El día posterior al colapso de aquel engendro llamado URSS se generó un vacío de poder donde los más avezados se hicieron con la propiedad del estado en forma de arsenales, petroleras o buques. Cuando el que firma era un mozalbete, recuerda las chimeneas de la hoz y el martillo atracadas en Santa Cruz y aquellas visitas a Sovhispan a comprar alfombras rusas. La flota pesquera ex-soviética acabó en manos de armadores privados y bajo pabellones de conveniencia, inaugurándose con ello el capítulo más lucrativo de la pesca pirata global.
La fachada atlántica comprendida desde Villa Cisneros – Dakhla – hasta Walvis Bay en Namibia, está repleta de pesqueros que más que faenar, muchas veces de manera ilegal y sin licencia, esquilman el lecho marino acabando con la pesca artesanal que alimenta a las comunidades costeras de Mauritania, Senegal o… Somalia. Canallada posible por la carencia de medios que algunos estados africanos tienen para vigilar sus caladeros, emitir licencias que regulen la actividad y que con ello no se arruinen las especies comerciales. ¿Surgió entonces la piratería como respuesta a la destrucción del sustento local? Desde luego, no es una tesis descabellada; al menos en aguas del Cuerno de Africa.
Muchos de aquellos arrastreros “rusos” ahora ondean enseña de Belice. Un estado “alegre” en lo administrativo que complica bastante exigir responsabilidades al pabellón de registro. El Oleg Naydenov era uno de los muchos factorías que faenaban en los caladeros mauritanos y que históricamente han tenido Canarias como puerto base. El malogrado barco, que ya había sido apresado en aguas jurisdiccionales de Bissau y amarrado en Dakar, viene a representar el ejemplo de buque-empresa que en alta mar vende sus capturas a terceros – buques congeladores o reefers- , que a su vez, se las revenden a las pulcras firmas de ultracongelados que no quieren verse acusadas de furtivismo. La indiferencia mediática favorece esta pillería que se esconde tras la pesca no regulada y que no es coto exclusivo de los pescadores rusos. Algunos armadores españoles y holandeses también son bastante sinvergüenzas en lo relativo a las capturas ilegales en las costas africanas; no hay más que consultar la lista negra de stopillegalfishing y allí nos encontraremos a viejos conocidos.
CENTRO DE ESTUDIOS AFRICANOS DE LA ULL.