A juzgar por sus dos extraordinarias autobiografías, “Infiel” (ed. original 2006) y “Nómada” (ed. original 2010), Ayaan Hirsi Ali, la conocida escritora y expolítica somalí-neerlandesa-estadounidense, acérrima defensora de la mujer musulmana, habría escogido la irreligiosidad, por no decir el ateísmo. Y sin embargo, Hirsi, que la periodista Americana Lorraine Ali describía en Newsweek en marzo de 2007 como “una heroína entre los islamófobos más que entre las musulmanas”, tras observar la Primavera Árabe concluyó que una reforma del Islam era posible, y así lo pedía en Heretic (ed. Original 2015). Desgraciadamente,era el comentario del The Economist, pocos musulmanes aceptarán su invitación para interpretar con espíritu crítico a Mohamed y al Corán.
El Atlantic Council acaba de publicar este mes “The Islamic Tradition and the Human Rights Discourse”, un conjunto de artículos entre los que el de Mohammad Fadel, “Life, Liberty, and the pursuit of Islamic Happiness: Islam and Human Rights” me ha llamado la atención. Nacido en Egipto y ahora catedrático en la Facultad de Derecho de Toronto, Fadel lleva muchos años defendiendo en numerosas publicaciones la posibilidad para los musulmanes, aún los más conservadores, de sentirse a gusto en el interior de la variopinta diversidad de nuestras democracias occidentales. Una ética común sería posible según Fadel a partir de lo que él llama “razón pública”, muy presente en el Islam. Y sin embargo, en ese último ensayo Fadel parece tirar la toalla al conceder que Occidente y el Islam discrepan en la comprensión de los conceptos de libertad y felicidad, hasta el punto que “Es imposible esperar que se dé una total convergencia entre las normas de los Derechos Humanos y las normas islámicas: las normas de los Derechos Humanos tienen como objetivo casi exclusivo asegurar la autonomía del individuo y la capacidad de decidir por sí mismo. Mientras que el Islam intenta influir en las decisiones que el individuo toma sobre cómo vivir su vida”.
A pesar de todo sigo pensando que si en el Cristianismo hay sitio para mujeres egipcias negras, también es posible que el Islam evolucione. ¿Estarán los musulmanes de a pie dispuestos a pagar el precio que estamos pagando los cristianos, minoría de convencidos discípulos de Jesús en un Occidente postcristiano y postreligioso?
Ramón Echeverría
[Fundación Sur]
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