Nuevos indicadores sobre la fascinación de que África liderará el camino de la recuperación económica en el mundo muestran los frágiles cimientos de esta opinión.
Los tres días del Foro Económico Mundial: 11-13 de mayo 2016, en Kigali, sirvió para reafirmar una economía extractiva y los mitos de la alta tecnología.
Mientras tanto, protestas por toda África cuestionan la lógica de un crecimiento basado en la exportación, sin satisfacer las necesidades básicas de la sociedad. Uno de cada tres personas en África, tiene acceso a la electricidad y una de cada cinco usa internet.
El crecimiento de la clase media en África es otro mito, según «The Wall Stret Journal». Tomando como clase media, el grupo que comienza con 20$ al día, dicho grupo ha descendido de 6.5% en 2000 hasta un 4.8% en 2010.
La economía depende todavía de las extracciones de recursos y de las exportaciones. Y Barclays por ejemplo, acaba de anunciar que cerrará sus operaciones africanas.
También se ha presentado un mito sobre las medidas aprobadas el mes de diciembre 2015, en Paris. La realidad es que con la reducción de las emisiones de carbono aprobadas, la temperatura aumentará 3 grados, eliminando así a cientos de millones de africanos.
Incluso el arrogante Robert Mugabe ha confesado que15 billones de dólares, en diamantes, han desaparecido por la alianza con Beijing/Shanghai. Estos fondos no regresaran al país tan escaso en fondos.
Afro-optimismo de las bases.
Según el “African Economic Outlook”, durante 2011-14 las protestas de movimientos sociales contra la situación económica, aumentaron en cinco veces, con relación al 2000.
Después de las “Protestas” en el Norte de África: Túnez, Egipto, Libia y Marruecos, en 2011, estos movimientos sociales de protesta se han extendido con fuerza, a: Argelia, Angola, Chad, Gabón, Kenia, Sudáfrica, Uganda, Burkina Faso, RDC, Burundi, etc. indignados por el desempleo, bajos salarios, desigualdad social, represión de los estados, pobres servicios sociales y falta de reformas políticas.
Algunos ejemplos de protestas han conseguido un gran impacto.
En 2010, se organizaron protestas en Mozambique por los precios de agua y alimentos, llegando a paralizar Maputo durante un fin de semana y alcanzando la congelación de precios y nuevos subsidios.
La inmolación de Mohamed Bouazizi en Túnez provoco las revoluciones árabes por la frustración ante la dictadura de Ben Ali y el IMF.
En Senegal, las demostraciones durante 2011-12 evitaron un tercer mandato del autoritario presidente Abdoulawaya Wade.
En Nigeria, en diciembre 2011, se doblaron los precios locales del petróleo, pedido por el IMF, y las protestas que duraron un par de semanas casi terminan con el gobierno cuando por fin decidieron anular la subida de precios.
En 2014, la espectacular protesta social en Burkina Faso terminó con el gobierno del presidente Blaise Compaore, quien intentó volver al gobierno en 2015, pero de nuevo los movimientos sociales lo evitaron.
En octubre 2015, los estudiantes de Sudáfrica, junto con los trabajadores temporales, alcanzaron un éxito considerable con sus protestas socio-económicas, y estuvieron a punto de provocar una crisis en el gobierno.
Sudáfrica está experimentando muchas protestas en relación con la explotación minera: titanio, carbón, etc. en la región de Durban.
Según el “Global Competitiveness Report”, de los 140 países que cada año experimentan una confrontación por cuestiones de trabajo, el 40% de ellos se encuentran en África: Argelia, Túnez, Mozambique, Rep. de Guinea, Chad, Liberia, Lesotho, Marruecos, Capa Verde, Zimbabue, Tanzania, Sierra Leone, Etiopia, Kenia, Cameron, Uganda, RDC y Gabón.
El déficit público, en gran parte causado por la fuga ilegal de capitales, pasó en Sudáfrica, de los 32 billones de dólares en 2000, a los 140 billones de dólares en 2015.
La deuda de los países subsaharianos se ha doblado hasta alcanzar los 400 billones de dólares.
Los países africanos siguen perdiendo poder de decisión en el IMF, porque ahora se favorece a China, Brasil, Rusia e India.
Ante las imposiciones de este sistema capitalista neoliberal, las protestas aumentan, como en Sudáfrica, donde en mayo se reunieron más de 50 sindicatos, liderados por la más fuerte que es la Unión metalúrgica nacional con más de 350.000 miembros, protestaron contra las condiciones laborales.
Aunque el aumento de protestas sociales sea ignorado o reprimido como en Kigali y Kampala, la toma de conciencia y compromiso social sigue creciendo en contra de los mitos que se presentan, y que contrastan con el tremendo potencial nacional por un lado y el mayor empobrecimiento de la inmensa mayoría de la sociedad, por otro.
Artículo de Patrick Bond, profesor de economía política en Witwatersrand.
Resumido y editado por AFS. 19 de mayo 2016