Opinión de una víctima de guerra acerca del documental Kony 2012, de Niños Invisibles

20/03/2012 | Opinión

Las promociones recientes del documental y la campaña “Kony 2012” de Los Niños Invisibles me han motivado a compartir mi historia de vida como sobreviviente de la guerra instaurada por el LRA (Ejército de Resistencia del Señor) de Kony, y sus consecuencias. Nací y crecí durante el desarrollo de dicha guerra, me crié en campamentos para desplazados internos y logré escapar de los secuestros de diferentes maneras, luchando en todo momento por mi seguridad, alimentación y educación.

Hoy, como director de la organización African Youth Initiative Network (AYINET, en español Red de Iniciativas para los Jóvenes Africanos), fundada en 2005 y conformada por un grupo de jóvenes sumamente dedicados, muchos de los cuales fueron víctimas directas de esa guerra —ex niños soldado—, puedo afirmar que nuestras dolorosas experiencias infantiles no nos cercenaron, sino que forjaron en nosotros la convicción necesaria para cuidar y salvar las vidas de nuestra gente, que hoy sufre y lucha soportando dolores tanto físicos como emocionales. En este contexto, y desde el punto de vista de un sobreviviente, deseo contrapesar la perspectiva que ofrece Kony 2012.

En primer lugar, es importante valorar los esfuerzos realizados por el gobierno de Uganda, la Unión Africana, la Unión Europea, los Estados Unidos y otros actores internacionales clave para intentar poner fin a la amenaza del LRA. Estos esfuerzos han sido importantes, sin embargo queda mucho por hacer. En particular, es necesario aumentar la protección de la población civil del sur de Sudán, la República Democrática del Congo (RDC) y la República Centroafricana, donde el LRA permanece en actividad. Además, muchos de los efectos devastadores de la guerra entre el LRA y el gobierno de Uganda no han sido encarados aún en el norte de Uganda, a pesar de que el LRA dejó de asolar esta zona en 2006. Entre dichos efectos se incluyen perjuicios severos a la salud física y mental de la población, el debilitamiento de servicios básicos sociales y de protección, la casi absoluta falta de asistencia a los daños sufridos y una completa irresponsabilidad por parte de quienes detentan el poder.

En segundo lugar, luego de haber perdido a un hermano y un primo a causa de los secuestros (cuyos paraderos, al igual que los de miles de otros, se desconocen), uno mis esperanzas a las del resto de los ugandeses que esperan encontrar vivos a sus seres queridos. En el norte de Uganda, la propuesta de bombardear a los rebeldes del LRA sigue siendo un tema sumamente delicado, e imagino que en la RDC, el sur de Sudán y en la República Centroafricana también, dado que cientos de niños y adultos fueron víctimas de secuestros y aún no han regresado.

Los secuestros de mi hermano y mi primo han traumatizado fuertemente a mi padre. Las noticias de asesinatos a rebeldes del LRA lo alteran demasiado. Estoy de acuerdo en detener a Kony, siempre y cuando se eviten nuevas muertes entre los niños en riesgo. Alimentar esperanzas potencialmente falsas acerca del arresto de Kony durante este año no devolverá las vidas perdidas en el norte de Uganda. Lo que realmente se necesita es rehabilitar a las víctimas y a las comunidades. Cuanto más se fortalezca a los sobrevivientes, más lejana quedará la amenaza de Kony.

La prioridad debería ser restaurar las comunidades devastadas por Kony, antes que capturarlo o asesinarlo.

En tercer lugar, una de las críticas principales a Los Niños Invisibles se refiere a su responsabilidad financiera. El trabajo con víctimas de guerra implica una responsabilidad humana y física mayores que la que requieren otros grupos humanos. Resultan mucho más útiles los cambios prácticos y tangibles que puedan generar sonrisas en las caras llenas de lágrimas de las víctimas que un informe financiero bien realizado.

El norte de Uganda necesita cambios de vida, y los medios para ayudar a las víctimas existen. Algunos de ellos fueron mutilados cuando eran niños y han sufrido por ello durante todas sus vidas.

En cuarto lugar, cualesquiera que sean los esfuerzos destinados como resultado de la promoción mediática de esta película, la prioridad debe ser el reconocimiento de las víctimas reales de aquel drama. Ni la captura ni la muerte de Kony mejorarán las vidas de sus víctimas.

Por ejemplo, ¿para qué destinar millones de centavos en Kony cuando ese dinero podría destinarse a auxiliar a miles de sobrevivientes que se encuentran al borde de la muerte debido a dolores físicos y psicológicos tratables? Cualquier estrategia implementada para lidiar con Kony debería ser complementada con una estrategia para ayudar a las víctimas. Cuanto más directas sean las relaciones con las víctimas, mejor. Dado que el mundo ya conoce las atrocidades perpetradas por Kony, es hora de trabajar juntos para alcanzar la paz tanto a nivel regional como nacional.

Por Victor Ochen

El Sr. Ochen es Director de la African Youth Initiative Network, de Uganda.

Daily Monitor, Uganda, 13 de marzo de 2012.

Traducido para Fundación Sur por Magdalena Saux.

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