Por qué Nelson Mandela es un líder histórico , por Nestor Nongo

27/09/2012 | Bitácora africana

Por bien o por mal, a algunos nos gusta leer los libros o ver las películas cuando han pasado la primera “ola” y las concurrencias para no dejarnos arrastrar por el fulgor y los comentarios del momento. Ciertamente se corre el riesgo de quedarse desfasado, pero se gana tranquilidad y sosiego “intelectual”.

Todo esto viene a cuento de que el pasado 28 de julio de 2012 se festejó en medio mundo el 94 cumpleaños de Nelson Rolihlahla Mandela, conocido en su país, Sudáfrica, como Madiba. Se publicaron entonces muchas reseñas y alabanzas de esta figura mundialmente admirada. Además, se celebró el “Día Internacional de Mandela”, establecido por la ONU en el 2009, que es una iniciativa para animar a todos los ciudadanos a dedicar 67 minutos de su tiempo a causas sociales. Se trata de un minuto por cada año que Mandela, premio Nobel de la Paz de 1993, dedicó a luchar por la igualdad racial y el fin del régimen segregacionista del apartheid, impuesto por la minoría blanca sudafricana hasta 1994.

No voy a descubrir a nadie quien es Mandela porque creo que es un personaje sobradamente conocido del gran público, tampoco tengo ningún dato que revelar. Como ya lo he avanzado, y con los ecos de la celebración de su cumpleaños ya difuminados, quisiera reflexionar sobre el carácter extraordinario del líder histórico del Congreso Nacional Africano y primer presidente negro de Sudáfrica.

La gran hazaña de Nelson Mandela fue convencer a dos bandos enfrentados desde hacía siglos por la segregación racial de que cambiaran de opinión. Para darnos cuenta de la dificultad de esa tarea, baste con recordar que durante más de medio siglo estuvo en vigor el apartheid, un sistema de segregación racial que instauró un sistema jurídico y social de separación efectiva entre las razas blanca y negra, con ventaja para la primera, a la que se le otorgaba privilegios irritantes: derecho de voto, reservado únicamente para los blancos; sólo los blancos podían viajar libremente por el país; era legal que un blanco ganara más que un negro por el mismo trabajo; los negros debían vivir en zonas alejadas de los blancos; los negros debían estudiar en escuelas separadas de los blancos, y su educación debía ser limitada, etc.

Mandela, a través de la persuasión y no de la fuerza, hizo que la población blanca sudafricana perdiera su temor a la negra, y que la negra abandonase sus deseos de justa venganza tras siglos de injusticia y humillación. Ahí está la gloria de su liderazgo. Como consecuencia, evitó un baño de sangre y construyó la democracia en su país, el objetivo al que dedicó su vida.

En los tiempos que corren, dónde la clase política se está convirtiendo es un problema para la sociedad (crea problemas en lugar de solucionarlos), la lección que, por otra parte, deja Mandela a la humanidad es que uno puede ser un gran ser humano y, a la vez, un gran líder; que los grandes valores compartidos por todas las culturas en todos los tiempos –el respeto, la generosidad, el perdón– son compatibles con la eficacia política.

Finalmente, Mandela demuestra que apelar a la división no tiene por qué ser el único método para llegar al poder. Más que “dividir para reinar”, él optó por “la unión hace la fuerza”. Resaltar los factores que unen a la gente también funciona, y es lo que distingue a los dirigentes meramente buenos, malos o mediocres de los que pasan a la historia.

Es verdad que todavía queda mucho por hacer en Sudáfrica. Persisten grandes diferencias e injusticias, fruto de siglos de desigualdades. La matanza del pasado 16 de agosto en la mina de Marakina, dónde murieron 44 personas a manos de la policía nos lo acaba de recordar. Pero, gracias al hombre, político y estratega Mandela, la explosión que muchos temían no tuvo lugar; y Sudáfrica encara el futuro con optimismo.

¡Cuántos Mandela hacen falta hoy para poner un poco de sosiego en muchos países africanos y del mundo y, así, evitar tensiones sociales, confrontaciones y baños de sangre!.

Original en : Amplio mundo mi ciudad

Autor

  • Nongo, Nestor

    Nacido en Bayaya (República democrática del Congo.) Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología (universidad pontificia de Salamanca), en estudios eclesiásticos y en teología (universidad pontificia de Comillas), grado en filosofía (Saint François Xavier. Mbuji-Mayi. RD Congo). Máster en Turismo y Administraciones Públicas. Doctorando en ciencias políticas y sociología. Pertenece al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado.

    Analista de información internacional, especialista en comunicación pública y en política africana. Consejero Técnico del Ministerio de Cultura y Deporte. Fundador de la asociación Tracaf ("Trabajando por el corazón de África").

Más artículos de Nongo, Nestor