El Parlamento de Burundi celebró su primera sesión tras el triunfo del presidente Pierre Nkurunziza en las controvertidas elecciones del pasado día 21, boicoteadas por la oposición, informaron hoy fuentes legislativas.
En la asamblea ocupó su puesto el principal líder opositor Agathon Rwasa, quien confirmó que los 20 miembros de su coalición que lograron un escaño lo ocuparán para representar a sus votantes.
Refirió que aunque los resultados de los comicios no sean realistas y los rechace «no se puede dejar de lado a toda esa gente que ha votado por nosotros».
En las urnas Rwasa obtuvo un 18,99 por ciento de los votos y se ubicó detrás del 69,41 logrado por Nukurunziza.
Contrario a esta posición se manifestó el presidente del también opositor partido Unión para el Progreso Nacional (Uprona), Charles Nditije, quien afirmó que los 10 asientos logrados por su organización política no serán ocupados.
«¿Cómo podemos aceptarlos después de retirarnos de las elecciones? Es imposible», argumentó.
Siete días después de las presidenciales, la misión de observadores de Naciones Unidas concluyó que la elección no fue «libre, creíble ni inclusiva».
En su informe preliminar, los veedores aseguran que la votación estuvo marcada por la violencia y hubo obstáculos a la libertad de expresión, de reunión y de asociación.
Precisan que «la libertad de prensa sufrió severas restricciones» y que «los medios públicos no garantizaron una cobertura equilibrada a los candidatos».
El documento apunta también que los comicios se desarrollaron «en un clima de profunda desconfianza entre partidos políticos» tras la decisión de Nkurunziza de buscar un tercer mandato.
Pese a tal situación, reconoce que «los burundeses fueron a votar con calma en la mayoría de los casos».
La misión emitió conclusiones similares respecto a las elecciones legislativas y locales realizadas el 29 de junio.
Burundi enfrenta una grave crisis política desde que Nkurunziza determinó presentarse a un tercer mandato a finales de abril.
Su aspiración desató violentas protestas que causaron más de 70 muertes y unos 150 mil burundeses huyeron a países vecinos, según estimados de organizaciones humanitarias internacionales.