¿Por qué África ama a China? (parte 1/2)

19/03/2019 | Opinión

1024x538_531701.jpgContrariamente a lo que se piensa en Occidente, los africanos no se ven a sí mismos como víctimas de la explotación económica de China. En el Forum de la Cooperación Chino-Africana (FOCAC), celebrado en septiembre de 2018 en Pekín, el líder de la Unión Africana (UA) y el presidente de Ruanda, Paul Kagame, aplaudieron la ayuda y la estrategia de inversión china en África como vía hacia una “transformación radical”. Kagame arguyó que la cooperación entre China y África está basada en el mutuo respeto y que se hace para el beneficio de ambas partes. Este sentimiento es quizás el compartido por la mayoría de gobiernos africanos. Sin embargo, pese a que los líderes africanos acogen a China como un socio valioso, la visión de que Pekín es un actor “depredador” en África y que quiere colonizar el continente es muy frecuente en los círculos politicos extranjeros, los medios de comunicación y los académicos.

África ve a China de forma distinta a como lo hace Occidente

La relación entre África y China está actualmente siendo interpretada a través de dos percepciones diametralmente opuestas:

1) La primera de ellas es la visión sinofóbica, mayormente adoptada en Occidente. Por ejemplo, en una reciente investigación en la Heritage Foundation, el Consejero estadounidense de Seguridad Nacional John Bolton criticó las acciones chinas en África y afirmó que el continente es víctima del neocolonialismo de Pekín: “China usa sobornos, acuerdos opacos y el uso estratégico de la deuda para mantener a los estados en África cautivos a los deseos y demandas de Pekín”. Bolton añadió que acciones depredadoras, como el proyecto “One Belt, One Road” (un plan para desarrollar una serie de rutas comerciales que conecta el continente africano con China) son subcomponentes de una estrategia más amplia cuyo objetivo es avanzar en el dominio global de China.

Al igual que EE. UU., otros gobiernos occidentales como el Reino Unido y Francia, también ven las acciones de China en África como motivo de preocupación. Para ellos, China altera la paz en países ricos en petróleo como Sudán o Sudán del Sur, y apoya determinados regímenes africanos déspotas, como Gabón. Además, perciben a China como un gigante hambriento de recursos energéticos, un explotador de gobiernos corruptos e incompetentes, un oportunista comercial y un contaminador masivo para el medio ambiente africano.

2) La segunda y opuesta percepción de la colaboración entre Pekín y África es la prochina, adoptada principalmente en África. De acuerdo a esta visión, China es un salvador, un aliado de África digno de confianza. Ven a China como un país que no tiene una historia de aspiraciones coloniales en África, como un socio que puede proporcionar fondos muy necesarios sin ningún tipo de compromiso. También creen que Pekín entiende y respeta las prioridades de África. Además, China tiene una buena reputación entre los países africanos por haber sido un actor que respeta otras culturas y formas de vida. Esta visión está muy extendida entre muchos líderes africanos.

La gran parte de la literatura académica sobre las relaciones África-China se adhieren a la visión sinofóbica. Los medios de comunicación también observan a China como un depredador de los recursos africanos. Por ejemplo, se ha publicado mucho acerca de que China invierte más en la industria extractiva que en cualquier otra industria; sin embargo, apenas se menciona el hecho de que la industria extractiva representa solo un tercio de la inversión china total en África. Los otros dos tercios de la inversión china en África corresponden a las infraestructuras, construcción, electricidad, producción, manufacturas y finanzas. De hecho, en comparación con los EE. UU. y otros países desarrollados, la participación de China en inversiones extractivas en África (en forma de minería, por ejemplo) es menor.

África no es víctima de la “colonización” china

El discurso sinofóbico abanderado por Occidente representa a las naciones africanas como colaboradores pasivos, como meras víctimas de una segunda oleada colonizadora. Sin embargo, este no es exactamente el caso. Los africanos son plenamente conscientes de los defectos de la implicación china en África, y saben que muchos inversores chinos no tienen consideraciones de sostenibilidad, y muchas negociaciones son en algunos casos incompatibles con los intereses nacionales de los países africanos. Además, los africanos reconocen que los negocios chinos raramente luchan contra la corrupción y tratan de evitar responsabilidades.

Los africanos esperan de China que tome responsabilidad de algunos de esos defectos, pero también reconocen que las debilidades de la regulación africana y los mecanismos de aplicación son los verdaderos culpables. Saben también que las compañías chinas, como muchas otras, explotan esas debilidades de los estados africanos para su propio interés. Creen que son sus propios gobiernos, y no China, son los que necesitan asegurarse de que África no sea explotada. Como resultado, los africanos ven las críticas occidentales a la cooperación África-China con cautela. En el FOCAC de Septiembre, el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, resumió la posición de África al respecto arguyendo que África “rechaza la visión de que un neocolonialismo está invadiendo África, como nuestros detractores quieren hacernos creer”.

Mehari Taddele Maru

*Mehari Taddele Maru es un experto en temas de paz y seguridad, leyes y gobernanza, y derechos humanos y migración

Fuente: African Daily Voice

[Traducción y edición, Javier Ramos López]

[Fundación Sur]


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