¿Qué es una “mzungu”?, por Gabriela Pis San Juan

15/12/2014 | Bitácora africana

Mzungu fue una de las primeras palabras que aprendí en swahili. Antes aprendí lo que quería decir karibu, que significa bienvenida, y a dar las gracias, que se dice asante. Y poco más.

No había leído nada sobre el término, tampoco nadie me enseñó lo que significaba al llegar. Pero desde el primer día en Dar es Salaam, cada vez que salía a la calle los niños del barrio me decían “bye bye mzungu”, y cuando pasaba por las paradas de daladala, bodaboda y bajaji (diferentes transportes locales) más de una voz gritaba “¡eh mzungu!”, e incluso en el trabajo algún compañero se dirigió a mí de esta manera. A día de hoy, aunque las personas en determinados lugares ya me conocen, para ellas sigo siendo mzungu, pase el tiempo que pase. Porque soy blanca. Da igual si vengo de Sidney, de Santander o de San Francisco.

El término originario es wachizungu que se traduce literalmente como “alguien que vaga sin rumbo fijo”, y que empezó a utilizarse allá por el siglo XVIII para denominar a los exploradores europeos, muy propensos a perderse en sus viajes por África. La palabra se utiliza en distintas variaciones entre las diferentes lenguas de la región africana de los Grandes Lagos. En Tanzania, donde la lengua mayoritaria es el swahili, la palabra utilizada es precisamente mzungu, cuyo plural es wazungu. En swahili, zungu se refiere a dar vueltas alrededor del mismo lugar. Por otro lado, la palabra muzunguzungu denomina a una persona mareada. Esa apariencia de andar mareado y perdido fue perfecta para bautizar como mzungu a los primeros blancos que llegaron a la zona.

A veces me paro a pensar lo raro que sería la situación opuesta: que un africano paseara por Madrid y fuera una constante que casi todo el mundo le mirara, y que una considerable parte de ellos gritaran a cada paso “¡eh negro!”. A raíz de estas reflexiones un día debatí sobre ello con unos amigos tanzanos, que me aseguraban que no tiene nada que ver llamar a un blanco mzungu con llamar a un negro nigga, porque, según decían, la primera es una palabra que define a una persona “de una cierta categoría”, mientras nigga es un término peyorativo. Sin embargo, no está mal visto que un africano le diga a otro nigga, pero es una ofensa que yo como blanca le llame así.

Intenté explicarles que no lo comprendía, que todos tenemos un nombre y que me parecía lo mismo llamar a alguien blanco que negro, porque nos diferenciamos por quienes somos como personas y no por nuestra raza. Pero, seguí argumentando, colonizaciones aparte, si alguien decide entonces señalarme como mzungu, que al fin y al cabo es innegable que lo soy, no entendía tampoco por qué yo no podía señalarle como nigga, innegable también. Había confianza y no fue un debate incómodo, pero solo logré que una persona entendiera mis argumentos, aunque no los compartiera. Los demás solo concluyeron: “Es que no es lo mismo”.

Soy y seré mzungu siempre, hay que aceptarlo.

Original en : Una Mzungu en Tanzania

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Autor

  • Pis San Juan , Gabriela

    Gabriela Pis San Juan , periodista especializada en información internacional y temas de África subsahariana, migrante y amante de la lectura. Actualmente escribe en blogs personales y otras publicaciones, y colabora en el área de comunicación de SOS Racismo Madrid.

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