Paul contra Kagame

23/07/2010 | Opinión

Nada puede turbar el sueño de Paul Kagame en la carrera a la presidencia a la que acaba de lanzarse para sucederse a sí mismo. Salvo terremoto, el delgado hombre de Kigali está seguro de conseguir un nuevo mandato a la cabeza de Ruanda. Incluso está seguro de alcanzar la cota estaliniana del 95% que obtuvo en 2003. ¿Qué podría impedir a Paul Kagame consolidar su sillón, cuando se ha preparado una auténtica avenida, apartando de su paso todo y a todos los que son susceptibles de constituir un obstáculo para sus ambiciones de presidente incontestado?

A pesar de la temeridad que podría ser la suya, a la prensa y a los principales opositores al régimen simplemente les falta espacio para expresarse. No serán las tres grandes formaciones de la oposición, dos de las cuales han sido impedidas por el poder en su inscripción, y la tercera, el Partido verde, que sigue llorando la muerte de su vicepresidente encontrado decapitado, las que dirán lo contrario. En cuanto a Victoire Ingabire, presidenta de las Fuerzas Democráticas Unificadas (FDU-Inkingi), se le ha prohibido cualquier movimiento y está bajo control judicial desde que fue inculpada de negación del genocidio y complicidad con el terrorismo, dos armas fatales que Kagame utiliza maravillosamente contra sus adversarios, los que tienen la suerte de seguir con vida. Por otra parte, Bernard Ntaganda, líder del PS Imberakuri, tampoco podrá hacer campaña desde la celda en la que esta encerrado desde hace casi un mes. Al final, y como en casi todas partes en África donde la democracia y la alternancia son rehenes, Paul Kagame, desembarazado de sus contradictores, irá a toda velocidad a la reconquista de su propio sillón, que conservará. Él y muchos otros jefes de Estado, antes y después de él, ignoran olímpicamente que “venciendo sin peligro se triunfa sin gloria”.

Morin Yamongbè

(Fasozine 21/07/2010)

Traducción: Ramón Arozarena.

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