El gigante africano ha retrasado, por tercera vez, elecciones desde el retorno de la democracia en 1999.
El país más poblado de África y la primera potencia continental, tras desbancar dos veces a Sudáfrica, debía celebrar las elecciones presidenciales y de escaños de Asamblea Nacional el día 16 de febrero pasado, con más de 80 millones de personas llamadas a las urnas y una suma llamativa de candidatos (más de 70). Pero el titular de la Comisión Electoral Nacional Independiente (INEC, por su sigla en inglés), aduciendo problemas logísticos y operativos, anunció, tan solo cinco horas antes de abrirse las urnas, la postergación al sábado próximo, sin mayores explicaciones. En 2011 y 2015 también ocurrió. En apenas 48 horas, en principio, la ex colonia británica se enfrenta a una jornada decisiva (y al otro día Senegal, sin sorpresas dilatorias). A raíz de lo anterior, también se postergaron una semana las elecciones del Consejo de Gobernadores, las Cámaras Estatales y del Consejo Federal, del día 2 de marzo al 9.
El sábado pasado el anuncio de suspensión causó molestias y perjuicios a mucha gente que había viajado a áreas distantes del país a efectos de sufragar, muchas adentrándose en áreas inseguras y teniendo que permanecer una semana más o, en todo caso, volver. El presidente Muhammadu Buhari, miembro del All Progressives Congress (APC) y quien buscará la reelección siendo favorito, refiriéndose al accionar de la INEC, declaró encontrarse profundamente decepcionado por su mensaje y la acusó de incompetencia, a la vez que advirtió que quien manipule el acto electoral pondrá en riesgo su propia vida.
Buhari asumió en 2015 con la promesa de cumplir tres ejes centrales enunciados durante la campaña electoral previa: batalla sin tregua frente a la corrupción, mejorar la economía y vencer al grupo radical Boko Haram (ahora escindido en dos facciones). El actual presidente es de formación militar y participó de un golpe de Estado, de los tantos que sufrió el país, que lo llevó a presidir un gobierno de facto a comienzos de la década de 1980. Tiene fama de incorruptible y declaró haber efectuado grandes avances contra Boko Haram, pese a que el grupo no está del todo derrotado y eso le vale críticas al aspirante a la reelección que promete su aniquilación completa de resultar electo en 2019. El otro favorito a la presidencia, Alhaji Atiku Abubakar, del opositor People’s Democratic Party (PDP), empresario acaudalado y ex vicepresidente años atrás, se ata del pivote económico para socavar la intención de voto al actual presidente. Abubakar remarca (y no es el único) la incapacidad gubernamental frente a la profunda recesión, con una tasa de desempleo del 16,5%, estimada en 2017, y aumento de la pobreza absoluta, colocándose Nigeria en el primer lugar mundial el año pasado, con al menos 86 millones. Desde esta arista, se le achaca a Buhari tampoco haber cumplido y, para peor, se lo acusa del empeoramiento de la situación. Sin embargo, el candidato promete ahora seguir luchando contra la corrupción y el desempleo, y continuar los intentos de recuperación económica, entre otras promesas, si resulta reelecto.
Causas profundas de una demora
En primera instancia, el retraso de los comicios oculta causas más profundas que problemas logísticos y operativos. Se dieron conflictos al interior de la citada Comisión y también choques externos, además de sabotaje, como ha de ser la destrucción de material electoral en tres Estados de la Federación nigeriana e intervención del grupo Boko Haram con el ataque a dos aeropuertos destinados por la INEC a distribución de dicho material. De todos modos, la razón principal es que el gobierno destinó en forma tardía un presupuesto para el funcionamiento del cuerpo electoral, aprobado apenas tres meses antes de los comicios, si bien fue presentado por primera vez en noviembre de 2017. Esta rispidez causó un revuelo político, por una fuerte tensión entre el Ejecutivo y la Asamblea Nacional que provocó que el presidente del Senado, hasta entonces partidario del presidente Buhari, abandonara sus filas y se uniera al PDP. Este último, mostrándose sorprendido, acusó a su rival de retrasar las elecciones como estrategia para alargar su permanencia en el poder. En respuesta, el APC indicó que la demora obedece al intento del PDP de postergar una inminente derrota. Como sea, en tan poco tiempo y una vez aprobado el presupuesto, es razonable que la Comisión no haya tenido tiempo de preparar las elecciones en un entorno tan complejo y con áreas muy inseguras. La seguridad es un gran problema en un país desaconsejado para viajar.
Seguridad, asunto delicado
El presidente Buhari mantuvo recientemente una reunión con tres de los gobernadores de la zona crítica del noreste nigeriano donde opera el grupo Boko Haram, cuya radicalización desde 2009 provoca más de 20.000 muertes y una gravísima crisis humanitaria que trasciende la región. Esta amenaza, en opinión del candidato del PDP, motivó que la reunión haya sido utilizada como táctica de presión para que dichos Estados retrasen las elecciones buscando cooptar el apoyo electoral a favor del APC. Todo ello en base a motivos de seguridad, según la queja opositora.
Otro problema acuciante, en un país de varios frentes conflictivos, es el que enfrenta pastores con agricultores en el centro, cuyas escaramuzas provocaron cerca de 4.000 muertes desde principios de 2016. Al sur, la región de Biafra tiene su dinámica propia, el fantasma igbo del separatismo. Un líder de una agrupación, Nnamdi Kanu, instó a quienes lo siguen a votar el sábado al candidato del APC, tras desactivar un llamado al boicot, aunque no por ello cede su intención de convocar un referéndum para la secesión de Biafra, al margen de la reacción oficial.
Previsiones
En un ambiente marcado por el optimismo, ayer la INEC anunció que todo está listo para el desarrollo normal de los comicios y que los motivos que los retrasaron una semana han sido superados. Pese a la demora de un semestre en la entrega de los lectores ópticos, el 98% está listo, agregó, y el 2% restante estará apto hoy. La INEC, además, desmintió injerencias externas en el proceso decisorio del día 16.
Con el fantasma del fraude pululando cerca tras la experiencia electoral en República Democrática del Congo y, a pesar del retraso, cabe preguntar si es posible esperar una jornada electoral viable en Nigeria con una eventual segunda vuelta entre Buhari y Abubakar, y libre de enfrentamientos post-electorales (como no fue el caso en 2011). Debe recordarse que la elección de 2015 fue exitosa y generó un cambio importantísimo nigeriano, al darse por primera vez en su historia democrática la victoria de un candidato opositor, tras unas elecciones relativamente limpias. Lo que sí puede suceder es que esta reprogramación atente contra el entusiasmo de buena parte del electorado y sus ganas de participar. Y siempre la seguridad, tema delicado: Boko Haram, el separatismo igbo, conflictos locales, etc. En suma, diversas cuestiones que serán clave a la hora de elegir nuevo presidente en Nigeria o en caso de reelección, si todo sale bien, en apenas 48 horas.
Original en : El Economista América