¿Puede Inglaterra arreglar Somalia?

24/05/2013 | Crónicas y reportajes

Hace un par de semanas los donantes y colaboradores internacionales se reunieron en Londres para poner las fundaciones del Gobierno transicional en este país. La reunión de Londres, que congregó a 50 jefes de estado y cientos de organizaciones internacionales, marcaron una nueva y sin precedentes participación de parte de la comunidad internacional en este país.

En su discurso de apertura, el Primer Ministro David Cameron dijo en los términos más claros que Somalia es importante para Reino Unido (UK) (y para la gran mayoría de la comunidad internacional) puesto que la mente de los jóvenes somalís corre el riesgo de ser envenenada por la propaganda de Al-Shabaab, el cual exporta terrorismo y extremismos más allá de las fronteras de Somalia. Y añadió, «cualquiera que piense que esto no es una prioridad…Yo digo, mira lo que ha sucedido en el pasado y mira a dónde nos ha llevado -al terrorismo y a una inmigración masiva». Continuó diciendo «Hemos cometido un error no en el cuerno de África sino en Afganistán».

UK tiene dos intereses principales en Somalia: que el país nunca se convierta en un refugio para terroristas operando contra los intereses de UK y que el caos perpetuo no precipite otra ola de emigración masiva al Reino Unido.

Para conseguir estos dos intereses UK ha reabierto su embajada en Mogadiscio- la primera embajada Occidental que ha sido reinstalada desde la guerra civil, ha sido la anfitriona de las dos mayores conferencias sobre Somalia, en Londres, en el pasado año y puesto a disposición millones de dólares para la reconstrucción del país. Más importante es que el nuevo representante del Secretario General de la ONU es un veterano diplomático británico y encabezará una de las mayores misiones integradas de la ONU en el país. El objetivo estratégico para esta misión es, de acuerdo con la resolución, ayudar a Somalia a proseguir los éxitos políticos conseguidos en el pasado año y apoyar las medidas prioritarias del Gobierno.

Mientras UK aparece como liderando el resurgimiento diplomático en Somalia, el análisis en Mogadiscio es que esto solo está sucediendo después de que Turquía mostrase voluntad de verse envuelta durante la hambruna de 2011, después de la visita que hizo el Primer Ministro Recep Erdogan. Muchos países han reabierto ahora sus embajadas desde entonces y han comenzado a plantar sus pies de vuelta sobre el terreno. El ejemplo más notable es el del reconocimiento oficial de Estados Unidos al nuevo gobierno y los compromisos subsecuentes del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Agencia estadounidense USAID.

En la balanza, la seguridad política de UK en el país es mucho mayor que la de otros actores internacionales y ha galvanizado el momento actual de Somalia. Pero fue el moral imperativo de Turquía el que tuvo el mayor impacto en términos humanitarios y salvó miles de vidas que se hubiesen perdido si no, a costa de la hambruna.

La creencia popular en Mogadiscio sobre la conferencia de Londres fue que los problemas de Somalia se han convertido ahora en una preocupación global y su futura agenda es tomada seriamente en la mayoría de las ciudades Occidentales. Aunque estas conferencias puedan aparecer como algo meramente simbólico, tienen un gran efecto psicológico en la gente de Somalia que, en los últimos años, se han acostumbrado a ver ciudades como Addis-Abeba, Nairobi y Yibuti como anfitrionas de conferencias sobre Somalia y como resultado se han vuelto cínicos sobre las iniciativas llevadas a cabo en países vecinos.

El objetivo de la conferencia de las últimas semanas fue congregarse en apoyo del nuevo gobierno de Mogadiscio y subrayar cómo la comunidad internacional puede llegar a ser parte del futuro del país. El Presidente Hassan resaltó un razonable plan de acción para su gobierno, a pesar de que se quedara corto en lo específico. Sus tres prioridades son seguridad, justicia y gestión de las finanzas públicas.

¿Pero, podría UK cumplir sus promesas y compromisos? A pesar de que hay razones para tener esperanza, también las hay de preocupación. Primero, desde que el Presidente puso arriba del todo sus seis puntos pilares sobre reconciliación, la ausencia de miembros de las regiones semiautónomas, mayormente las de Somaliland y Puntland, destruye cualquier esfuerzo nacional o del exterior de reconciliación.

Es una pena que Somaliland rehusara asistir a la conferencia, ya que su ausencia hace más profunda la disparidad política e ideológica que existe entre Somaliland y Somalia. Sin embargo sus respectivos líderes se encontraron recientemente en Ankara después de la seria persuasión del Gobierno Turco y detrás de cualquier apariencia diplomática.

Segundo, aunque la seguridad ha aumentado considerablemente, con Al-Shabaab empujado hacia las áreas rurales, aún existen numerosos ataques contra objetivos visibles en todo el país y han asesinado a altos oficiales que trabajan para el gobierno. El progreso es frágil y fácilmente reversible. El reciente ataque a la Corte Suprema y la subsecuente explosión en KM4 demuestra que el movimiento de la guerrilla ataca estratégicamente.

A pesar de que el gobierno le ha ofrecido una carta blanca en la negociación, ellos prefieren la actividad militar a la diplomática. Esta estrategia centrada en lo militar puede prevenir cualquier dialogo con elementos más moderados y con menos perfil militar (las jóvenes mentes envenenadas que preocupan a David Cameron) los cuales no son verdaderos creyentes pero, o están radicalizados o se han unido por razones financieras.

Tercero, el dinero que se ha puesto a la disposición y la enormidad de los problemas existentes son dos mundos distintos. Somalia sale de 20 años de destrucción, con infraestructuras sociales y financieras casi completamente colapsadas. Los países donantes por su parte, deberían poner a su disposición toda la asistencia financiera prometida sin hilos atados a ella. En lugar de ejercer presión e influencia estos donantes pueden establecer acuerdos comerciales de ganado, pesca, agricultura y turismo.

Estos desafíos no se solucionan fácilmente, pero tenerlos en mente puede ayudar a David Cameron a no cometer los mismos errores que en Afganistán.

Por Abdihakim Aynte

Analista e investigador Somalí.

Publicado en The Punch, Nigeria, EL 16 DE MAYO DE 2013.

Traducido por Amparo Cuesta, de Fundación Sur.

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