¿Podrá aguantar el paso del tiempo la relación entre Europa y África?

31/03/2017 | Opinión

La firma del Tratado de Roma, que estableció la Comunidad Económica Europea (CEE) hace 60 años, en marzo de 1957, se produjo en un momento tumultuoso en las relaciones entre Europa y África.
Apenas unas semanas antes, Kwane Nkrumah había declarado a Ghana como república, un acontecimiento que fue un punto de inflexión en la descolonización del África subsahariana. Nkrumah señaló que la inclusión de los territorios coloniales en el tratado era para el neocolonialismo lo que el Tratado de Berlín fue para el colonialismo.

Tenía razón. Dos de los seis miembros fundadores de la CEE, Bélgica y Francia, todavía mantenían intereses coloniales sustanciales en el continente. La adhesión a la comunidad planteó así la cuestión crucial de qué hacer con ellos.

La cuestión se volvió lo suficientemente contenciosa como para amenazar con el colapso de todo el proceso de negociación del Tratado de Roma. Los otros cuatro miembros de la CEE eran: Alemania, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos.

Francia, en particular, fue firme en la posición de que sus colonias estuvieran «asociadas» con la comunidad. París previó que sus términos preferenciales de comercio colonial se extendieran a toda la CEE, pero Alemania y los Países Bajos se opusieron, temerosos de verse obligados a compartir las responsabilidades financieras y políticas que venían ligadas al comercio con las antiguas colonias.

El argumento francés finalmente venció, pero con algunos compromisos. El acuerdo de asociación del tratado duraría cinco años y las prefencias que Francia disfrutaba en sus colonias se ampliarían gradualmente al resto de la CEE.

El acuerdo, recogido en los artículos 131 a 136 del tratado, sirvió como originador de las relaciones posteriores de Europa con el Grupo de Estados de África, el Caribe y el Pacífico (ACP). Esto se codificó en los Acuerdos de Yaoundé, el Convenio de Lomé y el Acuerdo Cotonou de hoy día.

Así que este 60 aniversario no se trata sólo de Europa. El tratado creó un marco para las relaciones multilaterales entre Europa y África.

Los principios del comercio y de la ayuda consagrados en el acuerdo de asociación del tratado constituyen la base de la agenda de desarollo de Europa en África hasta el día de hoy, aunque las relaciones se hayan extendido a muchas más zonas en este siglo XXI.

Un futuro común

ua-ue.jpgEl Tratado de Roma estableció el modelo para la creación del mayor mercado único del mundo. También contribuyó al proceso de cooperación y reconciliación posterior a la Segunda Guerra Mundial en Europa.

El impulso a la unidad europea persistió durante 37 años, culminando con la creación de la Unión Europea (UE) en el Tratado de Maastricht en 1993.

Aunque sea difícil de imaginar, en medio de la desgracia del Brexit, el creciente populismo y la crisis migratoria, todavía hay motivos para celebrar cuando se considera la relación de Europa con África.

La UE, con todos sus problemas, ha sido por lo general un socio progresista de África, especialmente en lo que respecta al establecimiento de la Estrategia Conjunta África-UE y a los esfuerzos programáticos que ha generado. Esto, por supuesto, no soluciona los casos de neocolonialismo ni el daño causado por la torpe promoción de los Acuerdos de Asociación Europea (EPA).

Los EPA, en particular, siguen siendo dolorosos. De hecho, las condiciones comerciales preferenciales otorgadas a los países africanos por los Estados miembros de la UE han sido juzgadas como discriminatorias y contrarias a las normas de la Organización Mundial del Comercio.

Más allá del debate de los EPA, una serie de factores han contribuido a generar desafíos sobre algunas de las asimetrías originales entre las dos partes.

Por un lado, China, en particular, continúa alterando la dinámica comercial global. Los países africanos y sus organizaciones regionales tienen ahora más socios a los que pueden acudir. Además, África está en medio de un proceso constructivo, con más de 20 años de robusto crecimiento. El África de hoy no es el África de 1957. La Unión Africana (UA) es también un socio más solido que su predecesor, la Organización de la Unidad Africana (OUA).

Comercio y ayuda

En 1957, el Tratado de Roma estableció los principios gemelos de las relaciones UE-África a lo largo del siglo XX y más allá: el comercio y la ayuda. Estos principios se enmarcaron dentro de la idea más amplia de la cooperación para el desarrollo.

El acuerdo de asociación prevé acuerdos comerciales recíprocos entre 31 «territorios de ultramar», incluidos 18 países africanos y los países ECC. También se creó un fondo de desarrollo en el extranjero, con los seis miembros de la CEE contribuyendo.

Paradójicamente, el acuerdo sirvió para perpetuar la dependencia africana con Europa. Incluso el pregonado principio de «no reciprocidad» de la Convención de Lomé, que se suponía debía nutrir a las industrias africanas, siguió añadiendo más dependencia.

La convención encontró fuertes críticas, como la del sistema de «clientelismo colectivo», que perpetuaba la dependencia en África.

Esta relación contradictoria entre la dependencia y el pensamiento progresista ha hecho que los africanos sean conscientemente circunspectos.

¿Qué es lo siguiente para Europa y África?

Los dos principios del comercio y la ayuda siguen existiendo. Pero el crecimiento de la asociación UE-África desde el 2000, fuera de los canales de la UE y los países ACP, ha ampliado la relación a áreas menos tradicionales, como la ciencia y la tecnología, la educación superior, la inversión privada, la infraestructura y la integración continental.

Pero las críticas de Kwame Nkurumah en el 57 siguen vigentes en la UE, por la promoción neocolonial de los EPA. Los expertos de África Oriental y Central han sido enérgicos en su oposición a estos acuerdos. Sin embargo, los funcionarios de la UE tienen una interpretación dramáticamente distinta. Neven Mimica, Comisario de la UE para la Cooperación Internacional y el Desarrollo, describió el EPA 2016 como algo destinado a aprovechar el potencial económico del sector privado y aumentar el comercio.

Con semejantes percepciones contrarias, tal vez no sorprenda que la Comunidad de Desarrollo de África Meridional (SADC) sea el único organismo regional que haya firmado un EPA con la UE, a pesar de los más de 10 años de negociación.

Lo que es crucial es que ambas partes reconozcan lo lejos que han llegado desde el Tratado de Roma. Y que acepten que una asociación más equitativa requiere un compromiso continuo de cooperación.

John Kotsopoulos

*John Kotsopoulos es investigador del Centro para el Estudio de la Innovación en la Gobernanza de la Universidad de Pretoria

Fuente: Mail&Guardian

[Traducción y edición, Mario Villalba]

[Fundación Sur]


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