Según los datos de la Oficina de Estadísticas de la UNESCO, la mitad de los niños en edad escolar en el mundo se encuentran en África y una mayoría de ellos en el África francófona, el 25% de ellos corresponde al nivel elemental y el 71% al nivel secundario.
Como comunidad, la francofonía ocupa el último lugar en el mundo en la educación de sus hijos, que, por decenas de millones, no asisten y no asistirán a la escuela ni un solo día en su vida en el siglo XXI. Ante una situación similar el sur de Asia ha hecho importantes avances en las últimas dos décadas, ahí donde el África francófona está tristemente estancada, por decirlo suavemente.
Ya preocupantes, estos datos se convierten en terribles cuando se les sitúa en la dinámica demográfica africana, dinámica que podría llegar a duplicación la población del continente en 2050.
En el mismo período, la población de África Occidental (CEDEAO) aumentará de 310 a 735 millones y los ciudadanos de los países de habla francesa de esta comunidad, pasarán de los 100 a los 278 millones; la del África Central (CEEAC) aumentará de 130 a 300 millones y los ciudadanos de los países de habla francesa de esta comunidad de 97 a 260 millones.
En resumen, en los próximos 25 años, los sistemas escolares de los países francófonos, África Occidental y Central, sistemas escolares ya completamente desbordados, podrían tener que acoger de 225 a 250 millones de nuevos alumnos y estudiantes. El último estudio realizado por el Observatorio de la lengua francesa recordó que, según la UNESCO, son más de 2 millones de profesores los que habrá que encontrar para garantizar la educación universal en África.
Está en juego, la magnitud del desafío, la urgencia de una importante iniciativa francófona, una iniciativa sin precedentes donde se movilizarían todos los recursos nacionales, públicos y privados, de todos los países que participan en el movimiento de habla francesa y donde se pedirían, con rotundo énfasis, los recursos de las instituciones financieras y bancarias nacionales, regionales e internacionales, de las fundaciones, cooperativas y empresas, y por qué no, los recursos de los países no francófonos que quieran fortalecer la iniciativa francesa.
El Instituto de la Francofonía para la educación y la formación de Dakar, debe beneficiarse de las ventajas de la francofonía para que esta operación que tiene como objetivos la escolarización universal de todos los niños del mundo francófono. Lo contrario, puede ocasionar el fracaso del continente y este fracaso tendría consecuencias trágicas, repercusiones continentales y universales de gran alcance.
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Fundación Sur
