Cuatro minutos
Se lo ha prometido a sí misma.
Ha llegado a un acuerdo temporal con la burlona aguja del minutero del reloj. No pulsará de nuevo el botón de “actualizar correo” durante al menos otros quince minutos de su lento pasar a través del páramo de otra hora. No se quedará mirando fijamente la pantalla deseando que muestre su nombre. No leerá y releerá y musitará su último mensaje.
No construirá un futuro o resucitará un pasado. No consentirá que su imaginación le traicione. No dejará que sus esperanzas creen expectativas. No permitirá a sus miedos crecer hasta formar un nudo en su garganta.
No va a tocar esa tecla.
Sus dedos rebeldes.
Ignatius Seymour Andrea O’tam
@MrMake_HerSmile
[Fundación Sur]