Por qué el ANC puede seguir como movimiento de liberación y gobernar bien

27/04/2017 | Opinión

El Congreso Nacional Africano (ANC), partido gobernante de Sudáfrica, se está debilitando. Recientemente ha cometido algunos errores terribles en el gobierno. Uno de los más grandes ha sido el cerrar filas en defensa del presidente Jacob Zuma durante la debacle de Nkandla, donde el dinero público se utilizó para mejoras en su propiedad privada. Luego está lo de poner a incompetentes en posiciones críticas del gobierno, así como la reorganización del gabinete de Zuma.

Los críticos argumentan que estos problemas provienen de la insistencia del ANC en ser un movimiento de liberación, algo incompatible con una democracia constitucional, dicen. Esto ha planteado la pregunta del millón sobre la naturaleza del partido: ¿No va siendo hora de que el ANC deje de verse a sí mismo como un movimiento de liberación, sino más bien como un partido político moderno y profesional? Sin embargo, ese argumento es difícil de sostener. No hay nada particular en los partidos políticos que los haga compatibles con la democracia constitucional.

Movimiento de liberación VS Partido político

Aquellos que se oponen a que el ANC sea un movimiento de liberación sostienen que un movimiento -de liberación o social- es sólo una vieja manera de hacer política. Esto, afirman, fue adecuado durante las luchas contra el colonialismo y el apartheid. Pero esa lucha ya ha terminado y la era posterior al apartheid presenta un nuevo conjunto de desafíos. La idea de un movimiento de liberación mantiene vivas las tradiciones arcaicas y obsoletas. Estas incluyen el liderazgo colectivo, la elección por consenso del líder, la revolución, la camaradería y los patrones de liderazgo patriarcal.

zum2.jpgEl papel y el carácter de los movimientos de liberación en el poder está fundamentado en la teoría de la democracia (que sale de la ideología liberal) y en la del dominio partidista. Estas teorías sugieren que para que la democracia sea efectiva, debe haber una competencia feroz entre partidos políticos, porque refuerza los aspectos deliberativos de una democracia liberal. También genera dinamismo interno y el cambio de las élites en el poder.

La teoría del dominio del partido conduce a la opinión de que el ANC domina la política de Sudáfrica debido a su legado como movimiento de liberación. Este dominio se considera hostil a la competencia democrática. Pero cuando los movimientos de liberación se convierten en partidos políticos mejoran su eficacia y su eficiencia. También profundizan en su democracia interna y ganan en capacidad para conectar con el público más amplio. La democracia interna dentro del ANC se considera particularmente importante, dado su dominio público. Los partidos políticos desvían la tendencia hacia el centralismo democrático, y sus opacos sistemas políticos internos insisten en alinearse con el partido y no disentir.

Se supone que los partidos políticos funcionan como asociaciones profesionales. Valoran el rendir cuentas y la transparencia inherentes a los sistemas modernos de gestión y liderazgo. Esto les permite convertirse en plataformas dinámicas para conseguir fines políticos concretos y refinados.

La conducta de Zuma y su cohorte de líderes ha sido atribuida a la decisión del ANC de permanecer inmersa en las tradiciones de un movimiento de liberación. La forma determina el contenido: esto produce tendencias que causan todo tipo de problemas. El ANC ha cometido algunos errores catastróficos. A veces se muestra arrogante en el poder y ha permitido que los líderes corruptos queden impunes.

zum3.jpgTambién ha habido vacilación en las políticas sobre la economía, la tierra y otros ámbitos políticos cruciales. Muchas políticas sólidas han sido mal implementadas. Y ha habido casos en que los asuntos del partido y los del Estado se han confundido. Algunos han argumentado que estos problemas provienen del ANC que sigue siendo esencialmente un movimiento de liberación. Para ir al son de los tiempos, argumentan, debe asumir una nueva y moderna postura de partido político profesional.

Lecciones de otros lugares

El desafío del ANC, sin embargo, no es exclusivo de Sudáfrica. Los demócratas liberales en Japón, los demócratas cristianos en Italia, los comunistas en Taiwán y los demócratas nacionalistas en Kenia experimentaron desafíos similares. Aunque no eran movimientos de liberación, comparten una serie de características con el ANC. Esto incluye la arrogancia en el poder, la personalización del mismo, el elitismo y la preponderancia de intereses privados sobre el bien común. Por lo tanto, parece que estas son las tendencias que deben superarse.

Es difícil sostener el argumento de que los movimientos de liberación no están bien para la consolidación democrática simplemente porque son movimientos. O que los partidos políticos son por naturaleza buenos para la política competitiva. Los partidos políticos pueden dominar, distorsionar, corromper, complicar y abusar de los sistemas democráticos de la misma forma que los movimientos de liberación fortalecen la base social de una democracia.

Lo que el ANC necesita hacer

El ANC no necesita una transición hacia un partido político, sea lo que sea que eso signifique en la práctica. Lo que necesita es desarrollar un liderazgo que sea competente para usar al Estado para cambiar la economía, fundamentalmente para servir a la mayoría y lograr cambios cualitativamente positivos para la gente, especialmente para los pobres. El partido necesita dejar de tirarse piedras a su propio tejado, con escándalos interminables, exhibiciones públicas de arrogancia, faccionalismo y conflicto interno.

El ANC también debe poner fin a su práctica de poner a su cuadrilla de mala calidad a cargo de las estructuras estatales críticas, y comenzar a prestar atención a los consejos de sus amigos y enemigos, aquellos que dicen que debe colocar los intereses del país antes que los privados de cualquier facción de su liderazgo que esté en el poder.

El ANC podría tomar ejemplo del movimiento de Chama Cha Mapinduzi, que ha estado en el poder de Tanzania desde la década de los 60. Este partido ha garantizado un concurso abierto para sus posiciones de liderazgo. Se espera que los líderes electos erradiquen así la corrupción, el crimen, el tribalismo, etcétera. Hay un cambio constante de liderazgo nacional y un nivel de dinamismo que permite al movimiento adaptarse a una sociedad cambiante. Ha dado líderes como Julius Nyerere y John Magafuli, que lo que generan entre las filas del partido es respeto.

Si se formaron los movimientos de liberación para conseguir una total descolonización y libertad, mientras este proceso siga incompleto, tendrán una buena razón para existir. Al igual que los partidos políticos ortodoxos, tendrán que adaptarse constantemente al cambio. En última instancia, la democracia carece de sentido si no mejora las circunstancias materiales de la gente. Para ello, las formaciones políticas deben estar formadas por una élite concienzuda, competente, compasiva y con interés. De todo esto ha demostrado carecer el ANC en sus intentos de «lidiar» con cada escándalo y crisis que provocan. El problema no es su compromiso de ser un movimiento de liberación, sino que quieren ser uno despiadado.

Siphamandla Zondi

* Siphamandla Zondi enseña Ciencias Políticas y dirige el Departamento de Ciencias Políticas y el Instituto de Asuntos Estratégicos y Políticos de la Universidad de Pretoria.

Fuente: Mail&Guardian

[Traducción y edición, Mario Villalba]

[Fundación Sur]


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