Paul Kagame vuelve a amenazar

18/03/2014 | Opinión

El asesinato por estrangulamiento, el 31 de diciembre, en un hotel de Johannesburgo, de Patrick Karegeya, antiguo jefe de los servicios secretos ruandeses refugiado en Sudáfrica, incomodó seriamente a las autoridades surafricanas que inmediatamente apuntaron hacia Kigali como responsable del mismo. No era la primera vez que la sospecha de que agentes ruandeses actuaban en Sudáfrica contra disidentes del régimen se hacía patente. El general Kayumba Nyamwusa había sufrido anteriormente por dos veces un intento de asesinato. La residencia de este general, antiguo jefe de estado-mayor del ejército ruandés, ha vuelto a ser atacada hace poco. Las autoridades de Pretoria dicen tener pruebas de la implicación de varios diplomáticos ruandeses en el asunto. Tres de ellos han sido expulsados provocando una grave crisis en las relaciones entre los dos países; Ruanda ha adoptado la misma medida con seis miembros de la embajada surafricana en Kigali.

Cuando Patrick Karegeya fue asesinado, el presidente Kagame, a la vez que negaba una implicación ruandesa, no tuvo empacho alguno en mostrar su satisfacción y en aplaudir la eliminación de un “traidor a Ruanda”. Karegeya, como todos los disidentes, no merecía más que la desaparición. Pues bien, en medio de la reciente tensión entre Sudáfrica y Ruanda, no ha dudado tampoco en amenazar nuevamente a los disidentes exiliados. Con ocasión de una ceremonia con cadetes de la policía, ha vuelto a lanzar serias advertencias a los disidentes exiliados, según informa RFI. Ha evocado que los frecuentes ataques con granadas de que es objeto desde 2010 Ruanda tienen su origen en “el exterior del país”, insinuando oscuramente que “algunos con los que supuestamente trabajamos colaboran con los que provocan la inseguridad”. La ministra de Asuntos Exteriores ya había lanzado previamente la acusación contra Sudáfrica en el sentido de que no actuaba contra “los fugitivos ruandeses”, responsables de los ataques terroristas en Ruanda. Paul Kagame ha repetido el discurso ya conocido según el cual “quien comprometa la seguridad de los ruandeses lo pagará caro”, para añadir. “no soy ni periodista ni responsable de una ONG. Tengo a mi cargo el bienestar y seguridad de los ruandeses. Me importa muy poco si soy mal interpretado”.

La airada y cuando menos arrogante reacción ruandesa contrasta con la de Burundi, uno de cuyos diplomáticos acreditados en Sudáfrica ha sido expulsado también por colaborar con los ruandeses en el ataque a la casa del general Kayumba. El gobierno burundés, que afirma ser plenamente ajeno a la agresión y espera que se le presenten pruebas de la implicación de su representante, ha optado por la vía del apaciguamiento, expresando su voluntad de preservar su cooperación con la potencia política y económica que representa Sudáfrica.

Paul Kagame, que implacablemente controla y dirige Ruanda, lleva la eliminación de sus adversarios políticos incluso allá donde éstos han encontrado refugio. La “desaparición” en el extranjero de sus oponentes no es algo nuevo. Ni el pisoteo de los derechos humanos ni las tensiones diplomáticas que se derivan de semejantes acciones parecen debilitar su íntima convicción de salvar a la patria. ¿Exhibición de fortaleza o, más bien, de cierto resquebrajamiento del régimen del FPR?

Ramón Arozarena

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster