Proponen utilizar drones para entregar sangre para transfusiones y medicinas urgentes en lugares remotos, inaccesibles por falta de caminos y difíciles de alcanzar. El proyecto podría concretarse ya a partir del año que viene en Ruanda, y si tiene éxito se podría extender a otras regiones de África.
El proyecto fue presentado por el estudio del famoso arquitecto británico Norman Foster en colaboración con el Instituto Suizo de Tecnología, que tiene su sede en Lausana. El plan prevé la construcción de tres ‘dronepuertos’ (en inglés drone-port) pensados especialmente para el despegue, aterrizaje y manutención de drones.
Con estas tres bases se podría cubrir alrededor de la mitad del territorio de Ruanda, un país con muchas colinas, en el que las zonas rurales con frecuencia están aisladas. En una primera fase se utilizarían aviones sin piloto con una envergadura de unos tres metros, capaces de transportar hasta diez kilos de carga. Para el 2025 podría comenzar una segunda etapa, con drones con una envergadura de seis metros y capacidad de carga de hasta cien kilos.
El proyecto surgió ante la idea de que en muchos países pobres o emergentes la escasez o lo inadecuado de infraestructuras, como las redes camineras, siguen siendo obstáculos insalvables de los derechos sociales. Según Foster, justamente en África los aeropuertos para drones podrían tener un impacto particularmente fuerte y positivo. Lo confirmaría también el “salto” tecnológico que se produjo al sur del Sahara en el sector de las comunicaciones telefónicas. “Como los celulares han vuelto totalmente inútiles las líneas fijas –señalan los autores del proyecto– los drones de carga podrán superar las barreras que constituyen las montañas, los lagos y ríos no navegables, sin necesidad de infraestructuras físicas”.
MISNA (Fundación Sur)