La década de los 2010 ha sido pródiga en celebraciones de naturaleza simbólica y política para África, que pueden resumirse en dos muy importantes: en 2010, se conmemoraron 50 años del inicio de los procesos de independencia; en mayo de 2013 fue el turno de los 50 años de la fundación de la Organización para la Unidad Africana (OUA), luego refundada como Unión Africana (UA).
Estas cinco décadas permiten hacer balance sobre uno de los aspectos que ha copado un mayor interés académico e internacional de la África Subsahariana poscolonial: la presencia de los conflictos armados, la gestión de su impacto, así como las formas de resolverlos y de construir la paz. Sin duda, un análisis de la evolución de todo este tiempo permite constatar grandes cambios al respecto. A nivel discursivo, la UA ha hecho suyo el principio de “soluciones africanas para problemas africanos” que ha tratado de manifestar y canalizar la voluntad de los estados africanos y de sus estructuras políticas e institucionales de liderar la gestión y resolución de los conflictos de la región. A nivel operacional, a pesar de los múltiples déficits existentes, la UA y la arquitectura de paz y de seguridad representan un intento de coordinar de manera mucho más efectiva los diferentes problemas de seguridad que el continente africano afronta, que tienen que ver no sólo con una conflictividad armada (a la que se reconoce una naturaleza diversa y compleja), sino también una serie de problemas que obligan a entender la seguridad desde un sentido amplio y holístico, con un papel destacado para el desarrollo, la educación o la salubridad.
Asimismo, desde la década de los años noventa, y fruto también del incremento del número de conflictos armados en los albores de la posguerra fría, África subsahariana se ha convertido en un vivero de experiencias de resolución de conflictos y de construcción de paz, que van desde las Comisiones de la Verdad y la Reconciliación en Sudáfrica o Sierra Leona, hasta misiones de mantenimiento de la paz lideradas por organismos subregionales como la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO/ECOWAS), sin olvidar los nuevos modelos de intervención en el marco de la llamada “Arquitectura de Paz y Seguridad Africana” (APSA), como es el caso de la AMISOM en Somalia o de la UNAMID en la región sudanesa de Darfur.
Todas estas experiencias presentan importantes novedades y perspectivas respecto al papel del continente africano en la resolución de los conflictos y en los procesos de construcción de paz que tienen lugar en la región, a la vez que plantean enormes desafíos y contradicciones que deben ser analizadas.
Todas estas experiencias presentan importantes novedades y perspectivas respecto al papel del continente africano en la resolución de los conflictos y en los procesos de construcción de paz que tienen lugar en la región, a la vez que plantean enormes desafíos y contradicciones que deben ser analizadas.
Precisamente, el análisis de todos estos desafíos, contradicciones y nuevas perspectivas es el objetivo principal de este libro titulado “¿Una nueva era para áfrica? Nuevos desafíos y nuevas perspectivas sobre paz y seguridad en África Subsahariana” y que hemos coordinado y editado conjuntamente con Rafael Grasa, Profesor de la UAB y Presidente del Institut Català Internacional per la Pau (ICIP).
Estructura y contenido del libro
El libro consta de un total de 10 capítulos. Cada uno de ellos recoge experiencias y reflexiones diversas sobre paz y seguridad en África Subsahariana. En este sentido, el capitulo 1 escrito por Rafael Grasa, analiza en particular la situación de paz y conflictividad de los últimos años y los cambios en su naturaleza, evolución y recurrencia, comparando la tendencia y la pauta general con lo que sucede en la región africana.
Los capítulos 2, 3 y 4 ofrecen experiencias locales de resolución de conflictos y construcción de paz. En concreto, el capítulo 2 elaborado por Emmanuel Bombande, Chukwuemeka Eze y Murtala Touray analiza el caso de la organización africana WANEP, especializada en la resolución de conflictos y la construcción de paz. El capítulo visibiliza los éxitos y dificultades que dicha organización ha tenido en diferentes contextos como ahora Liberia, Sierra Leona o Costa de Marfil y muestra la diversidad de estrategias desplegadas en este sentido, como son los mecanismos de alerta temprana, las experiencias de mediación comunitaria, las estrategias de creación de capacidades o el apoyo a las iniciativas populares de resolución de conflictos y de construcción de paz.
En el capítulo 3, el profesor de la United States International University de Nairobi (Kenia), Kenneth Omeje, analiza en profundidad el papel de la CEDEAO en la resolución de conflictos, especialmente en la convulsa década de los noventa, donde esta organización desempeñó un papel pionero y mucho más activo por entonces que la propia OUA a la hora de intervenir y afrontar algunas situaciones de violencia en la región de África occidental. Si bien el papel de la CEDEAO arrojaría un balance positivo en los últimos años, para Omeje persisten importantes déficits logísticos y organizativos, pero sobre todo existirían importantes carencias a la hora de afrontar problemas de seguridad de una complejidad enorme, y que van mucho más allá de enfrentamientos armados, como pueden ser el desempleo juvenil, el impacto de pandemias como el VIH/SIDA, las actividades transfronterizas como el tráfico de drogas o de armas, o bien los nuevos escenarios de conflicto como Malí o Nigeria.
El capítulo 4 del sudafricano Jannie Malan, miembro del African Centre for the Constructive Resolution of Disputes (ACCORD), sigue abundando en las experiencias locales, en este caso, en materia de justicia transicional, poniendo de relieve la multitud de estrategias desarrolladas en los últimos años y las enormes contradicciones y dificultades que afrontan cada una de ellas. Sudáfrica, Sierra Leona y Ruanda presentan tres experiencias diferentes en justicia transicional, caracterizándose por la combinación de una justicia de tipo retributiva (penal) y una de tipo restaurativa (perdón). Para Malan, esta última dimensión respondería mucho mejor a las cosmovisiones autóctonas de la justicia y, por lo tanto, tendría un potencial transformador mucho más relevante.
