No habrá paz sin prosperidad en Burundi

18/11/2008 | Crónicas y reportajes

La pobreza, los intereses políticos egoístas y un desarrollo económico inadecuado son las causas que subyacen bajo la crisis política incrustada en Burundi, según analistas políticos.

“Todo en conjunto es algo casi darwiniano: demasiada gente, demasiada poca tierra, una economía anticuada, una demografía fuera de control y cero perspectivas de crecimiento económico”, declara a IRIN Gerard Prunier, un historiador de asuntos africanos del África central y del este.

Prunier, autor del más respetado libro sobre el genocidio de Ruanda de 1994, ‘La crisis de Ruanda: historia de un genocidio’, (C Hurst, 1998), también ridiculiza “la mentalidad estrecha, el egoísmo y el egocentrismo de la clase política”.

En situaciones semejantes, las masacres han jugado un papel de regulación económica, si no demográfica. Una verdad también válida para Ruanda.

La mayoría Hutu de Burundi y la minoría Tutsi se pasaron la mayor parte de los años 90 en bandos opuestos de una devastadora guerra civil, cuando un gran número de civiles resultaron masacrados.

Aunque el conflicto se ha terminado ya oficialmente, el proceso de inserción del último grupo rebeldes de Burundi, Las Fuerzas Nacionales de Liberación Palipehutu, FNL, está estancado.

La represión de la oposición tampoco presagia nada bueno para las perspectivas de Burundi de una estabilidad política inminente. El acertijo entre Hutu y Tutsi es sólo la superficie de unas limitaciones económicas mucho más profundas”, asegura Prunier. “El verdadero problema es la pobreza, Lo único que importa es el poder… fuera del gobierno no hay absolutamente nada en Burundi de donde se pueda sacar dinero… si no estás en el poder, no comes”.

Frederic Ngoga Gateretse, un analista de seguridad regional y miembro de la Unión Nacional para el Progreso, de la oposición, el partido Uprona, acusa al gobierno de concentrar toda su energía en ganar las elecciones de 2010, a cualquier coste”. “ya que cualquier otra alternativa será desastrosa para los líderes actuales, que tienen un montón de respuestas que dar en términos de corrupción, mala administración de fondos públicos, violaciones de derechos humanos y la destrucción de la libertad política”, aseguró, citando como ejemplo la detención de políticos como Alexis Sinduhije.

“La oposición política es vital para un país que está saliendo de una década de guerra civil como Burundi”, asegura Gateretse.

Todo recae sobre un nombre

“Al partido en el gobierno le interesa llegar a las elecciones sin el FNL”, asegura Gasparsd Nduwayo, un analista político y profesor universitario, “El gobierno cuenta con el electorado Hutu y el FNL también sabe que su fuerza reside en el nombre de Palipehutu”.
Es un nombre, una contracción del francés para el Partido para la Liberación del Pueblo Hutu, que el gobierno insiste en que está prohibido por la constitución por su referencia étnica, pero el FNL se niega a abandonar ese nombre.

Nduwayo dice que el FNL podría considerar una asociación con el Frente para la Democracia en Burundi, principalmente Hutu, un partido de la oposición, mucho más ventajosa que la asociación con el FDD CNDD, en el gobierno.

Para Térence Nahimana, un antoguo miembro del FNL, el hecho de que las elecciones de 2010 sean una batalla principalmente entre Hutus, el 85 % de la población, será una buena señal para la inexperta democracia en Burundi.

“Incluso si los sentimientos étnicos todavía están ahí, la gente no pedirá más, como por ejemplo si los candidatos tienen la capacidad o no para sacarles de la miseria en la que están viviendo”, señala.

Punto de Fricción

El FNL ha mantenido que siempre que los puestos del gobierno deberían ser también objeto de negociación. Después de la reunión del 6 de noviembre, con el equipo de mediación, el portavoz del FNL, Pasteur Habimana ha declarado que el gobierno no les estaba ofreciendo más que “sobras”.

La integración del FNL en las fuerzas de seguridad es otro de los grandes problemas. El jefe de la delegación del Gobierno en el mecanismo de Verificación y Control, el general Lazare Nduwayo, ha dicho que el FNL pedía más de los que el gobierno podía admitir, el FNL quiere que las fuerzas de seguridad y sus ex combatientes queden distribuidos en proporción del 50 %.

“el FNL debería permitir a sus combatientes que se integren en el ejército según establece el acuerdo”, asegura Nduwayo. “Al proponer la proporción del 50-50 % e ignorar el equilibrio étnico en el ejército, el FNL simplemente quiere retrasar el proceso de paz”.

Bajo el acuerdo de paz firmado en 2003, entre el gobierno de transición de Burundi y el entonces grupo rebeldes el CNDD-FDD, el ejército iba a estar compuesto por el 50 % de Hutus y el 50 % de Tutsis, así que integrar a los ex combatientes del FNL en las fuerzas de seguridad, por tanto, rompería este balance étnico.

Algunos analistas creen que los dos partidos no se sienten comprometidos con las negociaciones. Joseph Mujiji, un miembro del secretariado ejecutivo del grupo de derechos humanos, Iteka, dice que si la iniciativa regional presionase a los dos partidos, al final encontrarían una solución.

“Métanles en algún lugar, díganles que se tienen que quedar ahí hasta que alcancen un consenso, en cinco días habrán terminado”, aseguró.
Durante su última visita a Burundi, el ministro surafricano y mediador jefe Charles Nqakula, declaró que no habría ninguna ampliación del plazo del 31 de diciembre para el proceso de paz.

(IRIN, Bujumbura. 13-11-08)

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