderamiento económico negro) obtiene beneficios a expensas de la mayoría.

El proyecto ha fracasado en dos aspectos:

– El primero se debe a la inseguridad económica y a la desesperación. Trabajadores de Sudáfrica y la clase media están sintiendo el peso del aumento de los precios, mientras que la desigualdad y la deuda se han incrementado.

Todo esto ha llegado en el contexto de una economía en contracción y el aumento del desempleo, sin esperanza o expectativa de cambio desde arriba. Esto se ve confirmado por la respuesta de austeridad del gobierno. Hay una desconexión entre los gobernantes de Sudáfrica y las necesidades de los ciudadanos.

– En segundo lugar, Zuma ascendió a través de una política populista autoritaria. El culto de Zuma se fusionó con el presidencialismo de poder que existía bajo Thabo Mbeki, su predecesor. Esto ha permitido la eliminación de instituciones clave, como la Fiscalía Nacional, y el debilitamiento de la autoridad del Defensor del Pueblo, así como la corrupción basada en un favoritismo descarado.

Esto ha cambiado la percepción de los sectores de las clases trabajadoras y medias de Sudáfrica, en particular a causa de la masacre minera de Marikana, el escándalo de Nkandla, implicando uso de dinero público en propiedades privadas de Zuma, los intentos de socavar la ciudadanía de las mujeres en las zonas rurales y la eliminación del Congreso de los Sindicatos Sudafricanos, aliado de la ANC en el gobierno.

A través de la campaña #FeesMustFall” las alianzas de estudiantes y trabajadores están diciendo basta a la externalización del trabajo, al debilitamiento de los derechos de los trabajadores, y a una educación mercantilizada. Al mismo tiempo, cada vez más sectores de las clases trabajadoras y medias están profundamente preocupados por la inseguridad económica y la crisis del constitucionalismo democrático.

Hay bases comunes. El saqueo irresponsable de Nhlanhla Nene meramente desató otra expresión popular de explosión de ira en contra de un modo de actuar cada vez más autoritario y profundamente corrupto de gobernanza neoliberal.

Esta situación también abre la posibilidad a #FeesMustFall y #ZumaMustFall para encontrar una convergencia radical, no racial y, en términos de clase, de la clase obrera y la clase media para compartir intereses comunes.

El poder del Pueblo se une el poder cibernético

La utilización de los medios cibernéticos en Sudáfrica se está convirtiendo en parte de sus políticas democráticas y su política democrática en parte del ciberespacio. Los medios sociales son ahora parte de sus protestas. Extiende la esfera pública de Sudáfrica y crea una infraestructura fundamental para la afirmación de una ciudadanía democrática.

Vishwas Satgar

Mail & Guardian

[Traducción, Jesús Esteibarlanda]

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