Pobreza y violencia

27/04/2016 | Opinión

¿Hasta qué punto somos conscientes de la conexión entre pobreza y violencia en el país?

locust_effect_book.jpgUn extracto del libro «El efecto langosta: Porqué el fin de la pobreza requiere el final de la violencia», escrito por Gary Haugen, fundador y presidente de la agencia global de derechos humanos International Justice Mission, y el fiscal federal Víctor Boutros establece lo siguiente: Mientras que el mundo ha dado pasos alentadores en la lucha contra la pobreza global, existe una crisis oculta socavando silenciosamente nuestros mejores esfuerzos para ayudar a los pobres. Es la plaga de la violencia cotidiana. Debajo de la superficie de las comunidades más pobres del mundo, la violencia común, incluida la violación, el trabajo forzoso, la detención ilegal, el robo de tierras, el abuso policial y otras brutalidades, se ha convertido en rutina implacable. Y al igual que una horda de langostas que devoran todo a su paso, la plaga incontrolada de la violencia arruina vidas, bloquea el camino para salir de la pobreza y socava el desarrollo.

Se alega además que la plaga de la violencia ha crecido de forma tan dramática porque no hay nada que defienda a los pobres de las personas violentas ya que los sistemas básicos de justicia pública en el mundo en desarrollo han caído en un estado de colapso total.

La conclusión del estudio es que la violencia es un obstáculo fundamental para el alivio de la pobreza.

En los últimos años, la gente común en nuestro país se ha convertido en salvajes y asesinos ante tanta pobreza y opresión. El ciudadano ya no cree en el sistema policial para protegerles y administrar justicia. Me enferma imaginar a nuestros hermanos, padres, hermanas y madres recurriendo al asesinato a sangre fría para experimentar un sentido de justicia. Esto es resultado de la pobreza y el clímax de la desesperación y la frustración.

Contamos con la policía y el sistema de justicia en el país, pero, ¿se ejecutan las leyes o sólo son buenas sobre el papel? El ciudadano de a pie no confía en conseguir justicia y protección, Esto es un privilegio de los ricos y bien posicionados. Y los criminales se aprovechan de este estado de nihilismo.

Vamos a echar un vistazo a algunos de los últimos acontecimientos de este año: la quema de siete personas sospechosas de tener huesos humanos en Nsanje, el asesinato en grupo de cuatro personas de edad avanzada sospechosas de brujería en Neno, el ataque contra un coche de policía por los vendedores en Limbe , la quema de dos ladrones por una multitud en Chinyonga, los ataques a los trenes a lo largo de Moatize hacia el Océano Índico a través de Malaui (Mwanza, Neno), el apaleamiento brutal de dos reclusos huidos de la prisión de Chichiri, uno de los cuales murió en Blantyre. Todo esto en el contexto de una serie de robos a mano armada en todo el país, los crecientes casos de violencia de género y violación, así como la violencia contra los miembros de la comunidad LGBT.

¿Cuándo estaremos dispuestos a poner fin a este círculo vicioso de pobreza y violencia?

En 2014, durante una entrevista con U.S sobre «El efecto langosta: Porqué el fin de la pobreza requiere el final de la violencia», Haugen habló sobre las raíces de la violencia cotidiana en los países en desarrollo y lo que hay que hacer para hacer frente a esta situación.

El presento la violencia cotidiana en el mundo en desarrollo como resultado de la violencia diaria perpetrada por delincuentes en las comunidades pobres: personas más fuertes en la comunidad que cometen agresiones sexuales, propietarios de negocios que mantienen a personas pobres en esclavitud, policías locales que extorsionan. Y que esta violencia se desata por la ausencia de cualquier aplicación de la ley para parar los pies a estos criminales. Añadió que el problema no es que la gente pobre no consiga leyes; sino que no consiguen que se hagan cumplir. Y como resultado, el abandono de la aplicación de la ley ha llevado a las personas con riqueza y poder en el mundo en desarrollo a establecer sistemas de seguridad privada para protegerse a sí mismos, dejando a miles de millones de personas pobres en situación de vulnerabilidad crónica ante la violencia.

Haugen ofreció algunas sugerencias sobre cómo pueden establecerse sistemas eficaces de justicia en países que, como Malaui, sufren la plaga de la violencia cotidiana: “Lo primero que debe suceder es que el mundo desarrollado abandone totalmente sus sistemas de aplicación de la ley colonial. Los sistemas de vigilancia y tribunales han sido creados para proteger al gobierno de la gente común, en lugar de proteger a la gente común de la delincuencia; necesitan ser rediseñados para este nuevo propósito poscolonial. En segundo lugar, las personas con riqueza y poder deben dejar de invertir en un sistema paralelo de seguridad privado y reinvertir en un sistema público de justicia. En tercer lugar, la comunidad internacional debe dar prioridad a la inversión en sistemas de justicia penal en el mundo en desarrollo que realmente ayuden a las personas pobres.

Espero que Malaui esté dispuesto a liderar este cambio.

Yo defiendo mi argumento.

Lorraine Lusinje

Times Malawi

[Traducción, Jesús Esteibarlanda]

[Fundación Sur]

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