Ojos que no ven…, por Rafael Muñoz Abad – Centro de Estudios Africanos de la ULL

22/09/2014 | Bitácora africana

Mis primos no trabajaron en su vida…eso se dejaba para los tunecinos o para los negros que venían de más abajo. El estado, vestido de gadafismo, les concedía casa y una renta básica por el mero hecho de ser libios.

Como estudioso y seguidor de la actualidad africana no pierdo de vista lo que difusamente nos llega de la antigua provincia romana. A noventa minutos en avión de Roma se está gestando un escenario de inestabilidad que podría reventar a las puertas de Europa. Occidente, capitaneada por aquella Francia de Sarkozy, alimentó [chapucera e irresponsablemente] la revuelta que acabó con Gadafi. Libia se sumió en una cruenta guerra civil. Sus arsenales se vaciaron y acabaron armando a las facciones integristas que a punto estuvieron de tornar Mali en un califato. El desorden militar fue tal, que hasta una pareja de cazabombarderos Mirage F-1 desertaron al negarse a obedecer las órdenes de bombardear a los rebeldes libios; virando al norte y escapando para ello a la vecina Malta .

Lo que en Libia viene sucediendo es complejísimo de discernir desde la distancia. La capital, Trípoli, es coto de fuerzas islamistas; caso de Ansar al – Sharia: organización en la órbita ideológica de Al – Qaeda. Su aeropuerto ha sido escenario de violentos combates y el tráfico comercial se ve interrumpido con frecuencia; haciendo imposible determinar las conexiones aéreas y que muchas compañías hayan abandonado un destino ya de por si poco demandado. La incertidumbre es tal, que incluso aviones militares sin libreas reconocidas han operado en él. La costa oriental, ante la ausencia de un poder central reconocido, se ha convertido en un taifarato donde las versiones mediterráneas de los señores de la guerra se han hecho fuertes regulando las exportaciones del magnífico crudo libio. Sociedades ribereñas apuntaladas por milicias fuertemente armadas con cuentas en la city londinense y, quizás, ¿discretos lazos con el integrismo y el crimen organizado? Aparentemente, algo similar a lo que aconteció en Somalia y que a grandes rasgos favoreció el brote del segundo oficio más viejo del mundo: la piratería.

Ante la ausencia de un ejecutivo fuerte, la ancestral lucha de las tribus libias revive un episodio donde facciones paramilitares pujan por sacar tajada bajo la citada exportación de petróleo. Un panorama incierto que ahora se ve reforzado al convertirse sus playas en el puerto de salida de las embarcaciones, que repletas de almas desesperadas camino del naufragio, llaman a las puertas de una Europa que deja el marrón a Italia y Malta.

No queremos saber nada de Libia y de lo que allí sucede. El país está desestabilizado y su profundo sur se ha convertido en una tierra de nadie; corredor del tráfico ilegal de armas, drogas y personas. La táctica de ojos que no ven corazón que no siente, es un riesgo inaceptable de cara a la evolución que su pos conflicto interno pueda tener para ambas orillas del arco mediterráneo. .

Adjunto enlace para ver las imágenes de los cazas libios, nótese que en el video de YouTube ya aparecen con las nuevas marcas pos Gadafi; mientras que en su llegada “vestían” los habituales círculos verdes del gadafismo.

http://www.airplane-pictures.net/photo/123062/502-libya-air-force-dassault-mirage-f1/

https://www.youtube.com/watch?v=k2DGwSK4iqU

@Springbok1973

cuadernosdeafrica@gmail.com

Autor

  • Muñoz Abad, Rafael

    Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

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