Mientras que el alto número de errores en el cuidado básico de los pacientes continúa siendo una de las causas principales de las muertes evitables en países en vías de desarrollo, las iniciativas que tratan de paliar este problema siguen sin funcionar.
Una de estas estrategias más comunes consiste en crear una lista de control para los auxiliares de los departamentos de parto con el objetivo de que puedan consultarla constantemente. Sin embargo, una prueba controlada hecha de forma aleatoria durante más de un año en el norte de la India —el uso de la verificación de la seguridad del parto, promovido por la Organización Mundial de la Salud— ha demostrado que este modelo no tiene el impacto esperado para los bebés y sus madres.
Incluso si un control de este estilo podría potencialmente reportar algunos beneficios, su implantación sin otras medidas que lo secunden es insuficiente para paliar esta lacra. Aún siendo conscientes de esta situación, y tal y como explica la revista de medicina británica The Lancet, este tipo de intervenciones a pequeña escala constituyen el 72% del total de las estrategias propuestas para mejorar la calidad del cuidado primario a bebés y madres en los países en desarrollo.
En esta línea, aunque este tipo de prácticas pueden ayudar a mejorar el compromiso de los actores locales, existe una tendencia de retorno hacia técnicas tradicionales, sobre todo cuando las instituciones encargadas no acaban de apoyar la transformación necesaria. De hecho, concentrar los esfuerzos en este nivel micro puede llegar a ser perjudicial ya que se consumen recursos limitados sin obtener a cambio resultados notables.
Para mejorar el cuidado antes, durante y después del parto, la comunidad internacional debe desarrollar nuevas estrategias basadas en evidencias científicas que aborden las razones subyacentes del fracaso de los proyectos propuestos.
Existen estudios que afirman que la mera transmisión de información relevante a los enfermeros y personal médico en estos países no es suficiente, ya que pese a conocer el procedimiento que teóricamente debería seguirse por lo general las directrices no son respetadas a largo plazo. El reto consiste pues en explicar el porqué del vacío que existe entre el conocimiento teórico del personal y su comportamiento práctico.
Tras observar más de 20 clínicas y llevar a cabo entrevistas exhaustivas con enfermeros y demás personal, la investigadora Sema Sgaier y su equipo elaboraron una serie de hipótesis para explicar las causas del erróneo comportamiento de los responsables en estos países, y que después fueron probadas utilizando un juego de toma de decisiones para dilucidar los razonamientos que conducen a estos individuos a tomar determinadas decisiones.
Los factores identificados están agrupados en dos categorías estrechamente interconectadas: causas perceptivas (miedos de los trabajadores, creencias, motivaciones y sesgos) y causas contextuales (exigencias de los pacientes y sus familias, actitudes de los doctores e infraestructura de los centros).
Las enfermeras juegan un rol fundamental en el proceso. En muchas de las instalaciones estudiadas estas tienen poco apoyo por parte de los doctores con los que trabajan, pero tienden a ser culpabilizadas y castigadas cuando algo va mal. Además, las familias no siempre las respetan, y a menudo se resisten a sus recomendaciones cuando se trata de derivar a un paciente a un hospital con más medios.
Esto resulta en un constante estrés y miedo sobre los riesgos que se ciernen sobre ellas mismas, por lo que a menudo dan prioridad a su propio cuidado antes que al de los pacientes. Así, este personal se centra únicamente en las tareas de las que son individualmente responsables, mientras dejan desatendidos otros aspectos importantes en el cuidado de las madres y sus hijos.
La investigadora se refiere a un ejemplo concreto de esta realidad, y explica que mientras una enfermera estaba presente durante un parto, y con la madre exhausta sobre el suelo, aquella decidió no intervenir ni alentar a la madre a dar el pecho a su recién nacido —que representa un paso vital para la adquisición de la inmunidad por parte del bebé—, y argumentó que no se trataba de su trabajo. De hecho, la enfermera entendía que una vez había dado a luz, su trabajo había concluido, en este caso en particular para evitar tener que lidiar con la abuela del niño.
Si bien en esta ocasión las consecuencias no fueron desastrosas, procedimientos de este tipo pueden tener efectos devastadores. Por supuesto, no se trata de poner aún más presión sobre estas profesionales del sector; al contrario, el estudio demuestra que las condiciones laborales de las enfermeras deben ser mejoradas si se aspira a paliar el problema. Con este fin, los hospitales deberían ofrecer una supervisión centrada en el apoyo y no en el castigo, y que finalmente derive en la promoción de una cultura de colaboración y trabajo en equipo. Los gerentes de estos centros deberían ser los responsables últimos de los procedimientos médicos llevados a cabo. Una mera lista con ciertas recomendaciones no tendrá incidencia práctica.
Por supuesto, los factores que influyen en la toma de decisiones de los responsables médicos no son los mismos en todos las regiones, por lo que las medidas tomadas requieren un estudio más o menos específico para aprovechar los recursos de forma eficiente.
Fuente: Somaliland Sun
[Traducción y edición: Álvaro García López]
[Fundación Sur]
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