Un presidente acusado de forzar la constitución para optar a un tercer mandato, un partido en el poder, el CNDD-FDD, dividido, una oposición envalentonada y agrupada: estamos frente a un pulso peligroso pocos meses antes de unas elecciones generales. Como se sabe, la historia de Burundi ha estado marcada por conflictos interétnicos y por una larga y destructora guerra civil (1993-2006): pasado violento del que Burundi se rehace con dificultades.
Los campos, actualmente, están claramente definidos: por un lado, opositores a un tercer mandato del presidente Nkurunziza, al considerarlo inconstitucional, y por otro los apoyos del jefe del Estado que defienden que tiene derecho a una nueva candidatura. Las posiciones se van radicalizando conforme pasa el tiempo y se acercan las fechas electorales, mayo de 2015. La polarización presagia explosiones de violencia, y como afirma un profesor de la universidad de Burundi, Julien Nimubona, es una salida, al parecer deseada por muchos actores. La multitudinaria manifestación de decenas de miles de personas en favor de un periodista, Bob Rugukira, crítico con el poder, ha sido uno de los elementos que han lanzado y concretado la radicalización social. La inesperada amplitud de la contestación popular ha sido sin duda una advertencia lanzada al poder y los opositores y las organizaciones de la sociedad civil se han visto reforzados en sus posiciones contra el posible tercer mandato de Nkurunziza.
Se han soltado también las lenguas en el seno del CNDD-FDD, donde cada vez más cuadros adoptan posiciones contra la candidatura del jefe del Estado; temen que el empecinamiento en seguir en el poder haga derrumbar el sistema CNDD-FDD (como ha sucedido en Burkina-Faso), instalado desde 2005, o que hunda de nuevo el país en la violencia. La fronda interna al partido en el poder ha crecido y la división, al parecer, emerge también en el seno de las fuerzas armadas.
Ante este panorama inquietante: crisis interna del sistema, oposición beligerante y partidarios del Presidente, sobre todo la organización juvenil del CNDD-FDD, los Imbonerakure, que no parecen ocultar su voluntad de resolver el problema incluso mediante la fuerza, el riego de violencias es real. Thierry Vircoulon, de International Crisis Group, detecta un creciente clima de sublevación en Bujumbura y expresa su preocupación ante la actitud de “algunos que parecen estar tentados por la lógica de lo peor”. El temor de que la violencia se desate está en la mente y conversaciones de muchos.
Las tensiones van más allá, aunque siga latente y dormida, de la tradicional confrontación hutu-tutsi, que ha asolado durante tanto tiempo el país. Se trata de luchas por el poder entre dirigentes hutu: Pierre Nkurunziza (CNDD-FDD) y Agathon Rwasa (FNL). A estas tensiones se añade el hartazgo de una población, particularmente de Bujumbura, acosada por la subida de precios, la pobreza, la inflación, el hostigamiento de la oposición y de organizaciones de la sociedad civil; se han producido incluso asesinatos o tentativas de eliminación de opositores.
En este contexto un tanto explosivo, la muy influyente Iglesia católica ha roto con su reserva habitual y los obispos se han pronunciado contra un tercer mandato del Presidente Nkurunziza. Esta posición puede causar un daño considerable al partido presidencial. Por otra parte, las presiones exteriores, EEUU y UE, que reclaman que Nkurunkiza renuncie a sus pretensiones son frecuentes. Thierry Vircoulon considera necesario un acuerdo en el interior del CNDD-FDD para presentar una candidatura alternativa a la del actual Presidente. Pero, los más fieles al régimen subrayan que debe ser el Tribunal Constitucional quien debe dirimir sobre la legalidad de la candidatura de Nkurunziza. ¿Qué puede pasar si el dictamen del Constitucional da el visto bueno a dicha candidatura?
Ramón Arozarena
