¿Participó Francia en el genocidio ruandés?

15/02/2013 | Crónicas y reportajes

Después de su libro «Paul Kagame sacrificó a los tutsi», en el que Jean Marie Ndagijimana, antiguo embajador de Ruanda en París, acusa a Paul Kagame de haber sacrificado deliberadamente a los tutsi del interior y de haber utilizado el genocidio como pretexto para hacerse con el poder por la fuerza en 1994, el autor regresa con un nuevo libro, “¿Francia participó en el genocidio ruandés?”, en el que ofrece su testimonio sobre la implicación de Francia en la crisis ruandesa de 1990 a 1994.

Efectivamente, unos lamentan que Francia no hubiera actuado rápida y eficazmente para parar el genocidio; otros le reprochan haberse comprometido excesivamente y haber entrenado y armado a los genocidas; otros van más lejos, al acusar de que París participó directamente en las masacres. Pero, ¿cuál fue realmente el protagonismo de Francia en la guerra que comenzó en Ruanda en octubre de 1990, que se transformó en locura asesina a partir del 6 de abril de 1994? Es la pregunta que Nadagijimana se hace en el libro.

El autor no tiene inconveniente en afirmar que no tiene respuesta a semejante cuestión, ya que la respuesta “depende de lo que cada uno piensa”. Nos ofrece su testimonio a partir de los elementos que posee y pudo observar como embajador en Francia durante los acontecimiento de 1994. No quiere ser el defensor de Francia; solamente aportar, como otros lo han hecho, su testimonio.

Nadgijimana recuerda que cuando se acusa a Francia de haber participado en el genocidio, se refiere al genocidio tutsi perpetrado tras el asesinato del presidente Habyarimana. Insiste en este elemento, ya que él considera que también hubo otro genocidio, el de los hutu, cometido por el FPR en la zona que éste controlaba antes de la toma de Kigali; genocidio que prosiguió posteriormente tras la toma del poder y que culminó en los bosques del Zaire, donde fueron sistemáticamente abatidos miles de refugiados hutu. Los que acusan a Francia no hablan del genocidio de los hutu sino del perpetrado contra los tutsi.

Ndagijimana recuerda que en abril de 1994 Francia no tenía presencia militar propiamente dicha en Ruanda, ya que los acuerdos del 4 de agosto de 1993 de Arusha preveían que las tropas extranjeras debían abandonar Ruanda y Francia había retirado los contingentes en diciembre de 1993. Los franceses regresaron cuando ya las masacres habían comenzado y lo hicieron para ayudar a que salieran de Ruanda los extranjeros. No se quedó en Ruanda durante las masacres. Las tropas francesas regresaron en el marco de la operación Turquoise, autorizada por la ONU para poner fin a las masacres; se desplegaron en una parte del territorio ruandés del 23 de junio al 18 de agosto de 1994 y, recuerda Ndagijimana, “lograron salvar a miles de civiles tutsi, hutu y twa que estaban agrupados en las zonas humanitarias seguras”. Afirma también que el hecho de que Francia hubiera recibido al ministro de exteriores del gobierno interino y a otras personalidades del mismo, no prueba que Francia apoyara a los genocidas, ya que también recibía al mismo tiempo a delegaciones del FPR.

Según Ndagijimana, Francia no sólo ejercía su influencia sobre Habyariamana sino también sobre el FPR y la oposición; se producía un ir y venir constante a París de delegados gubernamentales y de personas ligadas a la oposición; no puede decirse que Francia sólo escuchaba y apoyaba a Habyarimana. El autor consagra algunas páginas a los encuentros de los responsables franceses del Quai d’Orsay con emisarios del FPR. Habyarimana pedía ayuda para aplastar el FPR; el FPR reclamaba que Francia presionara a Habyarimana para que éste negociara; la oposición no armada exigía la apertura del espacio político. Ndagijimana se muestra totalmente contrario a la convicción que ha prevalecido de que Francia empujaba al gobierno ruandés a aplastar al FPR, por el contrario, expresa su opinión de que frenó cualquier posibilidad de que ganara la guerra contra el FPR. Su apoyo a Habyarimana era condicional; un apoyo para detener las pretensiones del FPR, pero no para ganar la guerra. Francia exigió que el gobierno ruandés negociara con el FPR y que abriera el espacio político a la oposición. Ndagijimana apunta la idea de que el multipartidismo llegó a Ruanda gracias a Francia gracias a la presión francesa. El autor afirma que el presidente Habyarimana se mostraba decepcionado y frustrado porque Francia no le daba las armas necesarias para ganar la guerra.

El antiguo ministro y embajador ofrece su testimonio de los esfuerzos franceses en las negociaciones para lograr un arreglo pacífico del conflicto ruandés. Según él, fue en París, entre finales de 1991 y julio de 1992, en varios encuentros, donde se decidió proseguir las negociaciones en un país africano. Se optó por Arusha (Tanzania). El autor invita al lector a preguntarse: Francia, que tenía una presencia militar en Ruanda y los medios para que el gobierno ganase la guerra, sin embargo no lo hizo, más bien aconsejó y facilitó la negociación, ¿puede decirse por lo tanto que deseaba que los ruandeses se masacraran entre ellos? Ndagijimana contesta que él «tiende a pensar que no». Y da la misma respuesta a quienes han afirmado que los franceses se batieron al lado del ejército ruandés. Lo que le parece evidente es que Francia no ayudó al ejército ruandés para que éste venciera militarmente al FPR; su ayuda para parar al FPR tenía como objetivo que todos (unos y otros) se sentaran a negociar en Arusha.

Ndagijimana subraya el hecho de que Francia fue el único país que pidió que se enviara a Ruanda una fuerza de intervención para separar a los beligerantes y detener las masacres; algo que otras potencias no quisieron oír, porque el FPR se oponía vehementemente al envío de semejante fuerza internacional, por considerar que ello beneficiaba a los genocidas.

Con relación a la operación Turquoise, iniciada a finales de junio de 1994, promovida por Francia y aceptada por la ONU, Ndagijimana afirma con cierta contundencia: “¿Qué habría sido de miles de tutsi salvados de las garras de los milicianos Interahamwe si la misión Turquoise no se hubiera producido?… Nunca se dirá lo suficiente, ningún otro país del norte ha salvado un solo ruandés de la muerte”.

Jean-Marie Ndagijimana, frente a quienes dicen que tanto Francia como la comunidad internacional son los responsables de la tragedia, afirma: “Sí, la comunidad internacional dio pruebas de cobardía e irresponsabilidad, es verdad, pero la primera responsabilidad corresponde a los ruandeses. Los ruandeses deben asumir sus errores, sus crímenes. Tanto el FPR como el antiguo gobierno, como la oposición democrática, deben asumir sus responsabilidades. Lo que hay que hacer es buscar cierta reconciliación interna entre los mismos ruandeses y luego la reconciliación entre Francia y Ruanda”.

Jean Mitari


Resumen y traducción de la recensión del libro: Ramón Arozarena.

Fuente: Jambonews.net

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