Envalentonados por los levantamientos populares de Túnez y Egipto, ahora empiezan a aumentar las demandas de reformas en Marruecos, llegando incluso a tocar a la monarquía.
“Muchos creen que es necesaria una reforma constitucional que permita que Marruecos se beneficie de unas instituciones más modernas”, señala el economista y analista Driss Benali, sobre el fenómeno que en última instancia podría disminuir el poder del monarca.
Entre estas voces que piden reformas está uno de los movimientos islamistas más importantes de Marruecos, Justicia y Caridad, que ha pedido “un cambio democrático urgente”.
“Es injusto que la riqueza del país deba estar monopolizada por una minoría”, escribe el movimiento en su página web. Este movimiento está prohibido, aunque tolerado en internet.
Marruecos es un país con fuertes desigualdades económicas, compartiendo algunos de los ingredientes que explotaron en revueltas masivas en el vecino Túnez: “una generación joven, por lo general ociosa, que se enfrenta a problemas de falta de formación, empleo y perspectivas, y un horizonte político bastante cerrado”, explica el economista Najib Akesbi.
“Corrupción y nepotismo” son otras dos realidades, añade Akesbi, señalando que Marruecos ocupa el puesto 85 en el índice de percepción de la corrupción de la organización Transparenci Internacional, muy por debajo de Túnez, que ocupa el 59.
Grandes reformas políticas
Hasta el momento, este país de 32 millones de habitantes no ha experimentado las manifestaciones masivas que convulsionan otros países árabes. Pero los marroquíes en las grandes ciudades siguen muy de cerca los levantamientos populares de los estados amigos del norte de África, Túnez y Egipto, vía Al Jazeera.
Más recientemente, un grupo de jóvenes marroquíes ha lanzado un llamamiento vía Facebook para hacer una protesta pacífica pidiendo “una gran reforma política”, el 20 de febrero. El movimiento, que dice tener varios miles de seguidores, es sólo una parte del surgimiento de muchos debates cibernéticos sobre las posibilidades de cambio en el país.
Marruecos “probablemente no sea una excepción” a los movimientos de protesta que inundan el mundo árabe, declaró el príncipe Moulay Hicham, primo del rey Mohamed VI, en una entrevista concedida a un medio extranjero.
El príncipe, de 46 años, tercero en la línea sucesoria del trono, es apodado el “príncipe rojo”, por sus críticas a la monarquía de Marruecos.
El comisario de la ampliación de la Unión Europea, Stefan Fule, de visita en el país, pidió a las autoridades marroquíes que profundicen en las reformas, particularmente en las medidas de erradicación de la pobreza.
Las autoridades de Marruecos han mantenido los subsidios a productos de primera necesidad como la harina, el azúcar y el gas butano. La subida de los precios de estos productos básicos ayudó a desencadenar las revueltas en otros países árabes.
“La sociedad de Marruecos no es ajena a lo que está pasando en otros lugares”, explica el analista Benali. “En lugar de sufrir los acontecimientos, es mejor anticiparte a ellos y emprender las reformas”.
Cambio pacífico
Benali cree que Marruecos tiene una ventaja sobre sus compañeros árabes, “la legitimidad de la monarquía”.
Mohamed, que se convirtió en rey en 1999, “no ha producido cansancio” por llevar muchos años en el poder, explica Benali, esbozando un escenario en que Rabat pueda evolucionar paso a paso hacia un sistema en el que “el Rey termine reinando pero no gobernando”.
Por su parte, Justicia y Caridad, que dicen tener 200.000 seguidores, no cuestiona la legitimidad del monarca, sino que se niega a reconocer a Mohamed como “comandante de los creyentes”.
“Es un islamismo que va contra el orden establecido, que está abogando por el cambio pacífico”, afirma el experto en Islam, Mohamed Darif, de Justicia y Caridad, “no habla de abolir la monarquía”.
Existen movimientos islamistas más integristas, añade, como el Partido Justicia y Desarrollo, que cuenta con representación en la oposición del parlamento.
(News 24, 10-02-11)