“Las protestas lideradas por jóvenes en Madagascar, Marruecos, Kenia y Nepal confirman la evidencia de que la Generación Z está formateando activamente el discurso político y social” (Vision of Humanity, 1 octubre 2025). “De Marruecos a Nepal, la Generación Z está usando Discord para levantarse” (Newsweek, 30 de octubre 2025). Esta vez, sí que los medios occidentales se han estado fijando en lo que ocurría en África. ¿Por el morbo que a menudo producen las revoluciones? ¿Por qué en los países occidentales esa misma generación Z se siente agraviada porque sus sueldos son inferiores a las pensiones de la generación X, a las que teóricamente deberían contribuir? También el CIDAF-UCM se ha interesado: “Día Mundial del SIDA: Cómo la Generación Z está subsanando las deficiencias en la educación sexual” (25 de abril 2025); “Como el poder de la generación Z está cambiando Marruecos” (24 de octubre 2025); “Esta generación Z está remodelando el panorama político africano” (Editorial del 27 de octubre 2025).
Confieso que me he sentido un poco fuera de tiesto. Soy de la ya “vieja escuela” que todavía utiliza WhatsApp, y nunca había oído hablar de “Discord”. En 2010, durante la “Primavera árabe”, Facebook fue la principal herramienta que ayudó a los manifestantes a organizarse, especialmente en Túnez y Egipto. Ahora, para organizar sus movidas, la generación Z utiliza cada vez más Discord, plataforma creada para facilitar la creación de comunidades de videojuegos, pero que en junio de 2020 pasó a ser una plataforma de comunicación y mensajería para todos. Los servidores privados de esta plataforma permiten a los activistas organizarse sin ser vistos, a menudo bajo seudónimos, y usar texto y llamadas. Muy útil para movimientos fluidos de protesta y sin líderes, como los que han tenido lugar estas últimas semanas.
¿Y si esa manera novedosa de organizar las protestas, implicara igualmente iniciativas en otros terrenos? “Liberar el potencial de la Generación Z para la transformación del sistema alimentario en África”, fue publicado el 28 de octubre de 2024 por El Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI), un centro internacional de investigación agrícola financiado, entre otros, por el Banco Mundial. Solo que el artículo propone más preguntas, – muchas ya consabidas–, que soluciones. Con más de 400 millones de jóvenes (15 a 35 años) de un total de 1.500 millones, la población de África es la más joven de todas las regiones del mundo. Pero solo uno de cada seis jóvenes tiene un empleo asalariado, y el desempleo sigue siendo su mayor preocupación (seguido por sanidad y agua). Según el último Afrobarómetro (2019-2023), el 54 % de los jóvenes culpan de ello a los gobernantes (lo hacían el 32 % en el Afrobarómetro de 2002-2003). La emigración de los jóvenes hacia las ciudades (y el extranjero), y el consiguiente abandono del campo, lo complican más aún. En Kenia, por ejemplo, la proporción de trabajadores jóvenes en el sector agroalimentario ha pasado del 58,9 % en 1990 al 28,5 % en 2020. Y, sin embargo, –razona el IFPRI–, el sector agroalimentario es fundamental para las economías africanas; contribuye entre el 34 % y el 50 % del PIB en Kenia, Nigeria, Uganda, Tanzania, Etiopía y Malaui, y, en la mayoría de los países africanos, proporciona más del 50 % de los puestos de trabajo. ¿No podría entonces la Generación Z, –se pregunta siempre el IFPRI–, con su creciente poder político y social, influir y transformar ese sector para que genere más empleo y riqueza? No han faltado declaraciones y programas en ese sentido, el último en Kigali, Ruanda, en septiembre de 2024. Durante el “Africa Food Systems Forum Summit”, los participantes jóvenes acordaron la “Youth declaration on Food Systems, Policy and Climate Action 2024”. No hay sin embargo evidencia de que esos programas hayan tenido resultados concretos positivos, o que se hayan implementado de manera correcta.
El panorama es más positivo si nos fijamos no tanto en lo que los jóvenes podrían aportar a nuestros esquemas y proyectos, sino en lo que ya están consiguiendo por su cuenta. Así lo hace Awad Abdusebur en “The Builders of a New Dawn: How Africa’s Youth Forging a Prosperous Future” (Pulse of Africa, Oct,22,2025). Han comenzado a llamarlos la “Phygital generation”: jóvenes africanos “phygitales” que se mueven sin dificultad entre el mundo físico y el digital. Mientras que las generaciones anteriores se veían obstaculizadas por redes de carreteras deficientes o el acceso limitado a los mercados físicos, la Generación Z está construyendo desde sus residencias imperios sin fronteras. Jóvenes phygitales han creado sistemas de pago móvil que brindan inclusión financiera a millones, evitando la necesidad de bancos físicos (ver: África: Los teléfonos móviles factor de desarrollo, por Antonio Molina, 17 de septiembre de 2012). A través de TikTok, un joven bailarín de Johannesburgo puede crear un baile Amapiano que se hace viral, convirtiendo un sonido local en un fenómeno global. En Instagram y Shopify, artesanos en Kumasi se conectan directamente con los clientes en Estocolmo. Artistas digitales africanos están vendiendo los NFT de sus obras sin necesidad de intermediarios [Un NFT (token no fungible) es un activo digital único y verificable gracias a la tecnología blockchain, que demuestra la propiedad de un artículo digital o físico]. Al combinar la creatividad con la tecnología, los phygitales de la generación Z están creando nuevas empresas que abordan las necesidades locales, ampliando el acceso a la educación a través de herramientas digitales y transformando industrias culturales como la música, la moda y el diseño en motores de crecimiento. Y como también esa combinación de educación y destreza digital ha permitido a la Generación Z difundir información rápidamente, coordinar acciones de manera efectiva y ejercer una presión significativa sobre los políticos, no es de extrañar si por ahora estos la temen, en lugar de abrazarla y utilizar sus múltiples capacidades.
J. Ramón Echeverría
CIDAF-UCM