Los capítulos 5 y 6 se centran en la APSA de la UA y en algunas de las experiencias concretas que están teniendo lugar en la actualidad. Concretamente, el capítulo 5, escrito por el profesor congolés de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), Mbuyi Kabunda, realiza un exhaustivo análisis retrospectivo y prospectivo en el que compara y evalúa el tránsito de la OUA a la UA. Si bien Kabunda destaca algunos cambios significativos que se han producido en este proceso, señala también el carácter muchas veces retórico y contradictorio de la fórmula archirrepetida de “soluciones africanas a problemas africanos”, proponiendo finalmente algunas recomendaciones a tener en cuenta.
El capítulo 6, escrito por la investigadora y colaboradora del Institute for Security Studies (ISS) de Addis Ababa (Etiopía), Neus Ramis, supone un clarificador ejemplo de los problemas y límites de las intervenciones de la UA en el marco de la APSA. El caso de la AMISOM en Somalia, señala la autora, forma parte de una estrategia de construcción de paz que refleja una división de responsabilidades entre la comunidad internacional y la UA. Esta experiencia, apunta Ramis, presenta multitud de problemas y limitaciones, así como de escasos resultados, si se tiene en cuenta, la más que volátil e impredecible situación política, militar y social que todavía persiste en Somalia.
Finalmente, los capítulos 7, 8, 9 y 10 se detienen en las llamadas operaciones de construcción de paz posbélica y los límites y contradicciones del proyecto de “paz liberal”. El capítulo 7, de la profesora de la UAM y miembro del Grupo de Estudios Africanos (GEA) de dicho centro, Itziar Ruíz-Giménez, elabora un análisis histórico sobre la evolución de la actuación de Naciones Unidas y la agenda internacional de construcción de paz en el continente africano en el contexto de posguerra fría, determinando la existencia de diferentes etapas y tipos de misión con distintas características. Para la autora existe un elemento fundamental a la hora de aproximarse a esta realidad: África Subsahariana ha sido uno de los laboratorios principales en los que esta agenda internacional de construcción de paz se ha desplegado en las últimas décadas, dejando escasos resultados y enormes contradicciones y problemas que el capítulo analiza.
En esta misma línea, el capítulo 8 del profesor Mohamed Salih, del Institute of Social Studies (ISS) de Holanda, elabora una crítica contundente a esta agenda de construcción de paz liberal a partir del análisis de dos casos particulares, y recurrentes a lo largo del libro: Sierra Leona y Liberia. La hipótesis de trabajo del capítulo es sugerente: en contextos como Sierra Leona o Liberia los actores internacionales han privilegiado los aspectos militares y de estabilidad política e institucional por encima de las mejoras socioeconómicas generando que ambos países hayan alcanzado a día de hoy una mejora ciertamente en la estabilidad, pero escasos logros, por no decir nulos, en el plano del bienestar del conjunto de la población. Para Salih, esta cuestión plantea enormes desafíos e interrogantes que son debidamente abordados.
Al hilo precisamente de este debate, el capítulo 9 del profesor de la Universidad de Swansea (Reino Unido), Krijn Peters, presenta un caso de estudio concreto, nuevamente centrado en los casos de Sierra Leona y Liberia, que tiene que ver con el balance y resultados de los programas de desarme, desmovilización y reinserción (DDR) de ex combatientes, una de las piedras angulares de los procesos de construcción de paz posbélica. Peters señala que mientras las dos primeras fases (desarme y desmovilización) han tenido un éxito más o menos razonable, es precisamente en la última y más importante de estas fases (la de reinserción social) donde este tipo de programas fracasan, muchas veces por la incapacidad de entender la realidad local o, simplemente, de preguntar a los propios beneficiarios la forma en que esta debería desplegarse. Para ello, propondrá Peters, es necesario que estos programas partan de una voluntad de transformar y abordar las injusticias económicas y consuetudinarias (un aspecto, este último, sobre el que el autor hará especial referencia), así como de lo que denomina como “un pensamiento creativo y una financiación inteligente”.
El capítulo 10, que cierra este volumen y elaborado por el profesor de la Universidad Ramón Llull, Oscar Mateos, insiste en la misma lógica planteada en los tres capítulos anteriores: el proceso de construcción de paz no logrará nunca la legitimidad social y un carácter sostenible en el tiempo si no apuesta por partir de la realidad local. En este sentido, el capítulo analiza uno de los conceptos más debatidos en los últimos años al respecto, el de “apropiación local”, y como este ha sido paulatinamente incorporado a las operaciones de construcción de paz, precisamente para lograr una mayor legitimidad y sostenibilidad. No obstante, tal y como mostrará el análisis del caso de Sierra Leona, el uso de este concepto por parte de los actores internacionales habría derivado más en una lógica instrumental y retórica y no tanto en la voluntad real de conceder el protagonismo y liderazgo de este tipo de procesos a los actores locales, especialmente a las organizaciones de la sociedad civil y a las comunidades locales.
Estas diez contribuciones pretenden ofrecer no sólo un análisis de las contradicciones y críticas a este tipo de procesos, sino especialmente aportar nuevas luces, nuevas perspectivas y nuevos interrogantes a tener en cuenta, precisamente, para lograr una mejora de las condiciones de vida del conjunto de las sociedades africanas y una consolidación de la paz y la seguridad humana en todo el continente.
Más información: http://www.catarata.org/libro/mostrar/id/968
Véase también: “Paz y seguridad en África Subsahariana”
Original en: Todo es Posible