El Presidente de Burundi Pierre Nkurunziza ha prometido a los que tomaron las armas a causa del levantamiento popular por su controvertido tercer mandato, que no serían juzgados si se rendían en un plazo de cinco días.
«El gobierno, que es como un padre para todos, da cinco días a partir del 2 de noviembre para renunciar definitivamente a esa actitud”, declaró en un discurso a la nación, en idioma kirundi, transmitido por los medios de comunicación públicos.
«Serán recibido por las fuerzas del orden, y les enseñaremos a amar a su país durante dos semanas, después podrán volver a su casa», explicó Nkurunziza, sin más detalles, advirtiendo que era el «Last Call» (última llamada) para los insurgentes.
Según el portavoz adjunto de la Presidencia, Jean-Claude Karerwa, «esto significa que a los que van a venir dentro del plazo se les concederá la amnistía». «Después de su reeducación cívica se irán a casa, no serán procesados».
Nkurunziza, que prometió restaurar la paz y la seguridad en dos meses, ha asegurado que este objetivo se ha cumplido en un 92%, sin dar más explicaciones. El presidente de Burundi instó el lunes a la población para que ayudara a la policía a destruir los «pequeños grupos de asesinos» que todavía están activos. También anunció la organización de un «diálogo nacional, en un espíritu de cooperación que será la admiración de toda la comunidad internacional» Sordos a la presión de sus socios internacionales, las autoridades de Burundi se han comprometido a abrir un diálogo nacional, pero, hasta el momento, han no han permitido participar a los principales opositores de este tercer mandato de Nkurunziza, que fue elegido el 21 de julio.
El anuncio a finales de abril del Sr. Nkurunziza sobre sus intenciones de presentarse a un tercer mandato llevó a Burundi a una grave crisis política, marcada por la violencia. La oposición, la sociedad civil y parte del equipo presidencial consideran que este nuevo mandato está en contra de la Constitución y el Acuerdo de Arusha que puso fin a la guerra civil (1993 a 2006).
Las autoridades sofocaron a mediados de mayo un intento de golpe y un mes más tarde seis semanas de manifestaciones, casi diarias en Bujumbura. Pero la violencia se ha intensificado, incluyendo asesinatos selectivos de personalidades de ambos lados, ataques contra la policía, ejecuciones sumarias y enfrentamientos entre grupos armados y fuerzas de seguridad en varias regiones, especialmente en las zonas fronterizas de Ruanda.
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