Nos muestran el camino, por Bartolomé Burgos

3/11/2015 | Bitácora africana

En estos días, en que la Unión Europea muestra tanta reticencia en acoger a los refugiados procedentes de Siria, y de algunos otros lugares donde las poblaciones viven situaciones angustiosas, un país africano, muy pobre, viene a darnos una lección de humanidad. Se trata del Chad.

¿Qué tipo de país es el Chad?

El Chad es un país africano del Sahel. Fue colonia francesa hasta 1960 y cuenta en la actualidad con unos 13 millones de habitantes.

Está gobernado por un régimen autoritario que podríamos llamar una democracia nominal.

Su presidente Idriss Déby, lleva ya 25 años en el poder.

El país está lastrado por un elevado nivel de corrupción.

En 2008 sufrió un ataque rebelde contra la capital, Yamena, y ahora se ve acosado por los ataques de los yihadistas de Boko Haram, procedentes de Nigeria


¿Qué tipo de economía tiene el Chad?

Como bien has dicho al comienzo, el Chad es uno de los países más pobres del mundo.

Hoy ocupa hoy el puesto 184º, de los 187 países del mundo cuyo índice de desarrollo humano nos dan las Naciones Unidas.

La esperanza de vida, en el Chad, es de 51 años

Solo la mitad de la población tiene acceso al agua potable.

Y más de tres millones de personas están en situación de inseguridad alimentaria.

En 2003 comenzaron a explotarse sus reservas petrolíferas:

Lo que supuso un respiro para su economía;

Pero, desgraciadamente, en tiempos recientes, el precio del petróleo se ha devaluado.


¿Cuál es la situación migratoria del Chad?

Pese a sus escasos recursos, el Chad acoge, sin grandes quejas, a más de 645.000 desplazados, que huyen o han huido de la guerra en las naciones vecinas.

El Chad está rodeado de naciones en conflicto: en su frontera misma tiene :

Al norte la pesadilla de Libia con sus dos gobiernos en conflicto.

En sus fronteras del sur tiene la República Centroafricana, con sus luchas entre milicias cristianas y musulmanas.

En el oeste limita con Nigeria desde donde se ha desbordado en su interior los ataques de Boko Haram y los refugiados que ellos producen.

Y al este limita con los conflictos del Sudán (Darfur).

Aunque Malí y Sudan del Sur no tienen fronteras comunes con el Chad, son países vecinos en conflicto, de donde también le llegan refugiados.

Finalmente, la violencia islamita al interior mismo del Chad está causando miles de desplazados. Todo lo cual pone en serio peligro la estabilidad del país.

¿Cuál es la actitud del presidente Déby de cara a los refugiados?

A pesar de ser un jefe de estado corrompido y autoritario, que utiliza la represión para mantenerse en el poder, sin tener en cuenta lo derechos humanos, se ha mostrado solidario con los desplazados y refugiados.

Pero en realidad quienes más ayudan a refugiados y desplazados son las familias, las comunidades y hasta las personas individuales que los, que viven cerca de las fronteras y quienes los acogen en sus casas o en sus territorios.

Un marabú, Faki Ahmat Yaya, llegó a acoger en su propia casa y en sus tierras, hasta 120 desplazados, a quienes ha estado atendiendo con ayuda del Programa Mundial de Alimentos y de Oxfam Intermón. Nunca, ni en los momentos más difíciles -nos dice- pensó en pedirles que se marcharan.

¿Cómo reacciona la población local ante estos acontecimientos?

Los pueblos receptores, cercanos a las fronteras, han sufrido:

Mayor escasez de alimentos,

reducción de productos básicos en los mercados y aumento de sus precios, y una mayor dificultad de acceso al agua,

Aún así, no ha habido conflictos entre los refugiados y la población local.

Este hecho ha sido corroborado por numerosas personas interrogadas.

Entre otras razones, esta convivencia pacífica parece explicarse por el hecho de que refugiados y receptores son el mismo tipo de gente y hablan la misma lengua.

Además los receptores han conocido situaciones de guerra, y también ellos se ha beneficiado de las ayudas humanitarias.

Aún así son gentes pobres que saben acoger a otros más pobres. Sin duda, nos están mostrando el camino.

Autor

  • Bartolomé Burgos Martínez nació en Totana (Murcia) en 1936. Sacerdote miembro de la Sociedad de Misiones de África (Padres Blancos), es doctor en Filosofía por la Universidad Gregoriana de Roma, 1997. Enseñó filosofía en el Africanum (Logroño), en Dublín y en las ciudades sudanesas de Juba y Jartum. Fue fundador del CIDAF (Centro de Información y Documentación Africana) a finales de los setenta, institución de la que fue director entre 1997 y 2003.

    Llegó a África con 19 años y desde entonces ha vivido o trabajado para África y ha visitado numerosos países africanos. De 2008 a 2011 residió en Kumasi, Ghana, donde fue profesor de filosofía en la Facultad de Filosofía, Sociología y Estudios Religiosos de la Universidad de Kumasi. Actualmente vive en Madrid y es investigador de la Fundación Sur.

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