No solo hay que denunciar la masacre de los cristianos. Hay que preguntarse por qué sucedió», asegura a la Agencia Fides monseñor Juan José Aguirre, obispo de Bangassou, diócesis del sureste de la República Centroafricana, adyacente a la de Alindao, donde el 15 de noviembre los exrebeldes Seleka de las UPS (Unité pour la Paix en Centrafrique), bajo las órdenes del general Ali Darassa, mataron a más de 40 personas, entre quienes se encontraba el vicario general de la diócesis, monseñor Blaise Mada y el padre Celestine Ngoumbango, párroco de Mingala.
«El acontecimiento que desencadenó la masacre fue el asesinato de un mercenario nigeriano de las UPC de hace unos días. La mayoría de los miembros de las UPC son Peuls de países vecinos como Níger. Las UPC, nacidas de una escisión de los Seleka, se instalaron en Alindao hace 5 años, en la parte occidental de la ciudad. La misión católica está en el este, donde hay un campo de desplazados para no musulmanes, que acoge a unas 26.000 personas», explica monseñor Aguirre.
«Las represalias fueron terribles. Los hombres de Ali Darassa atacaron, saquearon e incendiaron el campamento de desplazados y mataron a mujeres y niños e incendiaron la catedral donde mataron a los dos sacerdotes. Inmediatamente después, los mercenarios de las UPC dejaron entrar a la parte oriental de Alindao a grupos de jóvenes musulmanes de la parte occidental que saquearon la casa episcopal y prendieron fuego al presbiterio y al centro de Cáritas. Vi algunas fotos. De estas estructuras solo quedan las paredes calcinadas», explica el obispo.
Ayer el personal de las ONG’s que trabajaban en Alindao fue evacuado. «Todos se fueron, excepto monseñor Cyr-Nestor Yapaupa, obispo de Alindao, y tres sacerdotes que quisieron permanecer cerca de la población. Hablé con ellos, están agotados, pero tuvieron la fuerza suficiente como para enterrar a los dos sacerdotes mártires y a las 42 personas masacradas en el campo de acogida. Creo que mañana, el cardenal Dieudonné Nzapalainga, arzobispo de Bangui, tiene la intención de ir a Alindao», asegura monseñor Aguirre.
El obispo de origen español confirmó que los cascos azules de la MINUSCA no intervinieron para defender a los civiles del asalto de las UPC. «Tan pronto como comenzó el ataque, los Cascos Azules mauritanos de la MINUSCA se retiraron a su base. Hay que tener en cuenta que las normas de intervención de algunos contingentes, como los de Mauritania, Egipto y Pakistán, tienen un acuerdo con las Naciones Unidas en virtud del cual se comprometen a responder a los ataques armados solo si son atacados directamente. Así que en Alindao los cascos azules fueron completamente ineficaces. Otros contingentes, como el de Ruanda, tienen reglas de combate bajo las cuales intervienen para defender a la población víctima de ataque», precisa el obispo.
Monseñor Aguirre asegura que «no podemos limitarnos a denunciar estas masacres. Tenemos que llegar al fondo de lo que está ocurriendo en República Centroafricana. Grupos como la UPC están formados por mercenarios extranjeros que han estado ocupando nuestro territorio desde hace 5 años. Están pagados por algunos países del Golfo y dirigidos por algunos países africanos vecinos. Entran por el Chad a través de Birao, con armas vendidas a Arabia Saudita por los Estados Unidos. Quieren dividir República Centroafricana alimentando el odio entre musulmanes y no musulmanes. De esta manera pueden aprovechar y saquear las riquezas del país, como el oro, los diamantes y el ganado. Pero sobre todo algunos países extranjeros y no africanos quieren utilizar República Centroafricana como puerta de entrada a la República Democrática del Congo y al resto del continente, manipulando el Islam radical. Este es el juego detrás de la masacre de Alindao», concluye el obispo Aguirre.
Fuente: Agencia Fides
[Fundación Sur]
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