El sacerdote francés, Georges Vandenbeusch, fue secuestrado en la noche del 13 de noviembre en la parroquia de Nguetchewe, en Camerún. Según la reivindicación del secuestro llegada a AFP: “El sacerdote francés está en manos de los moujahidines de Jamaat Ahl al-Sunna Li da’wat al-Jihad, el nombre árabe de la secta islamista nigeriana Boko Haram, que ha llevado a cabo la operación en coordinación con Ansaru”.
Ansaru es un grupo que se separó de Boko Haram en desacuerdo con los ataques contra los musulmanes. Esta formación ha sido responsable en el pasado del secuestro de ciudadanos extranjeros en Nigeria. El acercamiento de los dos grupos es considerado algo posible por parte de los expertos a la luz de la conducta ofensiva del ejército nigeriano en el norte del país desde mayo de este año. Ante las pérdidas Boko Haram y Ansaru podrían haber decidido unir sus fuerzas. Es cierto que estas siglas en realidad enmascaran una realidad compleja y multifacética compuesta por el fundamentalismo religioso, el terrorismo y el simple crimen.
El ministro de Comunicaciones de Camerún, Tchiroma Bakary, ha afirmado que la dinámica del secuestro sugiere un acto de criminalidad y declaró que “los delincuentes estaban buscando dinero y al no encontrarlo secuestraron al sacerdote, probablemente para pedir un rescate”. Sin embargo, el presidente francés, François Hollande, ha señalado que, a la luz de la información recogida el sacerdote habría sido llevado a Nigeria.
Agencia Fides