Las fuerzas que trabajan contra el “Renacimiento africano”, tema del tercer Festival mundial de las artes negras (Fesman), encuentran su fuente en múltiples lugares, incluso en la mente de los mismos africanos. El profesor Théphile Obenga, director del Departamento de estudios africanos en San Francisco (EE.UU.) nos invita, en la entrevista, a volver a dibujar un esquema mental en el que el miedo estaría eliminado para dar paso definitivo a la audacia.
Profesor, un Festival mundial de las artes negras en el siglo 21, ¿cuál es, en su opinión, su pertinencia?
Debo recordar que hemos tenido muchos festivales o encuentros anteriormente, como el Congreso del mundo negro en la Sorbona y en Roma con Alioune Diop, o el festival de Argel en tiempos del presidente Boumediene, o el festival de Dakar en la época de Senghor, o el festival de Lagos. Y he aquí que Dakar vuelve a organizar un festival sobre el tema del Renacimiento. Es algo positivo, ya que es la ocasión para celebrar el genio creativo africano. Es importante que África, ce cuando en cuando, organice una fiesta; la fiesta da confianza, libera energías y siempre nos conduce a la esperanza y a la revitalización. Así pues, es importante que África se reencuentre, se celebre y oriente la proa hacia el futuro.
¿Esta orientación hacia el futuro no exige previamente una revisión de las mentalidades y una nueva manera de concebir y hacer la política?
¡Claro! Yo recuerdo que los primeros festivales estaban preocupados por la liberación: de Angola, de Sudáfrica, liberación de nuestras mentalidades, la identidad cultural, la revolución cultural…; ésos eran los temas. Hoy, el tema es el Renacimiento africano y debemos circunscribir cuáles son las causas, los objetivos y finalidad del Renacimiento africano. Eso quiere decir que este Renacimientos es en primer lugar político; debe conducirnos a un nuevo esquema político. ¡No se puede hablar de Renacimiento africano siguiendo pegados al ombligo de Occidente! Hay que romper con eso; romper con la Banca mundial, con el Fondo monetario, con la Francofonía, etc. Este Renacimiento implica también que nos conozcamos, que se conozca nuestra historia desde el Valle del Nilo, desde el Egipto antiguo… Es esta gran odisea, esta gran creatividad que hay que asumir, si no, no habrá renacimiento. Es preciso que creemos nuestro propio paradigma. ¿Cómo se hizo el renacimiento europeo? Tuvieron que romper con el paradigma escolástico para celebrar el paradigma de la razón recurriendo a la Grecia antigua, al logos griego. De ahí proviene, por otra parte, la modernidad que celebramos, ya que si hubiera seguido el paradigma escolástico, Europa no habría hecho su revolución cultural y científica. Pero, como Europa hizo el renacimiento, esto es enlazar con el espíritu crítico, el espíritu racionalista griego, ello creó cuadros y la filosofía moderna y contemporánea. Y esta filosofía influyó grandemente en la política; generó el siglo de la Luces, esto es, a partir de entonces es la razón y la crítica las que prevalecen y ello dio lugar a la ciencia y tecnología.
¿Cuál debe ser la tarea de los intelectuales africanos en este amplio campo del compromiso?
El compromiso supone una conciencia clara de aquello por lo que uno se compromete, de la finalidad. Son cuestiones esenciales. En el asunto que nos preocupa, la finalidad es construir un Estado federal continental. Hay que comprometerse para romper con la Banca mundial; con los programas de ajuste estructural impuestos por gobiernos europeos, que son los más corrompedores del mundo… El compromiso supone una ideología, tener ideas claras. Tengo que añadir que son los países pobres de Europa los que se enriquecen con la riqueza africana; cogen la madera, el petróleo, el cacao… Ahí tiene usted a pobres que se enriquecen a costa de África y ahí están los chinos que también se enriquecen a costa de nuestras riquezas; y ahí está África que se empobrece cada vez más cuando es el continente más rico de la tierra. Sabe usted, en África hablamos demasiado. Tenemos incluso tendencia a creer que porque manejamos bien el francés las cosas progresan. Creo que hay que hacer avanzar las cosas por medio de paradigmas; puedo dominar el francés, pero, ¿cuál es mi paradigma mental? ¿Es quizás una sumisión a Francia y a la Francofonía?
En consecuencia, nos es peciso reconciliarnos con las ideologías. Pero de eso se habla desde hace tiempo. ¿Cuál es, entonces, el problema?
El problema es que en África hablamos de todo y los africanos creen que cuando han hablado ya han hecho. El hablar es para ellos el hacer. El verbo no es creador en sí mismo; puede ser movilizador. Para hacer es necesaria la acción, una acción motivada; una acción cuyos límites, riesgos e impactos hay que medir. A los africanos les falta fundamentalmente la organización y el método, y nuestras desgracias provienen de eso: nunca comienzan las cosas puntualmente, no se sigue jamás lo que se ha decidido. En realidad, hay ahí un problema psicológico que no está claro.
Profesor, ¿qué piensa usted de la idea según la cual hay que romper con los dirigentes actuales e inaugurar una era de “dirigentes pragmáticos»?
¿Pragmático? No veo lo que quiere decir eso concretamente. Escuche, en todos los países del mundo sucede lo mismo: está la generación de los viejos, la de los adultos y la de los jóvenes. No tienen el mismo estilo ni las mismas esperanzas. La vieja clase, sus esperanzas no pueden ir muy lejos; la clase adulta, ya vemos que sólo conoce la trashumancia; la juventud es la nueva ola que se arroja en cuerpo y alma al océano atlántico para ganar lo que considera el eldorado. Lo hace por desesperación, por falta de trabajo. El aspirante al poder os dirá: “elegidme, os haré felices” y pensaréis que es un pragmático, cuando previamente ni siquiera ha reflexionado sobre la suerte de los campesinos y de los jóvenes antes de que asuman el riesgo de afrontar el mar o hacerse matar por la policía. Quiero poner en evidencia aquí todo el problema de la mentira de nuestros dirigentes y del miedo. Los jóvenes africanos tienen miedo a la desesperación, miedo al paro. Los jóvenes cuadros tienen miedo a oponerse, miedo ellos también a quedar en paro; miedo a no agradarnos. Los viejos tienen miedo a perder el poder. África entera está caracterizada fundamentalmente por el miedo: el miedo a la realidad, el miedo a sí mismo, el miedo a los acontecimientos. Y cuando se tiene miedo se hace bricolaje y se promete. Y si se hacen todo el tiempo promesas electorales, que estamos seguros que no se cumplirán, es también por miedo. Es el miedo el que nos dirige y ello es tan verdad que si los jóvenes van a arrojarse al mar en piraguas, es por miedo a la vida, a la existencia. Del mismo modo, si usted es el griot de un presidente, usted actúa por miedo. Cuando un jefe de Estado cambia sin cesar la Constitución para eternizarse en el poder, lo hace por puro miedo. Así pues, es fundamentalmente el miedo el que dirige la acción, el pensamiento y la vida africana hoy.
Felix Nzale
Fuente: Sud Quotidien
[*entrevista aparecida en www africatime.com]